Todos, en alguna ocasión, hemos recurrido a determinadas frases más o menos livianas. Frases que, lejos de toda grandilocuencia, reúnen la garantía de su irrevocable aceptación toda vez que ellas encierran una especie de verdad absoluta, asumible, sin ningún tipo de matiz o claroscuro que pudiera cambiar el significado de quien la expresa. Las más rotundas son las que eluden la pifia o el desatino y resultan ser diáfanas y asequibles ante cualquier auditorio, aunque para su construcción se utilice el recurso a la chirigota o lo chabacano que podrá ser más o menos admisible en función del rango de su autor, incluso permisible en cualquier caso.
Me atrevo a manifestar que todos y en alguna ocasión, para finiquitar cualquier tipo de debate de meridiana claridad hemos tenido el atrevimiento de pontificar poniendo su punto y final a cualquier entuerto con la manida frase de “si mi abuela tuviera cojones no seria mi abuela, pues sería entonces mi abuelo”. Su efecto es fulminador, pues ninguno de los tertulianos osa cuestionar la evidencia de semejante axioma.
Mas no siempre determinadas aceptaciones gozan de la mención del buen gusto al trasladar su eco a un ambiente tabernario en el que la fuerza del rufián estrafalario, del zafio bravucón o incluso de la verdulera prepotente, muestran el graznido de su soberbia desde el sitial en que se encuentran, viéndose al cobijo de un palio laico con tufos de petulancia y con la altivez de baratillo que le viene de cuna, como es el caso que nos ocupa.
¡Por mis cojones! Por mis bravos cojones, debió añadir Leire Pajín en el reciente nombramiento de la sindicalista Nuria Espi, quien desde lo más bajo del escalón administrativo y sin ningún tipo de cualificación reconocida, se ha visto ascendida como Delegada del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas gracias a unos supuestos méritos que por lo visto han pasado con muy buena nota el filtro de los cojones de la nueva Ministra de Sanidad, cuya existencia, ostentosamente proclama.
Viendo la manifiesta nulidad de Rodríguez Zapatero en cualquier asunto de su competencia, al igual que en la formación de sus gabinetes que si por algo destacan es por sus carencias, no nos debe extrañar que sea el recurso a los cojones la mejor muestra del verdadero talante que tuvo la osadía de anunciarnos un día y que la Ministra de Sanidad se encarga de publicitar.
¡Será por cojones!
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