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27 noviembre 2009

LA DIGNIDAD EN CATALUÑA

La dignidad en Cataluña

La dignidad no puede estar en juego desde sectores ajenos lacerando la de quienes procuran por ella. La dignidad, individual o colectiva, no es un concepto que se puede moldear desde el exterior. La dignidad es más bien un atributo interno que sólo lo ostenta quien se lo merece laborando por ello, por mucho que se vea atosigado desde el exterior, más por un victimismo que rentabiliza, que por una amenaza inexistente.

Y sólo desde la propia dignidad se enmienda cualquier infundio. Basta que éste sea falso y cierta la dignidad de quien intenta sostenerla.

Próximo el fallo del Tribunal Constitucional, estamos seguros vele por su propia dignidad como órgano superior de la soberanía nacional cuya propiedad no le corresponde, sino a la totalidad del pueblo español, único poder soberano que como tal nos lo vendieron y que el Alto Tribunal tiene la obligación de salvaguardar. Lo lamentable sería si tan honrosa institución cuestiona su propia dignidad con un fallo que mancille su nombre, en el supuesto de que sea su intención la de que todos queden contentos sin satisfacer a nadie.

Malamente se puede ufanar de dignidad cuando se utiliza la presión o se anuncia la amenaza de jornadas de clamor e incertidumbre.

La dignidad de Cataluña está en juego, sí, pero son los mismos catalanes – los políticos y los medios de comunicación -quienes han lanzado los dados sobre la timba de sus propios merecimientos.

20 noviembre 2009

EL ALAKRANA, LOS ZURCIDOS Y LAS ESCUCHAS.

Alakrana los zurcidos y las escuchas

Ah, de las monjitas del Convento de la Encarnación que de sus manos humildes y cansados, pero jamás agotados, unidas al esfuerzo en sus ojos donde se anidan dulces arrugas, ponen toda la ilusión del mundo en enmendar cualquier descosido con sus mejores zurcidos, hasta dejar un paño impoluto desde la humildad de la clausura.

Sin embargo, y ya en el mundanal ruido que nos absorbe, nada es lo que parece, y detrás del mejor zurcido se esconde un roto en el que subyace otro de mayor alcance; muy oculto, por supuesto, por temor a que su urdimbre de cochambre nacida desde la improvisación y la incompetencia, aflore a la superficie.

De lo que se trata pues es de lucir con garbo el apaño con final feliz, gracias, eso sí, a unas manos diestras y en este caso siniestras en el cosido, siempre a la espera de recibir el aplauso a una tarea de la que se sienten ufanos.

Sin embargo, sólo las familias y amigos de la tripulación del Alakrana tienen motivos sobrados para estar contentos, por lo que habrá que felicitarles por volver a tener en sus casas a los seres queridos.

Pero quienes también están contentos son los piratas triunfantes, los bucaneros del Indico, vencedores de su órdago y que como pago a su trabajo, han recibido el maná, pero no el de los cielos, sino el de las mochilas preñadas de billetes con cargo a no se sabe qué partida presupuestaria, a cuyo disfrute se han solazado de inmediato atrincherados en la costa africana bajo el refugio de las palmeras y a salvo de la comunidad internacional de la que se pitorrean.

Quien debe de tener mucho trabajo es Rubalcaba, ya que dirigiéndose a un diputado popular en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Carrera de San Jerónimo, le dijo - víctima de un subconsciente en su estado más puro- que “escucho todo lo que dices, veo todo lo que haces” (sic), por lo que debe de ser mucho el trabajo en sus manos al verse ocupado en esta guisa todos los días del año.

Ausente en Rubalcaba la humildad de la clausura, su agotamiento debe de preocuparle. Más, si cabe, porque su fijación no se ciñe en exclusiva a Carlos Floriano, el diputado popular a quien le dirigía estas palabras, sino lo obvio es que vuelque sus desvelos a toda la bancada popular, dado el amor inmenso que por ellos tiene. De ahí su extenuado esfuerzo y pérdida de control, lo que le ha llevado a José Bono a socorrerle, quizá por la caridad cristiana que a éste le envuelve.

