España en el siglo XVI se aisló de Europa como reserva espiritual de occidente. En el XIX hizo lo mismo, remarcando aún más la gruesa mole de los Pirineos como muro aislante que nos “pusiera a salvo” de las esencias ilustradas que nos amenazaban. Y ahora, en el actual milenio, continua alojado entre nosotros el permanente “Spain is different”, en esta ocasión de la mano de un nacionalismo mezquino y montaraz, que se aprovecha de un ancestral analfabetismo adocenado en esta ocasión, no sólo desde la tarima escolar, sino también a través de las nuevas tecnologías que se aprovechas de las redes sociales sin corrector neuronal. Triste sino el nuestro que ha dado pie a que la España cainita de siempre trate de imponerse a la noble y sufrida que asiste agraviada por unos gallos de pelea que se alimentan con un ruin polvo que a su vez esparcen por una tolva para saciar a su pollada.
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