Murió “Zapatones”. Hombre íntegro y legal que nada tiene que ver con el de la permanente sonrisa del sagaz mercachifle a la caza del tonto útil.
-Míreme a los ojos, Artur Más. -le diría
- Artur, ¿Ve la roja? Yo las peinetas las hago así, no a lo basto –le diría poniéndose los dedos tras su cabeza de plata, aunque con ella ganó el oro, mientras expresaba acto seguido la ruindad de quien indica la seña con mugre tabernaria.
Murió “Zapatones” y con él una forma de expresarse con rotunda claridad ante quien le quiere tomar el pelo. Y no cómo el Jordi Évole, que en este caso es quien pretende tomárnoslo, pues sienta en una mesa y enfrentados al Más y al González -quien se aburre en su pluriempleo de Consejero de Gas Natural- en un paripé del tres al cuarto, teatralizando la necesidad de hablar, de hablar y mucho, cuando de ello hay bien poco de que hablar.
-Som una nació- diría el Artur, y “Zapatones” le contestaría, -tiqui taca, tiqui taca, tiqui taca, así, así se ganan los partidos, Arturito.
Y es que el Zapatones, antes que nada era un hombre legal, consigo mismo y con su trabajo.
Y no como el Artur, quien juró fidelidad a la Constitución Española, pero sabía muy bien, como una vez dijo “Zapatones” que: “Aquí el más tonto hace relojes de madera. Y que funcionan".
De esta guisa, sabía el Artur, sólo era cuestión de cultivar alcornoques y talarlos cuando en sazón estuviesen preparados para conseguir el corcho que bien pulido, sirve para marcar las horas;, cuando lo suyo es para conservar el cava, denominación por cierto, tomada para diferenciarlo de champán francés, y en alusión al cava español producido en las diferentes regiones de nuestra geografía nacional.
Que no otra cosa, pues el Artur Más sabe muy bien que dentro de muy poco tiempo abandonará la política para vivir mejor que un cura de Monserrat, y con sueldo de soberano.
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