Ocultos temporalmente el par de leones de bronce del Palacio de Congresos, protegidos de las obras urbanas próximas a su fachada, alguien debe permanecer atento a la vigilancia de quienes cruzan su puerta. Qué mejor reemplazo que el de la mirada atenta que todo lo ve, la del ínclito Rubalcaba, el fiel y celoso guardián preocupado por la “salud” de todos los españoles a cuyo cuidado se dedica gracias a la unión y fortaleza de los tres poderes, el ejecutivo, el legislativo y el judicial.

Mientras que en la distancia y en su retorno a las dos Españas, Zapatero divide a los españoles mancillando una transición ejemplar, con rotos, con descosidos, ausentes los necesarios zurcidos de monjas de manos limpias, que, por otra parte, y dicho sea de paso, los amigos de la Academia del Cine Español niegan la producción de una película que nos hable del martirologio al que fueron sometidas.

Y dicen, que el que no recuerda su pasado, está condenado a repetirlo.

¡Cuánta cara!

15 noviembre 2009

¡MANDA HUEVOS!

manda huevos

¡Manda narices!

Igual alguien diría, ¡manda huevos! Pues sí. ¡Manda narices!, y ¡manda huevos!, que haya tenido que ser Don Francisco Camps quien se disculpe ante el insolente Ángel Luna.

¡Manda narices y manda huevos!

Que se sepa, sólo los Santos Padres en los últimos lustros son los que han tenido la caridad cristiana de pedir perdón en nombre de la Católica Iglesia por ciertos actos que, si vistos desde nuestros días pueden parecer todo lo más alejados que se quiera a sus propios postulados de hermandad, trasladándonos a sus años de guerras de religión, si no justificados en la actualidad, sí nos pueden parecer entendibles en su tiempo.

Conste que su disculpa ha sido lo más aconsejable ante la salida de foco parlamentario de Paco Camps. Pero… ¡manda narices!, y manda huevos! lo haya hecho ante quien de manera tan sistemática como fuera de lugar utilizando toda clase de mentiras, le ha lanzado durante muchos meses, no sólo en acto parlamentario sino a través de la prensa (incluso contra su familia) toda clase de insultos, desde los tabernarios hasta los soeces, más propios del obsceno más innoble que de quien se presenta como Síndico de unas Cortes gracias a un proceso de dudosa puesta democrática.

Sin embargo, y en referencia al episodio de la cuneta, también presente en otras manidas tramoyas, jamás supe de nadie que por parte del socialismo español haya perdido perdón por sus desmanes y manos de sangre en una andadura iniciada en 1931 y que continuó durante la II Republica en Asturias (1934) principalmente, entre otras regiones de España, y que alcanzó su mayor virulencia entre los meses comprendidos de febrero a julio de 1936, llegando a su mayor estruendo de persecución religiosa contra inocentes en los tres años de guerra incivil. Guerra que ellos mismos deseaban, y a la que los exaltados se dedicaron desde aquel fatídico día del 11 de Mayo de 1931, veinte días después de la instauración de una añorada Republica.

Desmanes estos, por decirlo suave, consentidos y auspiciados por el PSOE de la mano de un colérico Largo Caballero que (con anterioridad complaciente con Primo de Rivera) cambió de piel, presentándose en la República como el más radical de todos.

Jamás supe de nadie por parte del PSOE que pidiera perdón de aquel oscuro pasado, al que tratan de ignorar escondiéndolo en las cunetas de su particular historia.

El “curita Alarte” alude a la fortaleza del PSOE ratificada por sus 130 años de honradez, que olvidadizo, no cae en la cuenta que cuando soflamaban desde la falsedad sus primeros 100 años, ya en certera aseveración, el genial Eugenio, anunciara su corte de ciclo con un irrebatible “acudit” de “sí, pero…ni un minuto más”; por lo que no sé de dónde saca sus cuentas el “curita de Alacuás”, quien ha lanzado una piedra judicial contra el Partido Popular, pero escondiendo la mano.

