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26 septiembre 2019

MARÍA JESÚS Y SU ACORDEÓN




Se les caldea la boca: ¡Progresistas! Como lo oyen. Progresistas por aquí, progresistas por allá, que en segundo cántico mejor sería pajaritos por aquí, pajaritos por allá, tal y como cantaba María Jesús con su acordeón por las playas de Benidorm.

Pajaritos por aquí, progresistas por allá, que, al fin y al cabo no deja de ser más que un falso y triste cántico para un público despistado.

Porque si entendemos la solfa para disfrute y solaz de la clase media española, media o medio  baja, ello es pura blasfemia. Pero no blasfemo contra Dios, sino contra la gente que ellos, los progresistas, dicen tratan defender. En todo caso entretener, previo pago de una entrada, que si cierto es barata, la de acudir a las urnas, en su afán multiplicador, sólo sirve para mantener en la poltrona a quienes tocan el acordeón.

Porque si escuchamos su melodía, díganme cuándo y cuánto la clase media y clase medio baja, tuvo épocas de bonanza en los últimos cuarenta y cinco años.

Lo cierto es que no la han conocido desde que se agotó la buena despensa que había recibido Felipe González, y que después, el felipismo, nos llevó a los umbrales del paro masivo; salvo el periodo de Aznar, a quien con un acordeón de las Ozores le acosaron con saña, para sufrir después la “champions league de Zapatero” que superó los 6.000.000 de parados.

Eso sí, ahora, muy progresistas que es de lo que se trata, en su intento de formar un gobierno de esta condición, que no resulta ser más que una falsaria etiqueta, falsa donde las haya.

Para ello, ya no recurren al acordeón, sino al Tezanos exigido por Iván Redondo con frecuencia quincenal para que no decaiga el ritmo, mientras que desde la secta progre y a través de su panfleto oficial de La Sexta, nos sermonean a diario entre las bambalinas de un progresismo que llegó desde Venezuela… y a la cazuela.

Progresistas de salón por aquí, pero pajaritos por allá.  O lo que es lo mismo: progresistas por aquí, pajaritos por ahí .

¡Qué bien afinan el acordeón!

16 febrero 2019

QUE SI CHURRAS O MERINAS: -LA GRAN FARSA DE #ELPROCÉS



Con la que está cayendo lo más insano que sufre la sociedad española de esta última década es el dardo envenenado que viene punzando sobre su piel de toro -tanto en cuanto su resultado es de final y alcance impredecible- mediante una escenografía urdida a conciencia sobre el actual tablao del esperpento, avivada por el poder mediático, dando vida a un guión mutado al salón de nuestras casas en su objetivo de influir en nuestro quehacer diario, que, visto lo visto, lo consigue pese al hartazgo nacional.

Lo bien cierto es que todos los españoles tuvimos ocasión de presenciar a través de las televisiones, un 27 de Octubre del 2017, cómo, desde un suntuoso palacio, vestido con todo lujo de detalles a cargo de los Presupuestos Generales del Estado, esos que pagamos todos, vimos, les decía, cómo la mitad de los parlamentarios autonómicos situados en gloriosa escenificación desde su balaustrada interior y con el President Puigdemont al frente,  batuta en mano, cómo se proclamaba la República Catalana, cuya teatralizada voz y a través de los altavoces, salía al exterior de la calle donde esperaban el mensaje sus adoctrinados seguidores.

Sustentado todo en un imaginario histórico inexistente: el de la Gran Farsa, moteada como  #ElProcés

Han pasado los últimos catorce largos meses, el necesario para que con el beneplácito mediático y con la increíble ayuda del Poder Judicial que en su dejadez ha posibilitado la tramoya, unidos por el sucedáneo “del buenismo”, tan en boga, y sahumada con la eficacia de la caja tonta, prensa y medios digitales, cercanos o no  a la gran farsa, donde, todos a una como en Fuenteovejuna, han laborado para que lo que fue un rotundo y nítido acto golpista, ahora se cuestione, y que aquel manifiesto -que si churras o que si merinas- navegue día tras día sembrando la duda para la ciudadanía, en su consideración de bien un presunto delito de rebelión o en la conveniencia del de sedición, o de ninguno de ambos, que también se escucha con gran desvergüenza.

Es decir, como si aquel día no hubiera existido en nuestro almanaque. Como si nada hubiésemos visto en la tele aquel día, cuya noticia tuvo alcance universal.

¡Catorce largos meses para esto!

Mientras tanto, los actuales presidentes de la Generalitat, el Torra, y el Presidente del Parlament, el Torrent, no han dejado ni un sólo instante para seguir en lo mismo, malversando, en su afán de consolidar el golpe institucional, sin que hayan actuado ni policías, ni jueces, amén de con el silencio cómplice de conocidos medios, incapaces de denunciar ante la opinión pública una legislatura autonómica en la que el constante choriceo de nuestros impuestos, los míos y los de Vds., era y es la costumbre habitual de la casa: la del otrora “seny catalán”, tal y como sucedió con sus antecesores: ahora uno desertor de la justicia en su Waterloo como refugio, y la otra, la Forcadell, en la cárcel.

Y en todo este contexto, el destarifo y machacón, inasequible al desaliento, cual desprecio a la inteligencia humana, donde se insiste desde los medios, a cargo de “tertulianos de oficio” y "políticos de medio pelo", fariseos en suma, en la necesidad de negociar lo innegociable, cuando en realidad y “ellos lo saben”, resulta ser un imposible, toda vez que los independentistas, en esta guisa, adoptan la forma de un desorejado frontón con el que es imposible consensuar.

Ni siquiera la modalidad en la que jugar a la pelota.