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27 octubre 2013

LA CORRUPCIÓN

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Es innegable la existencia de la corrupción política tanto en cuanto y no sólo en los últimos años, sino desde pocos después de la transición democrática cuando vimos cómo el enriquecimiento personal en altos cargos de los partidos políticos que, habiendo partido con lo puesto, se iban alineando en el bando de los de alto standing.

Pero no voy a caer en el tan socorrido “y tú más” con el que se trata de ocultar las banderías de los propios.

La corrupción política en los partidos políticos se resuelve en las urnas; y asunto zanjado.

Estamos en tiempos convulsos urdidos desde poderes fácticos que navegan favorecidos por un adoctrinamiento escolar producido en los más importantes entes autonómicos nacidos en virtud de la Constitución de 1978.

Y este hecho constatable ha alcanzado tan alto grado de corrupción docente que para nada contribuye a la paz social necesaria en nuestras vidas. Problema fundamental que no se resuelve en la urnas, toda vez que para su higiene, son necesarias nuevas medidas docentes en su limpieza intelectual, al tiempo que emplear el mismo periodo de años que el utilizado para haber corrompido la juventud de las últimas generaciones.

La corrupción en el sector privado como en el público ha alcanzado tan elevado grado que sólo la lentitud de la Justicia ha contribuido a que sea la sociedad quien juzgue y sentencie, al igual que lo sucedido en la vida política con juicios sumarísimos en los que la constitucional presunción de inocencia ha sido sustituida por las callejeras sentencias y condenas irrevocables.

El cuarto poder, el de la prensa, al servicio de su cuenta de resultados, ha dejado de ser un medio informativo al ciudadano para derivar sus páginas hacia tintes sensacionalistas tendentes a aumentar sus tiradas adentrándose en el campo de la corrupción comunicativa ante un lector que sólo atiende a lo que le conviene.

Y por si poco fuera lo que está sufriendo la sociedad por culpa de todos estos siniestros ademanes, cual toxico gusano, la corrupción también se ha infiltrado en los tribunales de Justicia, tal y como tuvimos ocasión de comprobar en el Constitucional español que tardó años en juzgar el desmán del Estatuto de Autonomía catalán, cuando en muy pocas horas podía haber sido sentenciado su improcedente deseo, ausente de todo rigor, no sólo histórico, sino por su lejanía al articulado de nuestra Carta Magna que los constitucionalistas falsamente defienden. El que partidos políticos nacidos de las ubres de ETA ocupen cargos institucionales, igualmente nos indica el grado de corrupción en el Tribunal Constitucional almacenado.

Y qué decir del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos que atentando contra la dignidad de las víctimas, se alinea con los deseos de quienes han producido las páginas más sangrientas en las calles de España.

Así es la corrupción que nos asola. En su voraz acción depredadora se ha infiltrado en todos las celdillas del panel de la colmena ofreciendo un producto de falsa miel, que cual tornillo sinfín, se ha ido introduciendo en todos los sectores: el político, el sindical, el de la prensa, el empresarial y el judicial. Órgano éste que con su actuación ha avivado más si caben los anteriores, renegando de sus obligaciones y dejando en manos de los ya súbditos, la capacidad de juzgar y condenar sus sentencias inapelables con el mismo afán que aplaudían al sagaz inquisidor cuando éste daba la orden de prender la hoguera.

22 octubre 2013

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo

 

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“Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias”.

Este es uno de los “considerandos” que han llevado al final de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que hacen suya todas las naciones en defensa de la dignidad de las personas. Y de la misma y desde su entrada en vigor, los Tribunales de Justicia se han impregnado de su significado en sus decisiones. O esto es lo que creemos.

Son las personas las que con sus hechos se definen a sí mismas en base a los valores de los que son portadores. Pero nada ni nadie les obliga a ello. De su acontecer, resolverán ante la sociedad que les corresponderá en la medida de sus actitudes.

No es así con las diferentes asociaciones cuya actitud debe basarse en la razón para las que fueron creadas.