Lo que no tengo claro, es si la salida de tono de Francisco Camps es debida a la actitud de nueve meses del impúdico Ángel Luna, personaje que henchido de manifiesta malignidad, aprovecha cima su escabel apoyándose en el atril al que deshonra, todo su hedor, y que sumada toda su ruindad, es el más claro exponente del mal anidado en un sector de la izquierda española que presumiendo de todo lo que carece, es más proclive al exterminio del debate parlamentario, tal y como estamos viendo en los últimos meses en las Cortes Valencianas, utilizando en su abandono el recurso a la mentira y a la desvergüenza.

No tengo claro, decía, si influido Francisco Camps por la falta de apoyo de la propia dirección del Partido Popular, manifestada por su actuación contra Ricardo Costa y algunos comentarios más de quienes a él han recurrido en el albero de nuestra Plaza de Toros, tantas cuántas veces le han necesitado, sea ésta la razón que le ha llevado a sentirse inseguro, y de tal guisa, haya sido la causa de un error a cuya disculpa ha recurrido.

Pero… ¡Manda huevos!

08 noviembre 2009

DÍA 7: ARÉVALO EN NUESTRO REGRESO

Arevalo

Ya en el día de nuestro regreso de tierras castellanas, hicimos una parada para visitar Arévalo. En nuestra anterior visita del pasado año, la ciudad estaba inmersa en unas obras por todo su centro histórico, y dada la belleza de su mudéjar, quisimos aprovechar la ocasión para ver su estado. Las obras aún no han alcanzado su final, dado que las posibilidades económicas no andas muy boyantes, tal y como nos informaron un par de vecinos bajo la puerta de la Casa de los Siexmos, (lugar donde se ratificó el Tratado de Tordesillas) allí protegidos tanto del frío como del no muy fuerte viento que llegaba a la plaza.

Efectivamente, Arévalo es una villa de rica historia en la que existen vestigios del paso de los romanos, visigodos, árabes, y siglos más tarde lugar de residencia en los años infantiles de Isabel, la después Reina de Castillas, así como también donde viviera un tiempo Germana de Foix, la segunda esposa del Rey Católico; precisamente en la misma casa donde habíamos entablado grata conversación con los dos arevalenses.

La Venta de San José, ya en la provincia de Cuenca, fue la opción escogida para nuestra última comida, donde la gastronomía conquense tiene uno de sus mejores reductos. Dejamos nuestras preferencias por la carne, de la que ya habíamos disfrutado durante la semana. El morteruelo, los judiones estofados, la orza, junto a un buen lomo de bacalao signaron el punto y final a un recorrido por tierras castellanas, siempre acompañados por el buen tiempo, que aunque frío, no restó de nuestro disfrute.

Ya anochecía, cuando pasando próximos a Cheste rugían los motorizados que abandonaban su circuito en jornadas del Gran Premio rumbo a Valencia. A paso lento, pero seguro, llegamos tranquilos a casa relamidos de un buen viaje, tal y como estaba previsto. Menos la visita al concesionario de Opel que pronto habíamos olvidado.

DÍA 6: OLMEDO: SU CABALLERO. TORDESILLAS: SU REINA JUANA.

Olmedo

 Olmedo es la villa de los siete sietes, o al menos así era reconocida cuando allá por el XVII, la ciudad amurallada, además de sus siete arcos de entrada, tenía siete iglesias, siete conventos, siete plazas, siete casas nobles, siete fuentes y siete pueblos de su alfoz; y que debe su nombre a los robustos olmos que la circundaban.

Situada a cuarenta kilómetros de Tordesillas, Olmedo, ciudad donde naciera Bartolomé de las Casas, el gran defensor de los indios en la América colonial, goza de la peculiaridad del arte mudéjar que fluye por doquier. Y junto a ello, surge la leyenda que inmortalizara Lope de Vega, la del Caballero de Olmedo, así como el atractivo añadido de la visita a un parque temático que en un recorrido de casi una hora, muestra en maquetas la simulación de las iglesias, conventos y castillos del más genuino mudéjar sitos en la Comunidad Castellano-Leonesa.

