09 agosto 2014

LOS VIENTOS QUE SOPLAN

vientos que soplan

Las dunas las forman los vientos. Y no de una forma caprichosa sino siguiendo unas reglas fijas. Unas reglas escritas que nos llegan del estudio de unas fuerzas que se han ido presentando en sociedad fieles a los saltos térmicos con los que nos sorprende la naturaleza.

También los "vientos que soplan" condicionan nuestras mentes, nos presionan y nos sugieren, o mejor dicho, nos seducen, a seguir un sendero con multitud de alarmas que nos obligan a ello. Y no solo alarmas, sino también cepos.

Cepos que a nuestro favor nos obligan a circular en dirección prohibida y es cuando de repente el placer por contradecir las reglas nos excita, al tiempo que la rebeldía aumenta nuestra autoestima con el consiguiente influjo en la autoridad moral que por el derecho a decidir, tan en boga en la actualidad, nos otorgamos a nosotros mismos, sin que sea necesario la presencia de un tribunal que nos faculte su mérito.

Ni falta que nos hace.

Dunas ante la inmensidad de los mares con su agradable brisa, como también en el secarral del desierto que alucina nuestras mentes, sólo aliviadas cuando en su delirio se entusiasman ante el oasis redentor.

Vientos que troquelan dunas y mentes en un totum revolutum cual tormenta perfecta que se forja en nuestra presencia, asistiendo por ello y como convidados de piedra y en nuestra indefensión, ante un mar de mares, ora embravecido, ora calmado, en el que nuestro único interés es el de nadar y guardar la ropa, si la ocasión lo merece mientras tengamos resortes para ello.

¡En nuestra pajolera existencia podíamos imaginar de nuestra importancia y en la consideración que nos tienen!

Palabras, apenas palabras y al albur de los vientos.

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