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17 septiembre 2010

HONDARRIBIA, EL BALUARTE DE LA REINA


14 Septiembre

Teníamos decidido dedicar un día a Hondarribia recorriendo sus calles y desde el mismo puerto tomar un barquito para visitar la zona playera de Hendaya, recorrido que se hace con una frecuencia de cada quince minutos.

Hondarribia es una villa fortificada en el Cantábrico que desde el siglo XIII y hasta el XVIII fue asediada repetidamente, pero defendida con eficacia por sus habitantes tenaces en su afán luchador y guerrero; al igual que durante la invasión napoleónica y posteriores guerras carlistas que causaron grandes destrozos en la villa dejando al Baluarte en estado de ruina. En su escudo de armas resalta su condición de ciudad muy noble, leal y valerosa. La villa fue fundada en los inicios del siglo XII y tiene la consideración de ciudad Monumento Artístico Turístico. En su casco antiguo destaca el Castillo de Carlos V, hoy restaurado para gozar de él como Parador de Turismo, situado en la Plaza de Armas, el punto más alto de la villa.

La Isla de los Faisanes, situada a muy poco de la desembocadura del Bidasoa cuya propiedad comparten España y Francia, fue el lugar donde se firmó “La Paz de los Pirineos” en el siglo XVII, así como otros acuerdos dinásticos a lo largo de su historia, lo que representa un atractivo en la zona por su pintoresca singularidad.

Primero contemplamos la ciudad desde el exterior escudriñando su zona amurallada, para continuar con un recorrido por su casco antiguo repleto de casas blasonadas, balcones corridos de forja y sus típicas casas con ventanas y balcones embellecidos con flores. La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción está situada en lo alto junto al Parador y caminando por una calle de fuerte pendiente en la que se encuentra el Ayuntamiento y pintorescos bajos comerciales, llegamos a una de las salidas de la ciudad bajo la Puerta de Santa María junto a un torreón. En su vista desde el exterior llama la atención la espectacularidad del recinto amurallado: Baluarte que fue construido en 1538. Destaca en lo alto de uno de los extremos un mirador como eficaz vigía de la zona.

La zona amurallada tiene una segunda puerta, la de San Nicolás, a la que se accede desde un puente de diseño moderno que nace en la parte nueva de la ciudad. Después de subir una suave pendiente se accede a él en el que la panorámica que se ofrece es digna de su contemplación.

Con el barquito llegamos a la playa de Hendaya de mayor extensión que la de Hondarribia, a la que retornamos para acudir a la Sidrería Laia, muy recomendada, donde teníamos reservada mesa. Construida en un caserío en las afueras de la villa, es de diseño moderno y elegante y con un menú que cambian a diario, del que salimos ampliamente satisfechos.

La tarde la pasamos en el Parador, relajados en sus instalaciones y con un último paseo por sus alrededores donde siempre queda un rincón pendiente en descubrir.

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