Parque al aire libre que, también en miniatura, recorre y de forma constante, un tren en el que no falta la simpática presencia de sus estaciones y puentes, como no podía ser de otra manera, dada su pretendida fidelidad al circuito por todos los municipios en los que existen los monumentos tan eficazmente conservados.

Con anterioridad y después de callejear por la población a través de un recorrido recomendado contemplando sus monumentos más preciados, asistimos a la recreación teatral del Caballero de Olmedo en el Palacio de su nombre; Museo dispuesto de la más avanzada tecnología para ofrecer al visitante el trágico drama de su caballero de leyenda, salido de la pluma teatral del Fénix de los Ingenios.

Cominos en Tordesillas, en el Torreón, un restaurante donde Jeremías trata con cariño a sus clientes desde su asador a la vista de quienes luego dan cumplida cuenta de sus viandas.

Tras un pequeño descanso de pijama y orinal, visitamos la Casa del Tratado, lugar donde en 1594 España y Portugal fijaron el meridiano que les partía el mundo para sus descubrimientos, hecho histórico que se ofrece en una sencilla pero muy completa exposición. Coincidía el día con el aniversario del nacimiento de la reina Juana, la hija de los Reyes Católicos, muy querida y respetada en la actualidad por la ciudad de Tordesillas. Por tal motivo, hubo un encuentro junto a su estatua de bronce en grato homenaje y el pase de la película de Vicente Aranda en la Casa de Cultura situada entre la del Tratado y la Iglesia de San Antolín, donde presenciamos un simpático acto de recuerdo a la que fue soberana de Castilla. Reina recluida en un convento de la villa en sus últimos cuarenta y seis años de vida, en los que no pudo ejercer su reinado.

DÍA 5: SIMANCAS, VALLADOLID Y ZORRILLA

Valladolid dia 5

Después del palizón del día anterior que nos dejó bastante cansados, una vez repuestos y ante un día frío con alguna que otra nube que no amenazaba lluvia, nos dirigimos hacia el Archivo General de Simancas. Está ubicado en un magnífico castillo donde los historiados sacian sus deseos de investigación, gracias a los más de veinte millones de documentos que acreditan la historia de España desde los tiempos de los Reyes Católicos hasta mediados del XIX. Lo hicimos a sabiendas de que sólo en el caso de existir alguna visita concertada y en el supuesto que nos admitieran en la misma, podríamos adentrarnos en el Archivo. En estas visitas no es mucho lo que enseñan, toda vez que procuran causar el menor estorbo a quienes investigan en los legajos del pasado. Pero valía la pena la visita, al menos hacer unas fotos de su entorno, y percibir más directamente que al interior de sus muros, acuden gentes de todo el mundo interesadas en la historia de una de las naciones más vieja de Europa.

Gracias a la amabilidad del encargado de controlar su acceso, pudimos hacer unas fotos del patio interior, imaginando, al penetrar nuestros pensamientos por sus ventanales, las ilustradas salas convertidas por momentos en morada del paciente investigador.

Simancas está a un paso de Valladolid, donde una vez ya situados en su plaza Mayor, dirigimos nuestros pasos hacia la zona del Mercado, en cuyos alrededores íbamos a encontrar nuevas sorpresas de las muchas que se albergan en la ciudad castellana.

Junto a su Mercado se alza enorme el templo de San Benito, y anexo, el Claustro Herreriano que le dota del mismo estilo, y hoy Museo de Arte Moderno. Nos sorprendió el claustro por sus dos alturas con arcos de medio punto y columnas dóricas abajo y jónicas en la primera planta. Las estatuas sedentes de bronce de los reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía, de gran tamaño, sentados en el claustro en actitud complaciente ante la belleza de sus arcos, significó la ocasión para una foto junto a tan magna pareja, como un buen recuerdo de nuestro paso por el Museo. Disfrutamos de una exposición de Saura en la que se muestran todas las facetas del genial director español, entre las que destacan sus dibujos reflexivos con retazos de gracia.

