¿De verdad querían saber la verdad los asistentes ayer en el Congreso de los Diputados a petición del Presidente del Gobierno Mariano Rajoy y bajo la presión “con distinto fin” de la oposición en sesión parlamentaría que se efectuó en el Senado por obras en la Cámara Baja?
La misma transcurrió tal y como les anuncié en mi anterior entrada bajo estos mismos renglones. Desde el civilmente sagrado lugar en el que los representantes del ciudadano tienen la obligación moral de ejercer sus funciones con la dignidad que el cargo obliga, Mariano Rajoy y como “hombre del día”, tomó en primer lugar la palabra para manifestar claramente que todas las acusaciones vertidas sobre su persona referentes a la actuación del Sr. Bárcenas son falsas, tanto en cuento se proclamó como un hombre honrado y con el derecho constitucional a ostentar tal distinción mientras los jueces no juzguen y condenen lo contrario.
Y salvo quienes ocupaban los bancos del partido popular, más algún que otro digno disputado, interesados en escuchar las necesarias explicaciones, que por cierto las dio con rotunda claridad, el resto de los presentes se mostró con el talante necesario para ser faro u guía de quien fijara en el refranero español el conocido como “dime de qué presumes para decirte de que careces”. Inspiración surgida en la mente de su creador al observar personas de una condición semejante a quienes ocupan las bancadas de la izquierda española.
Vamos, desde las actuaciones de personajes calcados a estos mismos y sin un ápice diferenciador.
Una cuadrilla de gañanes, porque el sustantivo les viene al pelo, que se distinguió en su turno de palabra por la carencia del más elemental respeto hacia un Presidente que de forma contundente, una y otra vez, les estaba remitiendo a la necesaria sentencia de un juez que está investigando unos indicios que hasta la fecha han sido manifestados por su instigador, en la actualidad en presidio, en diferentes facetas; por lo tanto, carentes de respeto.
Una cuadrilla de insidiosos que en modo alguno está interesada en conocer la verdad porque en sus mentiras de cuna y cual ariete que utilizan, lo único que les interesa es el deterioro de una convivencia nacional que cuando han tenido ocasión de tenerla en sus manos la han lanzado por la borda.
Qué fácil hubiese sido adoptar la presunción de inocencia que la Constitución exige y al mismo tiempo pedir el abandono de la política si se prueban unas insidias que el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, desde tan noble tribuna desmentía.
Pero para ello sería de recibo que tan semejante cuadrilla de cainita condición, tuviera una dignidad que nunca ha tenido.
De semejante cuadrilla de personajillos de medio pelo, sin duda alguna, debió salir la luz que inspirará al autor de tan enriquecedor dicho del refranero español:
Dime de qué presumes y te…
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