No entro, entre otras razones porque no me apetece, en la cuestión del perjuicio que pueda ocasionar a España estar con un gobierno en funciones desde hace ya diez meses, con el agravante, dicen, de que vamos a unas terceras elecciones.
Ni me preocupa, toda vez que la hipotética deriva que se denuncia por ello, no va a ser, con seguridad, peor que la ocasionada por el socialismo de Zapatero. Ni de lejos.
Y si superamos aquel trance, el que dicen se avecina ya no puede asustarnos, porque no será tan dañino. Imposible.
¿Terceras elecciones? Pero si ya hay quienes con cierta sorna vaticinan irónicamente: ¡¡ Y por qué no una cuarta!!
A estas alturas todo es posible.
Pero lo que ha quedado más que evidente, con prueba de nueve incluida, es el muy deficiente, escaso, hasta se puede decir nulo, sentido democrático de unos diputados que ante un doble resultado electoral, a la sazón ratificado en la segunda cita con mayor diferencia y en el mismo sentido, escuchen quienes me lean, con rotundidad más que evidente, han negado la mayor para enrocarse así mismos, sin importarles un bledo una situación que ellos mismos dicen negativa, supongo que así lo interpretan, para los “intereses generales” de la nación.
Nación a la postre en juego como si de una negra aceituna se tratara, cuya situación, encubierta por tres cuencos de pansida patata, hay que averiguar el lugar donde la esconden.
Pues bueno haber como queda esto
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