Tras un pequeño callejeo, nos topamos de pronto con el templo de San Pablo, dominico, de grandiosa puerta barroca situado en una plaza amplia, y flanqueado en una lado por el Colegio Mayor de Felipe II en cuyo jardín delante destaca la estatua del Rey Prudente, y en el otro, la sede de la Diputación Provincial, lugar donde naciera Felipe II según reza en su fachada. Unido a la Iglesia de San Pablo, el museo de San Gregorio, también dominico, todo en un conjunto armonioso y monumental, afortunadamente salvado de ansias desamortizadoras.

Cercana, la casa natal de José Zorrilla, el romántico por excelencia, en la actualidad un lugar de encuentro para los amantes de su obra. Tras cruzar su dintel, destaca de inmediato su ajardinado patio interior con buganvillas de gráciles rimas de cuya savia se amamantara al poeta. En su recorrido imaginamos que entre aquellos setos fuera por donde el pucelano más universal diera sus primeros pasos. En el centro del jardín destaca una pérgola circular donde se oculta un banco de piedra, fuente de inspiración al poeta y encuentro con sus musas.

En visita guiada recorrimos las dos plantas del edificio: la baja, lugar de conferencias, de lectura y de video, que muestra la vida del poeta vallisoletano; y ya en la superior, su profusión de pertenencias, tales como la cama en donde vino al mundo, su despacho que siempre llevo consigo, incluso en su periplo mejicano, su piano, el salón de visitas y una serie de objetos personales junto algún que otro regalo de su buen amigo Maximiliano, el Emperador de México, con el que colaboró como director del Teatro Nacional.

La casa natal de José Zorrilla, de propiedad municipal, tiene la proyección de trasladar al visitante el espíritu de su hijo predilecto, incitando al conocimiento de su obra, más allá de la simple constancia de su nombre extendido por toda la ciudad, en forma de paseos, de jardines, de estatuas, de su teatro en homenaje, en diversidad de cafeterías y como objetos de souvenir. “Qué bien he dormido y cuánto he escrito”, fueron las últimas palabras del más romántico de los poetas que falleciera en Madrid, reposando sus restos en el Panteón de Hijos Ilustres de su ciudad natal.

Comimos en Casa los Zagales, restaurante recomendado y cuyo consejo agradecimos.

Antes de abandonar Valladolid, dimos un recorrido con el coche que nos sirviera para intuir la belleza de sus jardines, así como dar un vistazo a los márgenes del Pisuerga, aprovechando su “paso por la ciudad”. Cómodo recorrido que, aunque de forma somera, nos dio el conocimiento de sus arrabales en los que nos sorprendió observar que en su crecimiento constante, la existencia de los soportales no es un patrimonio del pasado. Lo que demuestra la atención que se presta a la ciudad para que siga creciendo tal y como lo fuera en sus orígenes.

DÍA 4: ÁVILA Y SU CATEDRAL DESCONOCIDA

Avila dia 4

 El día nos amaneció con cielo limpio, pero con mucho frío a ras de tierra. La ruta elegida de Tordesillas a Ávila es de poco más de una hora y tanto en cuanto íbamos acercándonos a la ciudad amurallada, un grueso de nubes restaba el brillo que iba quedando atrás, como abandonándonos. Ya próximos a Ávila una ligera llovizna mojaba la carretera y las nubes sobre la ciudad nos hicieron coger el paraguas del coche temiendo su necesidad. Aparcamos y nos dirigimos a la zona de la Catedral, que tras su visita, y al salir del templo, tuvimos la grata sorpresa de que las nubes se estiraban mostrando medallones azules cada vez de mayor tamaño. No obstante, y aunque en el resto del día volvieran las nubes a cubrir el cielo, el recurso al paraguas fue innecesario, quedando un día que aunque frío, el callejeo por la retícula abulense, quitando el cansancio que poco a poco se iba acumulando en nosotros, el encanto monumental dentro de la muralla allí existente, completó una jornada de gran atractivo, como lo justifica la declaración que goza la ciudad por parte de la UNESCO en su consideración de pertenecer al Patrimonio de la Humanidad.

