Nos lo decían en el colegio en nuestros años de primera enseñanza refiriéndose a las partes de las que consta la Historia y que la dividían en dos. La que se corresponde con anterioridad a la existencia del papel escrito la definían como la Prehistoria, de cuyo conocimiento se documenta el investigador a través de los hallazgos tras múltiples excavaciones, como pueden ser los huesos humanos, los de los animales, así como restos cerámicos y la existencia de pinturas en las cavernas que dan información de cómo eran y de qué forma vivían nuestros primeros antepasados. Y de todas aquellas huellas hemos ido conociendo sus aficiones, así como sus avances; al igual de su gusto por los colores entre los que predominaba el rojo de la sangre de los animales que mezclada con los ocres de la tierra y con la majada de las hojas, lograban los tonos que pretendían para testimoniar la señal de su presencia.
De voz en voz se transmitían hechos y leyendas que se convirtieron siglos después en historias escritas utilizando pergaminos y vitelas hasta la aparición del papel, sobre el que los más preclaros historiadores recopilaron tanto las gestas como lo más infame, narrando para la posteridad el devenir de nuestra historia. Es entonces cuando se inicia la Historia abandonando su prefijo.
Desde el griego Heródoto, conocido como padre de la Historia, toda una suerte de ilustres personajes ha ido dejando sobre el papel, siglos después, nuestra historiografía hispana. Desde los pertenecientes al medioevo, como fueron Alfonso X el Sabio o Pedro López de Ayala, hasta los contemporáneos Menéndez Pelayo, Menéndez Pidal, Américo Castro, Salvador de Madariaga, Sánchez Albornoz, entre otros, quienes desde posiciones ideológicas diferentes (algunos de ellos exiliados motu proprio del franquismo) coincidieron en lo básico acerca de nuestra histórica nación española, la más vieja de Europa. Todo ello, gracias a la paciente investigación en archivos, bibliotecas y centros de prestigio internacional reconocidos, como por ejemplo el de Simancas, lugares de los que se sirven quienes desean conocer en mayor profundidad nuestro pasado gracias a la documentación allí existente, y que tras su correspondiente verificación con otras fuentes, que, si algunas matizan ciertos aspectos, coinciden en lo fundamental.
Sin embargo, un nuevo concepto seudo histórico confeccionado al menú de productos adulterados ha aflorado en los últimos años. Desafortunadamente cada vez con mayor cancha, y al que habrá que definir como una “tercera parte” de la Historia.
Nace de quienes dedicados a la falsificación -que no de la manipulación que por otra parte no desestiman- de unos hechos inexistentes salvo en la imaginación de sus autores, se dedican a la creación de historias urdidas desde la mentira con el único objetivo de imponer su dogma en una sociedad que por otra parte pretenden sea laica.
Así pues, y por lo visto, habrá que añadir una “tercera parte” que si de nombre por ahora indefinido, si sabemos de su contenido: el de la manipulación de la Historia, basada en ocasiones en la existencia de una leyenda negra escrita desde el exterior con el claro objetivo del desprestigio, o por la falacia del envidioso.
Osadía a la que nunca se dedicaron lo más florido de la intelectualidad española desde nuestro Siglo de Oro; al igual que los Ilustrados del XVIII, así como los liberales cultos del XIX, o las últimas generaciones tanto del 98, como del 14 o la del 27. Generaciones para quienes la evidencia de nuestra españolidad jamás pusieron en entredicho.
Quizá sea lo más apropiado definir esta dedicación post seudo histórica que ni siquiera merece la consideración de surrealista, como la de un canto a la ignorancia desde un menú barato a base de salsas que encubren malos productos en una época de crisis cultural, por supuesto ajena a la económica.
En especial dedicada a quienes están rendidos a la comunión laica en ruedas de molino en la almazara de su mente.
2 comentarios:
me alegra que te guste mi foto. Pero no deja de ser una imagen hecha por mi, así que... como cualquier persona cuando crea o hace alguna cosa, merece ser reconocido o mencionado.
Serkesita, pues tienes toda la razón del mundo y aquí consta mi reconocimiento.
Sucede que en este mundo tan enorme de Internet dejamos tantas cosas al libre albedrio, que estas cosas suceden.
De cualquier forma nunca lo hice desde la mala fe, sino para su aprovechamiento.
Aunque tardía, mi gratitud.
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