El #DerechoAMentir que se otorgan es la clave en la que se
sustenta un imaginario independentista, pseudo historiográfico, urdido en el
tiempo por quienes no son más que vulgares artificieros de una representación
en forma de vulgar sainete, la propia de un país
bananero, en el que el principal protagonista es el #DerechoADecidir.
El libreto, en su sinopsis más histriónica, lo ha
publicitado el diputado catalán Joan Tardá en su intervención ante el Congreso
en respuesta a Mariano Rajoy quien a petición propia ha salido al paso de la
decisión tomada en el día anterior por el president Puigdemont ante el
hemiciclo catalán, donde en un sombrío manifiesto ha ejercido un medido
pasapalabra donde lo explícito mutaba a lo implícito, o viceversa, con el
desparpajo propio del más experto trilero.
#JoanTardá nos ha dado su particular punto de vista con el
recuerdo histórico de los reyes felipes, los monarcas españoles del XVII y del
XVIII, así como su parecer sobre nuestro actual Rey que en el ordinal regio y
como Felipe VI, lo toma de sus antecesores V y IV.
Su argumento, además de ser falso es un insulto, un cronicón
estrafalario dirigido a los oyentes, tanto a quienes sabemos de su habitual
verborrea fruto de unos sueños oníricos que imaginamos le son placenteros, como
a sus acérrimos seguidores, a su vez cautivos, presos de catecismos
doctrinarios que han portado en sus mochilas desde el primer día que caminaron por
un aula docente, con el previo paso por las guarderías de su más tierna
infancia.
En su particular narrativa historiográfica pasa de largo la
condición de los Austrias de Felipe IV,
a quien #JoanTardá “culpa de todos los males” en aquellos años mediado el XVII,
cuando entonces la Generalitat “pidió socorro” al rey Borbón con su proclamación como Conde de Barcelona.
Lo que justificaba que al comienzo del siguiente siglo y
ante la llegada de Felipe V como rey Borbón de España, la Generalitat le jurase
fidelidad, juramento que motu proprio fue incumplido tras la inmediata invasión
austracista, para de seguido “culpar de todos los males” en esta ocasión al
monarca Borbón, proclamando la Generalitat al líder austracista como Rey de
España, porque como españoles se consideraban los catalanes tal y como se demuestra con su decisión.
Este vaivén político tiene su actual bucle relatado contra
Felipe VI, cuando éste, como Jefe de Estado, ha puesto en claro la manifiesta
deslealtad de una institución que se supone debiera ser fiel con su juramento,
o promesa, que un día hicieron sus componentes a la actual Constitución
Española.
La lealtad del perjuro se alinea con el #DerechoAMentir en
su objeto expreso al #DerechoADecidir no recogido en ninguna Constitución en
los términos que la Generalitat ha promocionado en los últimos años.
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