La visita a la Catedral significó el descubrimiento de que su belleza interna supera a la majestuosidad que su templo ofrece, anexo a la muralla. Y ello, pese a estar en fase de restauración, lo que nos impidió contemplarla en su totalidad. En su claustro, cubierto por andamios y cortinajes, aún permiten los mismos observar la belleza de sus pináculos, pero lamentamos no poder disfrutar con la belleza de sus bóvedas de crucería y ricos alzados.

La parte más antigua de la Catedral, la de su girola, es del siglo XII y el contraste de los tonos rojizos incrustados en la piedra gris por su componente arcilloso, que como si fuera producto de una singular policromía da a su interior un singular aspecto como emblema de su identidad, da la sensación de ser más bien sangre lo que fluye de sus piedras, cual metáfora de la que ofreció el Salvador por todos sus hijos.

También es singular su trascoro de obra caliza y labrada imaginería, así como una capilla de finales de siglo XX en honor a Santa Teresa que brilla con luz propia en uno de los laterales del templo. Es de resaltar en la visita a la Catedral de Ávila, la sacristía, con su colección de casullas y dalmáticas moriscas, así como la de orfebrería, que luce espléndida junto a la de tablas románicas.

Pero la más grande sorpresa y por ello lo que nos resultó más grato, es haber sabido de una Catedral para muchos desconocida y que como tal es ignorada, según comentarios de quienes así los expresaban.

Paseamos por la cercana y amplía Plaza en honor a San Teresa, la egregia hija de la ciudad, con su Iglesia románica de San Pedro al fondo. También próximo, un amplio mirador nos ofreció una hermosa vista de la muralla al exterior, y el lecho urbano que se extiende a sus pies.

Nos decidimos por comer el famoso chuletón de Ávila, de “visita” obligada en estas circunstancias al que le dimos la respuesta obligada. Habíamos aceptado la atractiva oferta de una visita a la ciudad en un trenecillo que la recorre entrando y saliendo sus murallas. Lo que contribuía como el mejor complemento para conocer mejor, como un flash general, todo el entorno de la ciudad.

Abandonamos Ávila con el buen sabor de boca de que la visita bien había valido la pena, tanto por la belleza que encierra, como por la paz y tranquilad que la invade cercada la ciudad por sus más de dos mis quinientas almenas que signan su universal personalidad.

Cuando llegamos a Tordesillas el cansancio había entrado en nuestro cuerpo. Ya sólo nos quedaba aprovechar las horas de descanso en el terminar del día.

DÍA 3: VALLADOLID Y SU CENTRO HISTÓRICO

Valladolid dia 3

La prescripción meteorológica nos anunciaba un buen día, pero sus técnicos no tuvieron en cuenta que no sólo dependemos de las isobaras, ni de las nubes de ubres dispuestas a su alivio. Fue cuando al poner el coche en marcha bajo los pinos frente a la entrada del Parador en Tordesillas, el plan del día tuvo el amanecer de irse abajo porque una avería en el coche así lo anunciaba. Algún día tenía que suceder y todos tenemos que pasar por ese puente, frágil al tiempo, en cuyo remanso el peligro acecha sin el poder de preverlo. Menos mal, y siempre es de agradecer, que éste no llegase circulando por la carretera. Visto de esta manera, aún tuvimos que dar las gracias y avivar la esperanza de que su solución fuese rápida. Una grúa próxima nos trasladó al concesionario de Valladolid, donde tras el chequeo del motor y detectada la avería, el tiempo para su reparación no iba a ser superior a una hora. Bueno… como siempre suele suceder en estos lances, fue algo mayor el empleado en su reparación y tras pagar la factura, de coste afortunadamente inferior al que presagiaba y con el coche limpio, pues tuvieron la cortesía de su lavado en el Concesionario Opel, tras agradecer la atención que en todo momento nos dispensaron nos trasladamos a la Plaza Mayor de la ciudad bajo cuyo suelo aparcamos el coche. Dada ya la hora, tocaba con la de cumplir con el deber sagrado de la comida del mediodía y aledaña al centro, una zona de tapeo era la mejor opción donde saciar nuestro apetito. Recurrimos pues a unas cuantas y muy generosas raciones en un tasca próxima, en la que los huevos rotos presentados en una sartén y pese a la sencillez de su confección, y con el recuerdo de la madrileña Casa Lucio, nos resultaron el plato más sabroso; sin despreciar una cazuela de caracoles, un buen surtido de ibéricos acompañados de quesos, rematando la comida con un arroz con leche, casero, en su punto exacto de melosidad y textura.

