La actuación de los jueces Baltasar Garzón y Elpidio José
Silva Pacheco representa la punta de un iceberg en el que esconde un entramado
judicial defensor de unas directrices que en absoluto tienen relación con el
código penal existente. Esto es y tiene su nombre: “Corrupción Judicial”.
Un Alto Tribunal Constitucional que tarda cuatro largos años
en resolver si Cataluña es o no es una nación, su demora se debe en exclusiva a
razones políticas. Esto es “Corrupción
Judicial”, llanamente.
Que un medio informe en su portada y a diario durante meses
y meses, años incluso, información bajo secreto de sumario ante el silencio y
cruce de brazos de los jueces implicados, se llama a esto “Corrupción Judicial”
y con mayúsculas.
Que el Fiscal del Estado no haya intervenido de forma
rotunda ante la deriva independentista cuando es su principal obligación y a la
vez su razón de ser, su silencio e inhibición obedece a la “Corrupción
Judicial” existente que erosiona los cimientos del propio Estado.
Que una Institución Autonómica, cuyos principales cargos han
jurado o prometido su lealtad a la Constitución, y aquellos lancen sobre ésta
el guante con ademanes chulescos propios de tahúres, con la más
absoluta impunidad y sin temor alguno, sólo es posible cuando los guardianes de
la Ley se mueven en terreno propicio a ello, que no es otro que el de la
“Corrupción Judicial” existente.
Que los jueces admitan a trámite denuncias basadas en
frívolos indicios y sin aporte documental
alguno que se resista, no sólo obstaculizan su funcionamiento, sino que
convierte a la judicatura en una especie de rastro al capricho de quinquis y
trileros, bajo el nombre de “Corrupción Judicial”, en este caso abierto tanto en días
laborables como festivos.
“Corrupción Judicial” de la que se han beneficiado quienes
actúan al margen de la Ley y en perjuicio de las víctimas, que,
fundamentalmente, se representan por la sociedad entera. Su amparo, único por
cierto, queda en la sumisión y aceptación de lo políticamente correcto
navegando desde su condición de ciudadano a la de súbdito, sin peaje alguno,
que con el tiempo bien pudiera servirle de garantía.
“Corrupción Judicial” de alcance insospechado, imprevisible
y con muy dolosos resultados.
Cuantitativamente inmedibles.
En
lo social y en lo económico.
Más claro, blanco y en botella.
ResponderEliminarIván
Iván, es que son habas contadas. Sólo hace falta querer verlas y no optar por cerrar los ojos.
ResponderEliminarUn abrazo
Lo has escrito claro y correcto aquien corresponda haber si se enteran
ResponderEliminarVicente Ridaura, enterarse enterarse, se enteran todos. Ahora bien, quienes se benefician de ello callan. Otros miran hacia otra parte. Luego están quienes fagotizados por sectas televisivas sólo digieren aquello que a dosis diarias les introducen en el coco. Pero te aseguro que enterarse, se enteran todos.
ResponderEliminarUn abrazo
Defendiendo a los corruptos y criticando a los jueces que los persiguen. Así es el señor Cob.
ResponderEliminarEfectivamente Sr. Anónimo, así es el Sr. Cob. Libre y sin traumas.
ResponderEliminarLo que sucede es que vd no estás ni preparado ni liberado para digerir mi escrito.
Aliviese !!!!
Un saludo