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29 diciembre 2009

MI CARTA A LOS REYES MAGOS DE ORIENTE

queridos reyes magos de oriente

Queridos Reyes Magos de Oriente:

Soy un hombre mayor y necesito creer en vuestra existencia. Y no porque quede en mí algo de niño, sino por la urgencia para mi país de lo que os pido y por el clamor que en el mismo sentido surge en las calles de España. Estoy seguro que a vosotros esta dirección os consta y sois de los que comparten el orgullo de su españolidad al igual que lo hacéis con cualquier otra nación de la vieja y cristiana Europa.

Necesito, queridos Reyes Magos, un auténtico Presidente de Gobierno de España, y su mejor elección la dejo en vuestras manos. No voy a deciros cómo lo quiero, pero permitirme que os diga, al menos,cómo no lo quiero. Seguro que me comprenderéis. De ello estoy tan en lo cierto, que si os llega esta carta, aún no iniciado vuestro viaje hacia mi nación, la más antigua del continente, estoy seguro que me haréis caso y me complacéis con el regalo.

No quiero a un político aspirante a Presidente de Gobierno que sea capaz de estar sentado cuando pasa la bandera de una nación amiga sin guardarle el debido respeto.

Tampoco lo quiero que intente llegar al Gobierno fruto de una manipulación, y que aprovechándose de un acto terrorista y sin ninguna clase de escrúpulo ni prueba alguna que lo justifique, vincule su responsabilidad a quien en ese momento gobierne. No lo quiero sea incapaz de dar -cuando haya un acto terrorista y sea entonces Presidente- órdenes a las fuerzas de Seguridad del Estado para que busquen su autoría entre los grupos dispuestos al asesinato que actúan en nuestra nación, tengan o no tengan pistas, tal y como debe ser su obligación. No quiero a un Presidente que sea capaz de decir que las victimas son el pasado y un terrorista sea el futuro; en una palabra que en todos estos asuntos, actué con dignidad.

Y por supuesto no quiero a un Presidente cuyo único objetivo sea el desunir a los españoles. Y que al mismo tiempo esté dispuesto a llevarnos por caminos de crispación desde el primer día de su mandato, como es el caso de quien en la actualidad nos gobierna. No, no lo quiero así.

No quiero un Presidente que no esté muy preparado en las cuestiones básicas de Estado, como por ejemplo en las de economía, y que, para ir de listo y engañándonos a todos, recurra a sus amigos pidiendo cursos acelerados de ocho días, o a libros de autoayuda vendidos en Carrefour. Nada tengo contra esta gran superficie, pero vosotros ya me entendéis.

No quiero a un Presidente que no sepa reunir torno a él a un equipo competente, y no que lo haga por razones de igualdad en cuanto ambos sexos, no sea que un día se le ocurra que tiene que tener el mismo número de ministros gordos que de ministros flacos, u otras razones de parecida índole que cualquier día se le ocurra.

No quiero a un Presidente que no sepa lo que es España, y que vaya dando ideas ambiguas a quienes la desprecian, precisamente para animarles.

Y tampoco quiero un Presidente que mienta, y que cuando lo haga y tenga sus razones, ponga al menos cara de poker y no estirando sus mofletes haciéndonos una gracia.

Me fastidia especialmente que sea el Presidente de España el que utilice brotes verdes para intentar ganar unas elecciones cuando ni se sabe de ellos ni se encuentran.

No quiero un Presidente destructor, sino a uno civilizado que no se dedique a destruir todo lo bueno que los españoles habíamos logrado, y no al estilo de esos vándalos que tanto abundan ensuciando estatuas, fachadas y monumentos.

Me parecería fatal que fuera un Presidente goloso, es decir, hambriento en tener muchas cadenas de TV a su servicio, que luego va y les dice a sus presentadores que hay que tensionar a la población, que eso es lo que nos conviene; bueno… a él y a sus seguidores, ávidos en enfrentamientos.

Más desvergonzado sería un Presidente que utilice en su beneficio el Poder Judicial, capaz de inventar delitos de financiación ilegal a la oposición parlamentaria, los mismos delitos que ya cometió un partido en España con sus culpables juzgados, sentenciados y condenados. No, no quiero que sea capaz de tanta infamia.

No lo quiere indecente. Me explico, indecente y capaz de decir que le preocupa el paro y al mismo tiempo no hace nada por evitarlo y que siga creciendo y creciendo y creciendo, el número de parados.

No quiera a un Presidente que nos mienta. Y que cuando todos sabemos lo que es negro, el intente convencernos de que es blanco, al tiempo que vemos que todo es negro.

No lo quiero con un trato desigual para todos, según sea la región a la que pertenecemos.

No lo quiero faltando el respeto a nuestras creencias religiosas y que luego se dedique a vender humo por una alianza entre civilizaciones que en el fondo ni él mismo cree.

Reyes Magos, podría daros muchas más pistas para que dejarais a vuestro paso por España un Presidente de Gobierno como el que necesita mi país en este instante, pero creo que es suficiente con las que a los tres os menciono en esta mi carta.

Y como sé que me habéis entendido y os habréis dado cuenta de mi gusto, quedaría muy satisfecho si los meritos del Presidente que os pido se redujeran a dos:

Un Presidente que sea decente y competente. Y sí además es de buen talante, pero del sincero, mucho mejor: lo entendería entonces como la mejor guinda a vuestro regalo.

Muchas gracias, mis queridos Reyes Magos de Oriente.

3 comentarios:

Iván dijo...

Mucho pides.
Y felíz DOS MIL DIEZ (Escrito resulta más largo y a Zapatero le vendrá bien para acabar de hundirnos)

Julio Cob dijo...

Iván, por pedir que no quede. Lo importante es pedirles con los mejores deseos.

Feliz Año

Anónimo dijo...

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