Paseamos por el centro histórico de la ciudad, camino de la zona de la Catedral y demás puntos de referencia, como lo son la Universidad, las cercanas Iglesias de María la Antigua (cuyos alrededores están sometidos a búsquedas arqueológicas de carácter impredecible dado el sitio en que se encuentra) y Nuestra Señora de las Angustias. Nos detuvimos ante el Teatro Calderón de la Barca que junto al de Zorrilla sirven sus galas para una eficaz representación del Siglo de Oro español, del que la ciudad castellana se siente orgullosa. No sólo destacan en este entorno los monumentos citados, pues la herencia de la capitalidad de España en la Valladolid de principios del XVII dejó su sello a simple vista, el que se aprecia observando la sucesión de soportales con sus balcones de hierro fundido, sus buhardillas y la diversidad de capiteles que lucen sus columnas bajo las casas, así como las piedras de sillería, el ladrillo de cara vista que viste de rojo las fachadas junto el gris del granito, donde queda la impronta de la riqueza que tuvo la ciudad, gracias, especialmente, a los intereses particulares del Duque de Lerma al otorgarle la capitalidad del Reino de España durante unos pocos años.

La Catedral herreriana, inacabada y con pretensiones de ser la mayor de Europa, y que iba a ser superada sólo por la Basílica de San Pedro en el Vaticano, pero que por falta de medios, su edificación, según el proyecto de su creador Juan de Herrera, quedó paralizada cuando alcanzaba un tercio de su ejecución.

En su interior, visitamos el Museo Diocesano y Catedralicio, un conjunto de capillas funerarias junto a una selección de pinturas, de orfebrerías, de marfiles, de ornamentos y demás obras procedentes de parroquias extinguidas de la Diócesis.

Tras la Catedral y en una plaza ajardinada donde luce elegante Don Miguel de Cervantes sobre gran pedestal, brilla en su esplendor la Universidad de puerta barroca, donde destaca delante un atrio con columnas de piedra en las que lucen leones portando blasones distintivos del centro docente. Dice la leyenda que el estudiante que pretende contar el número de estas columnas, no llegará a alcanzar a final del curso la suficiente nota para su aprobado.

TORDESILLAS Y SU ENTORNO

Parador

Día 2: Tordesillas

En nuestra intención de repetir viaje por tierras castellanas prevalecía en primer lugar nuestra visita a Valladolid, ciudad a la que a sus muy buenas referencias se unen su carácter de ciudad tranquila, la sencillez de su gente y su esmerada conversación, en la que el sabor de lo antiguo luce en todas sus calles tal y como tuvimos ocasión de comprobar. También estaba en nuestra agenda pasar un día en Ávila, ciudad que aunque ya conocíamos, nuestro deseo era verla con más detalle.

Llegamos al Parador de Tordesillas a la hora de comer y aunque habíamos decidido ir a la Plaza Mayor de la Villa al atardecer, después de una buena siesta y la opción de su piscina climatizada junto a su relax, hizo que no lo abandonáramos, ocupados en nuestro descanso.