EL PATRÓN O PATRONOS DE LOS LIBERADOS

El tan cacareado y deseado “estado de derecho” de los últimos casi cuarenta años, que estuvo ausente en los anteriores otros cuarenta, tiene o debería de tener muchas ventajas, como es el caso que nuestra Carta Magna otorga el derecho a la huelga de forma libre y sin temor alguno. Es decir, el de su proclamación y el de su ejercicio.

 

Derecho Constitucional que nadie cuestiona, sea la huelga sectorial, lo sea general, pero siempre por expreso deseo del ciudadano ante una situación injusta que clama en denunciar.

 

Pero ese mismo “estado de derecho” salta por los aires, se corrompe así mismo, se destruye inexorable, cuando al ciudadano lo convierten en súbdito por la acción amenazante, ruin y cobarde de quienes ocultos por la masa que les aglutina, irrumpen por las calles y plazas de mayor audiencia en forma de “piquetes informativos”, cuya única misión es la de extorsionar, amenazar y en ocasiones agredir, al igual que destruir el mobiliario urbano; procedimientos estos tan lejanos al de la información, como lo pueda estar la plateada sardina del Mar del Norte de las ardiente dunas del desierto de Sahara.

 

Más que el día de una huelga general, visto lo visto por las calles de España, más parece el anual día festivo del Patrón de los Liberados, que si ignoro de su existencia en el santoral cristiano, se constata que existir existe, tal es el alborozo al que se dedican en su día señalado. Y no uno al año, sino los que hagan faltan; al igual que existen varios Antonios, varios Pablos.

 

Si es triste la existencia de millones de parados, de recortes en el sector público, sea en el capitulo de gastos o inversiones, lo sean en las demás actuaciones que frenan y menguan el estado del bienestar, más lo es que ante una anunciada “huelga general”, la mayoría de quienes en ella participan, lo hagan por temor a la presencia de unos “piquetes” cuyo único objetivo es el de poder alardear de una jornada de huelga general, en la que si prevaleciera en exclusiva el derecho a decidir de los ciudadanos, sus únicos participantes serían los “liberados”, aquellos que los día que “currran” al año se pueden contar con los dedos de la mano; o sea, en lo que llevamos de año, dos.

 

Qué peligro encierra que el “estado de derecho” esté en las manos de dos siniestros personajes, el Toxo y el Mendez de turno, quienes manejan el santoral como les viene en gana a espaldas de unos ciudadanos que mayoritariamente han acudido en el día de hoy a sus puestos de trabajo.

 

A excepción, claro está, de un puñado de súbditos que más que por las ganas, lo han hecho por temor. Al igual que por la imposibilidad de transitar por caminos cortados por unas trincheras envueltas en llamas por la acción de una chispa, que, de forma sorprendente, surge de un papel cuya utilidad exclusiva era, sin embargo, la de informar.

 

Como si no existieran los suficientes medios de comunicación anunciadores de una huelga general, invitando en las últimas semanas al ciudadano a quedarse en su casa si tal es su deseo. O el de acudir a su puesto de trabajo como cualquier día del año.

 

Lo dicho, un día de fiesta, o dos: la del Patrón de los Liberados.