Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno, ha anunciado de forma implícita que el próximo día uno de agosto y en sesión de Cortes, va a pronunciarse sobre las declaraciones efectuadas ante la Justicia por el Sr. Bárcenas en las que éste alude a su persona.
Hará muy bien en dirigirse desde el Parlamento a la opinión pública y en especial a sus votantes, porque si lo que intenta es salir al paso, tanto de la insidia propiciada por los partidos de la oposición como de la de quienes a estos votan deseando saber la verdad, patina de largo.
Diga lo que diga desde el atril parlamentario de nada le va a servir, porque quienes proclaman a grito pelado saber la verdad, ésta, les importa un pito.
La única verdad que de verdad les interesa es la que se labora con la argamasa de la mentira para construir una verdad que sólo a ellos satisface.
En una sociedad como la nuestra en la que la Justicia ha sido el órgano que más ha propiciado la sentencia callejera (buena prueba de ello ha sido tolerar la publicidad constante de secretos sumariales), haciendo desaparecer no sólo la presunción de inocencia sino lo que es peor, el Estado de Derecho y dejar en el desamparo a quienes sufren el acoso del izquierdismo manipulador, el deseo de saber la verdad se ha convertido en un merchandising sin control de calidad, carente, por supuesto, de la más elemental higiene democrática.
¿Acaso alguien puede creerse realmente que quienes exigen el conocimiento de los hechos es esta su verdadera intención?
Sr. Rajoy, hable a sus votantes y de paso insista en el legado que le dejaron cuya mediocridad todos conocemos. Incluso por quienes aunque lo silencian, tuvieron la responsabilidad de llevar a la Moncloa al más inepto de los políticos conocido en España desde las taifas musulmanas.
Y no por lo que hizo, sino por lo que deshizo.
Y por supuesto, que todo hay que decirlo, apoyado por Rubalcaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario