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23 septiembre 2010

CARMEN ALBORCH, LA “GEGANTA” Y SU “ESPANTÁ”

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En las últimas elecciones municipales surgió por las calles de Valencia la figura estrambótica de Carmen Alborch vestida de “geganta” y con ínsulas de llamar la atención. En lo alto, su faz sonriente de agudo falsete, mientras que en el bajo de sus faldas llevaba escondido el expolio del Teatro Romano de Sagunto para el que había utilizado la argamasa de la mentira. Tras la cita electoral, el Partido Popular incrementó su mayoría absoluta en el consistorio del “Cap i Casal” y el vestido de la “geganta” pasó al trastero.

En la actual legislatura, Carmen Alborch, ha alternado en los plenarios municipales sus reiterados pasitos desde su escaño de primera fila, hacía el rincón del agua mineral con sus silencios, a la par que malgastaba su tiempo con sus semanales idas y venidas al Senado madrileño, por cuya participación en ambos hemiciclos sólo ha tenido la utilidad de su presencia y en exclusividad para su beneficio, más, como el mejor punto de enganche en caso de necesidad ante cualquier “eventualidad” incrustada en su mente.

Mientras tanto, en el hemiciclo municipal valenciano y en toda la actual legislatura, un concejal de voz cansina, teatral y lastimera con atisbos de falso predicador, insultador habitual las más de la veces, torticero y falsario siempre: Juan Soto, ha sido el referente de la auténtica valía de un grupo municipal que si por algo ha destacado ha sido por la constante manipulación hacia su electorado y por su desnortada actitud cual barco a la deriva atentos a cualquier tablón al que auparse.

En la última parte de la legislatura y atisbado el del escupitajo con matricula del “Salvem”, Carmen Alborch se subió a su bordo, cual compañeros de viajes de los que servirse. Pero siempre atenta a la Santa Bárbara y a sabiendas de que si el gato escaldado del agua fría huye, el vaticinio de un nuevo desastre electoral le ha aconsejado cambiar el rumbo tomando las de Villadiego con la mirada en otra parte.

Un tal Juan Calabuig va a optar a la Alcaldía para desbancar a Rita Barbera con su rumbosa y meritoria credencial de haber nacido en la calle Conde de Salvatierra, cuyo valor innegable, por lo visto, debe de ser toda una garantía de eficacia y de buen hacer. Lo que nos hace dudar de la calificación de cualquier otro candidato ante la ignorancia de su lugar de cuna, toda vez que no debe ser lo mismo haber nacido en la zona del Ensanche que en la del Marítimo; zona ésta cuyo desastre electoral lleva de cabeza a Blanquerías y que bien pudiera ser la causa principal de la huida de Carmen Alborch, de cuya actuación legislativa tendrá que dar cuentas a su partido producida la debacle.

Manuel Mata opta igualmente por la Alcaldía enfrentándose en primarias a quien dice haber nacido en el Ensanche, pero ante su silencio de lugar de cuna y en caso de ser él el candidato, llegada la hora de votarle, quien tenga la intención de darle su confianza debe producirle su decisión la desazón de ignorar su valía. Quizá llegado el momento del voto, nos anuncie Manuel Mata que nació en Pascual y Genís, dentro del casco histórico y más próximo a la Alcaldía.

Al mismo tiempo, Ángel Luna maldice la hora en que tomó notas mirándose a su propio espejo para juzgar al Muy Honorable Francisco Camps.

¡Qué cosas!

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