Si con el franquismo primó la ocultación, con el “zapaterismo” campa a sus anchas el libelo. Y si eran los partidos de fútbol televisados, a la par que las corridas de toros (esto nos decían) los que alejaban a los súbditos de la realidad social imperante, clama al cielo que sea en la actualidad la telebasura (es lo que vemos) la que adocene y evite a la sazón, la capacidad de discernimiento acerca del momento histórico en que vivimos; fruto sin duda, de un “talante” prometido que iba a convertir a España en una nación moderna, socialmente avanzada y lejos de cualquier enfrentamiento, sea regional, sea callejero.
Más bien, quería decirnos Zapatero, todos unidos al calor de la pipa de la paz, y eso sí, propensos a favor del enriquecimiento cultural de una juventud esperanzada en su futuro que iba a prever lisonjero y lejos, por supuesto, de la cultura del botellón
Este era el guión prometido por José Luis Rodríguez Zapatero, pero que ya sobre el albero y ante la realidad de sus carencias, no ha tenido otra salida que la de las barreras donde escudarse y el recurso de las mentiras que desde el primer día de su mandato no ha dejado de utilizar.
Tal es el caso del uso que ha diseñado en torno al caso Gurtel y en especial dirigido hacia la Comunidad Valenciana en donde el recurso al libelo alcanza su mayor alto grado.
Tras la amenaza de un extenso sumario que vería su luz en el momento que más conviniera a Zapatero, pero que a modo de folletín y por entregas no ha tenido el menor descaro en autorizar su publicación en un medio afín, llegado el momento de su publicación y en contra de la amenaza incesante de la apisonadora mediática a su servicio que no se ha tomado un segundo de respiro, salta a la vista que no hay un solo indicio que culpabilice al Partido Popular en la Comunidad Valenciana de toda clase de corruptelas que sobre él mismo se han vertido.
En la práctica del libelo ejercida por Zapatero, reside su confianza en desbancar de la Alcaldía y de la Generalitat al Partido Popular, a falta de otros métodos.
Pero al igual que le salió mal el ejercicio de la mentira ante la crisis que se empeñó en ocultar, que no por error o equivocación como él mismo ha tratado de justificar, será el caso Gurtel el que afiance aún más en las instituciones a los populares, a pesar de que un personajillo chiquilicuatre como Ángel Luna, recurra a procedimientos de baja estopa, más propios de un picapleitos en torno al mundo del hampa, y dispuesto a pagar de su propio bolsillo el informe que “le haga falta”, según él mismo ha tenido la desvergüenza de manifestar.
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