Pero no todo el monte es orégano. Haberlos haylos que saben de atajos por donde burlar las leyes, aplicando otras leyes cuya única motivación es la de esquivar la más sustancial, a sabiendas de que van a encontrar el camino para exculpar al reo y hacer daño a la víctima. Y a fe que los hay.

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, conocido como Tribunal de Estrasburgo, ha dado el visto bueno a quienes empeñados en burlarse de la ley, han encontrado el camino para que penas de miles de años motivadas por los hechos probados de hacer daño a la humanidad, se queden en apenas una veintena de ellos a saldar con la justicia, sin tener en cuenta siquiera, que no sólo se van a liberar de sus sentencias la gentuza más sanguinaria, sino que las indemnizaciones impuestas en recompensa a sus víctimas (si con ellas fuera posible, que no lo es) se las han pasado por la entrepierna. Como es el caso de Inés del Rio, causante de treinta asesinatos, con una sentencia de 3.828 años de cárcel que se ha visto reducida a 26 años y a quien al mismo tiempo hay que indemnizar por parte del Estado Español en la cantidad de 60.000 euros más las costas.

Si daño es el que se hace a los familiares de las víctimas y a la sociedad entera (entendiendo a esta como la de la buena gente) con semejante y agraviada decisión, mayor es la estocada que se ha dado a sí mismo el Tribunal de Estrasburgo cuya autoridad moral y a partir de este momento queda en entredicho.

Inés del Rio está libre. Y el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos ejerciendo justicia. Como para echarse a temblar.

Y mientras quienes urdieron la estrategia para burlarlo brindan con sus copas al aire, a los miembros que deshonran a la Institución que debiera ser firme defensora de los Derechos Humanos y de la dignidad de las personas no se les cae la cara de vergüenza.

Este es el mundo en el que vivimos. El que nos toca vivir.

12 octubre 2013

EL DÍA DE LA HISPANIDAD EN LA CIUDAD CONDAL

EL DIA DE LA HISPANIDAD EN LA CIUDAD CONDAL

Hoy, 12 de Octubre, Día de la Hispanidad es una fiesta nacional que se ha celebrado en toda España y en países de ultramar. Y como en todas las fiestas, hay quienes concurren a ellas con mayor o menor intensidad. En nuestras fiestas falleras haberlos haylos que abandonan la ciudad hacía lugares más tranquilos, como sucede ante cualquier celebración festiva o conmemorativa que da ocasión a los acostumbrados puentes que facilitan la visita de otros lugares a quienes están interesados en conocerlos.

En los días de fiesta y que por su oficialidad cierran comercios, fábricas, talleres e instituciones públicas que suponen días de descanso para sus empleados que, por supuesto, los acogen con agrado, no todos los ciudadanos acuden a los actos que se celebran en honor a la efeméride que lo patrocina, como es lógico y natural.

Pero todo esto va ligado a la condición humana que en sus múltiples facetas el grado de afecto es tan variado como diferentes somos las personas.

Pero si se presume de pertenecer a una sociedad libre que ha superado momentos convulsos eliminando antiguos hábitos y costumbres, lo menos que debe exigirse a quienes se ufanan de ello es que su catadura moral no quede en entredicho.

El Ayuntamiento de Barcelona en una actitud que demuestra la ausencia de respeto hacia quienes dicen tratar como ciudadanos (qué gran falsedad) lo que la realidad de los hechos nos ha demostrado es su decidida actitud en considerarlos como súbditos y a los que hay que adoctrinar.

A Barcelona, la ciudad condal por excelencia, aún le quedan ancestros resabios de un feudalismo en el que su “nobleza” a golpe de espada y tentetieso tenía en un puño a unos súbditos que explotaban y de los que se beneficiaban.

La oficial cámara web de la Plaza de Cataluña en el día de hoy, durante toda la mañana y parte de la tarde, ha cortado su emisión para que el resto de los españoles no viera a quienes allí se congregaban con la única intención de cerrar una ventana al mundo a los interesados en asomarse.

Mentiras históricas, adoctrinamiento inquisidor y censura oficial. Esta es la única realidad manifestada hoy en la capital condal, la vieja ciudad más importante desde cuando una parte de aquel territorio español se le conocía como “el Principat”.

