Hoy se está juzgando al juez Baltasar Garzón acusado de prevaricación por admitir la querella contra las victimas del franquismo conociendo la existencia de una Ley de Amnistía de 1977 en vigor, y que se la pasó por el forro a sabiendas de que los acusados están muertos.
¡Cuanta razón tiene el abogado valenciano Sr. Boix de que cuando la política entra por la puerta, la Justicia sale por la ventana!
Las actuales encuestas sobre los principales problemas en la sociedad dan como resultado que recaen sobre la actuación de los políticos y la corrupción, o lo que es lo mismo, la corrupción en la vida política.
Es triste observar la carrera de un juez que de brillante, optó por acaparar el estrellato. Y si gracias a él, tanto el narcotráfico como el terrorismo vieron cortadas sus vías de actuación, cuando su ideología política llenó de plomo uno de los platos de su balanza, el otro, el que sostiene el código penal, saltó por los aires. La política es fiel a su ideología y su toga, el embozo a su justicia.
Al amparo de la Ley de Amnistía de 1977 se negó a aceptar la querella de unos familiares contra un presunto asesino aún vivo y del que existe cuantiosa documentación de su responsabilidad en unos crímenes conocidos en número, en nombres y en apellidos. Alegó también, que la reconciliación nacional alcanzada tampoco aconsejaba su juicio. Esto sucedía apenas hace catorce años: en 1998.
¿Qué ha sucedido para esta transmutación en la personalidad de D. Baltasar Garzón? ¿Lo de la puerta y la ventana? No es tan simple.
Hay otras razones más obvias que obedecen al sectarismo y al falso concepto de los valores democráticos del izquierdismo manipulador tantas veces demostrado.
Tal y como vemos en estos días en ciertas Asociaciones que más bien merecen la consideración de sectas, cuyo principal emblema son las dos varas de medir y que claman en defensa de un Juez atribuyéndole unos méritos que siendo ciertos, no lo es menos su acendrando sectarismo, su prevaricación manifiesta y otros presuntos delitos que sobre él pesan y que han contribuido de forma artificiosa al aumento de su patrimonio; y por algo más de cuatro trajes.
Actuaciones y ligerezas como las del Juez estrella -tan aficionado a las cacerías e incursiones políticas- son las que aseveran la existencia de la corrupción en la Justicia Española a la que él ha contribuido especialmente en estos últimos años.
De los grupos sectarios y excluyentes tan dados al totalitarismo de su propio ombligo, poco esperamos de ellos, y haberlos haylos para deshonra de nuestra sociedad.
Y de todo ello es la actualidad en estos días, merced a la actuación de un Juez, Baltasar Garzón, que un día entró por la puerta y tomó la decisión de saltar por la ventana. Como si de un vulgar ladronzuelo se tratase.
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