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13 abril 2008

EL CAMINO DE LAS CAÑAS


Todo tiende a posarse en nuestras vidas, y cuando cualquier soplo de viento sacude y limpia con sus brazos el cieno que nos inunda, éste se expande con la velocidad del aire caliente que huye hacia sitios más fríos, al igual que las moléculas calientes, que huidizas, buscan el encuentro de un nuevo sitio donde alojarse, reviviendo de nuevo.

La zona del “camino de las Cañas”, otrora fértil huerta pegada a nuestra ciudad, regada por una acequia, en cuyas riberas coincidían pequeñas higueras junto a los espinos de las zarzamoras y los arbustos de los membrillos, a los que la chiquillería –el que suscribe entre ella- acudía sin renunciar al chapuzón veraniego en sus ratos de juegos terminado el curso escolar, se ha convertido en la actualidad en un plantel miserable, ruin mercado de la droga, donde el mejor abono se consigue desde las frustraciones humanas, de cuyas mugrientas y sombrías savias se alimenta.

Sin necesidad de riegos y cuidados, los ahora secos canales son utilizados como arterias retorcidas, que a flor de piel en los campos yermos por los que se esconden los camellos, se afanan como trombos criminales en satisfacer el peaje de su dosis diaria a través de la ruta de la droga en donde se esconden como topos y al amparo de la ley. A la que tantas veces se han sometido sin que sirviera para nada.

En el mundo sombrío de las miserias, la búsqueda de nuevas sensaciones que excitan nuestros sentidos volcados al tobogán de nuestro derrumbe, convertidos en traficantes o consumidores que casi siempre es lo mismo, se diseña el emblema vergonzante de nuestra sociedad en el que mientras son muchos los que miran hacía otra parte, otros acuden sedientos ocultando sus caras como el hecho más humillante del mundo en que vivimos.

Se dice que muerto el perro se acabó la rabia, pero en este caso el aforismo es como una estafa, igual a los beneficios del pinchazo en nuestras venas, o al de la blanca raya, que bella como la nieve, resulta tan sucia como el veneno que en ella se esconde. El perro, latente en nuestra sociedad, saldrá de su guarida por otra boca de metro a la búsqueda de un nuevo lugar donde acomodarse; lugar al que acudirá nuevamente la sed de la rabia incubada en nuestra sociedad, como el de un falso paraíso donde ocultar el fracaso de una vida auspiciada por quienes convencidos de una tierra prometida en la que creyeron, merced a panfletos libertarios producidos con el único fin de apropiarse de nuestra voluntad, el huir del infortunio les resultará harto difícil.

Ahora se anuncia la construcción de nuevas viviendas en ese trozo de huerta, “camino de las Cañas”, como la mejor de las soluciones a su erradicación definitiva. Pero, las “cañas”, como en tantas otras ocasiones, serán nuevas lanzas, cuya diana emergerá nuevamente, y con seguridad en otra parte.

1 comentario:

muixeranga dijo...

Totalmente de acuerdo contigo, el famoso "mercado de las cañas" cierra temporalmente hasta nueva ubicación, Que lástima de políticos¡¡