Listón, por cierto, que nunca superó pese a que los encargados de la “falsedad histórica” persistan en inventarse todo tipo de cuentos y de patrañas.

08 octubre 2013

UN CONCEJAL, JOAN RIBÓ

un concejal Joan Ribó

Odio los complejos; quizá o sin quizá no sea la palabra más adecuada, pero en ocasiones hay que mojarse. Los odio. Deberían de estar prohibidos. También debería estarlo el cáncer, pero ahí está. Y ojala los hombres, su tiempo y la investigación puedan lograrlo. Y de paso, también los complejos.

Y lo comento al hilo de la procesión cívica en torno a la festividad del 9 de Octubre que se va a celebrar en la Comunidad Valenciana; fiesta que debería de ser todos y que sin embargos haberlos haylos que se encargan de que así no sea.

La festividad se remonta ni más ni menos que a 1338 cuando se celebró el centenario de la Reconquista de Jaime I con ínsulas de Cruzada. Y se hizo tanto en cuanto significaba cambiar la piel al Reino de Valencia que pese a quien pese y a lo que falsamente se diga, ya existía como pueblo antes de la llegada del Conqueridor acompañado por tropas cristianas. Se trataba sencillamente que el viejo reino adoptara la religión cristiana por “derecho de conquista” y pasara a configurarse bajo las nuevas ordenanzas creadas por el Rey de Aragón, como lo fueron sus Fueros y las instituciones que de él derivaban en un territorio claramente definido y al margen del pretendido “falso poder”, como era el de los “nobles” que Jaime I quiso evitar. Y a fe que lo consiguió.

Y como no podía ser de otra manera, la festividad y el reconocimiento de aquella efeméride siempre se manifestó en torno a la Real Senyera y en acción de gracias a una fe que hizo posible el cambio de signo del pueblo valenciano. Primero pagano, después cristiano, luego musulmán y con vuelta de tuerca a sus raíces anteriores, que venían ni más ni menos de muchos siglos atrás, de cuando en Hispania y en acatamiento a las órdenes de Roma se adoptara como oficial la religión de Cristo.

Nada es casual en la Historia dicha sea con mayúsculas. Simplemente representa el pasado y a él le corresponde la propiedad de su autoría. Intentar cambiarlo desde el presente, que dicho sea de paso se ha convertido en el “deporte nacional”, sólo nos lleva al esperpento y al ridículo; y lo que es peor, al adoctrinamiento, que, por cierto, debería de caérsele la cara de vergüenza a quienes lo practican.

La izquierda valenciana está abiertamente en contra a que la procesión cívica del “9 de Octubre” discurra por la Catedral después de su salida con todos los honores de nuestra Casa Consistorial. En el presente año uno de los concejales, el Sr. Ribó, se ha negado a portar la Real Senyera para una celebración cuyo único sentido es el de conmemorar aquel histórico paso de una religión a otra. Pese a quien pese y se diga lo que se diga. Y por supuesto, acto festivo que, como no puede ser de otra manera, gira en torno a la Catedral y en agradecimiento a lo que significa. Y así desde 1338.

¿Son los complejos, o representa la ausencia de una motivación cultural? En ambos casos habría que añadir su razón al puro electoralismo que se “espigola” en el campo del adoctrinamiento laborado con nutrientes anticlericales que nada tienen que ver con el estado laico del que gozamos. Puro cerrilismo del que se aprovechan quienes pretenden ganar un puñado de votos despreciando las funciones de su cargo. Como es el de simbolizar el agradecimiento al “nacimiento de un nuevo pueblo” que tan repetidamente mencionan, pero que olvidan que su logro fue motivado al motor de inculcar una nueva religión: la cristiana.

Pena, penita, pena la de una izquierda valenciana de la que solo se sabe y se encuentra por las sombrías veredas de la incultura y de la ignorancia. Y de la mala fe en este caso. Y de los complejos. Los que en este caso habría que erradicar para siempre.

O al menos en el día que dicen del “nacimiento de un pueblo”. El que volvió a ser cristiano y en acto celebrado desde 1338 al amparo de la Catedral de Valencia.