Dicen los ecologistas que la sociedad actual está atacada por muchos frentes que la ponen en peligro. La ferocidad del capitalismo, dicen, ataca por todos los flancos y allá por donde pasa su estela, la hierba agoniza y la química del cemento lo convierte en un campo yermo -aseguran aquellos- camino a un lodazal al que estamos predestinados para destrozarnos nosotros mismos.
Algo de predicadores del fin del mundo hay en ellos cuando ni siquiera sabemos el origen del mismo, que, y dicho sea de paso, ha sufrido diferentes cataclismos desde su primer día de existencia hace millones de años.
Sin embargo, algo o quizá mucho, ha cambiado en los últimos tiempos. Una “nueva cultura” se impone para la degradación de un sector de los jóvenes, prisioneros de una tiranía cuya única intención es la de someter a la juventud sin tablón al que agarrarse.
Su “cimiento ilustrado” es ligero de equipaje, pero en su orgullo reside su fortaleza. En esta “nueva cultura” su único bagaje es el del logro de lo fácil, carente además de cualquier tipo de sacrificio. Hay quienes la definen genéricamente como la cultura del botellón que cuando se le quiere poner freno aparece la dificultad del caballo desbocado ávido de nuevas carreras. Es cuando la marcha atrás encierra cierta dificultad y la única solución viene de la mano de la prohibición, cada vez más necesitada de salir a la palestra.
Sólo así se explica el caso de Rótova, un pueblo valenciano en fiestas en el que un joven festero de 22 años acude voluntariamente a misa y sin que nadie le obligue solicita la comunión. Una vez ya en sus manos la Sagrada Forma, en su arrogancia y valentía, la destroza con la intención de convertirse en un provocador que termina siendo arrojado del templo por el sacerdote que le trata de blasfemo; para ello, utilizó la violencia tal cual hizo Jesús con los sacrílegos mercaderes.
¿Qué es lo que sucede en esta sociedad para tales extremos?
¿Nos lo explicarán los ecologistas que según parece desean un mundo en paz y en armonía en el que reine la libertad que se supone sea desde el respeto?
¿Hay algún frente que ataca a la juventud, el flanco más débil de nuestra sociedad?
Alguien tendrá que explicarlo.
1 comentario:
El frente que ataca a la juventud no está enfrente, esta atrás. La mayoría de padres somos incapaces de educar a los hijos como nos educaron a nosotros.
La reacción del cura, como apuntaba uno de sus superiores es la reacción de un padre, pero añado, de los de antes. Asimismo, como apuntas, la reacción de Jesús en el templo fué espontanea, por tanto reaccionó como el Maestro.
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Iván
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