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02 agosto 2014

REFLEJOS ANTE UN MAR DE CONFUSIÓN

mar-bravo

Con el verano, estamos en un mar de profunda confusión. Lo único cierto  es la trayectoria política del Jordi Pujol que, a semejanza de la sociedad feudal de sus ancestros, ha ido urdiendo para su familia el poder del dinero, toda vez que el que otorgaba la espada junto al mamporro era del Medievo.

Ni el Papa Borgia en el Vaticano se atrevió a tanto. Desde su Montserrat particular y a pie de la Moreneta -que si la limpiaran del mugre de los velones emergería su verdadero rostro- y que de forma análoga, al haber sentido Jordi Pujol el aliento policial en su nuca, le ha obligado a revelar su propia cara, anunciando el diezmo acumulado en mérito a su condición de padre de una patria, tan falsa e inventada como útil para sus fines.

En este mar picado de escondidas corrientes pintan vientos afines para el lienzo que se ofrece. Los depredadores de la voluntad ajena están en su salsa y nada más fácil que vender un corcho ante tantos alcornoques incitados a su demanda.

“España ens roba”, cuando lo cierto es que una retahíla de mostrencos trata de dejarla escuálida.

Los “hijos de algo” del XVII rechazaban el curro y los actuales hidalgos sueñan con embajadas y consulados sin dar palo al agua, gracias a un ADN de nuevo cuño pero con raíz identitaria de origen falseado.

“Esteladas y coletas” alardean sin pudor: el mar, que está bien cebado, en la hora de la pesca promete. La veda arde en los contenedores de las calles que dejaron de ser patrimonio de los ciudadanos, para ser propiedad de quienes borrachos de soflamas e inconsciente esclavitud, rubrican con adoquines de fuego.

En los claustros docentes se cierran los libros, se embozan las mentes y las tan viejas como trasnochadas ideologías buscan los ojos del Guadiana por donde navegar ligeras.

Nos salvamos del rescate, sí, pero otros quieren aprovechar sus rentas. La masa embravecida aplaude largas horas de circo. No sabe, pero sí responde.

El Partido Popular tiene poco tirón en Cataluña y en las Vascongadas. Sus quiméricos votantes, uniformados de montaraz nacionalismo, están borrachos de autoridad identitaria, al igual que lo hace la izquierda presumiendo de una moral que se subroga.

Todo es cuestión de otorgárselas. El snob derecho a decidir, les confiere aún más la propiedad de adueñarse de lo que no es suyo.

El mar de la confusión es infinito y a las boyas de seguridad les han soltado las amarras.

Nadie ha sido.

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