25 mayo 2016

LA CONTRARREFORMA

La España a caballo de la Contrarreforma nos alejó de Europa.  Bien es cierto que se correspondía a cuando no se ponía el sol en el “gran imperio español”, pero más cierto fue que el pensamiento único impuso sus puertas al campo a lo amplio de nuestra geografía. El púlpito marcaba su impronta.

Así fue durante tres largos siglos sin aprovechar “la guerra del francés” cuando el pueblo clamó por la vuelta de un rey absolutista al que bautizaron como “El Deseado”, dando la espalda a la Ilustración personificada en los afrancesados. El púlpito seguía en sus trece, dale que dale.

Tuvo que pasar más de un siglo, bastante más, para que con un cambio de rumbo de 180 grados hubieron quienes nos hablaron acerca de los avances, tanto sociales como culturales, que el pueblo español necesitaba. Pero las manecillas del reloj no se pararon, avanzaron deslocadas y el cambio fue de 360 grados, con su vuelta de tornillo pero al punto de partida, es decir, nos quedamos en el mismo punto del pensamiento único pero en esta ocasión con vientos anticlericales sustanciados en el fundamentalismo más radical. Pintaron bastos entonces. El púlpito plegable soflamas a cambio de dogmas paganos que se esparcían por la calles. Ajuste de cuentas, decían, desde la ortodoxia oficial.

Vino lo que vino y la transición, cuarenta años después, prometía restañar viejas heridas y la libertad sin ira estalló por las ondas. Los carteles de los Fondos Feder inundaban las carreteras hispanas ante el jolgorio nacional. Estábamos en Europa tras un sí a la OTAN que con anterioridad se negaba.

Pero resultó efímero. Una nueva Contrarreforma llama a nuestras puertas en andas de confluencias, mareas y en comú. La gorra chavista muta a "coleta" y como osado “personaje del sur”, lo mejor es ir en mangas de camisa alejándose de Europa. Nada nuevo ni original.


Spain es diferente, como tantas y tantas veces nos dijeron… y nos dicen. 

Nada es casual. Por uno que piensa nueve que embisten. Nuestro poso cultural.

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