Si das una vueltecita por mi Blog, espero sea de tu agrado.

16 noviembre 2012

LA MEMORIA HISTÓRICA Y UN CUADRO

abblanbeminetonig
Recuerdo la época del Bayón de Anna, cuando todo el mundo bailaba el bayón de Anna; recuerdo igualmente el furor de la “chica ye, ye” o del “la, la, la” y todo el mundo bailaba el ye,ye y el la,la,la. Modas que surgían al albur de los tiempos, practicadas desde el furor que los años juveniles exigían.
 
Siempre nos vemos, de una forma u otra, involucrados en las modas, que aunque desaparecen en el hastío, vuelven a surgir tiempos después por los recovecos de la vida. Aunque distante y distinta, lo es igualmente, la moda de la “memoria histórica” a la que siempre se le ha intentado sacar partidos con fines que no viene al caso calificar, porque se sobrentienden.
 
Al rigor de una ley de dudosa aplicación democrática como es la mencionada, se han tomado acuerdos municipales para quitar el titulo de hijo predilecto de la ciudad de Valencia, al anterior Jefe del Estado. Bueno, no pasa nada; exigencias más inauditas se han visto, como fue pedir por un Juez el certificado de su defunción.
 
Pero lo que clama al cielo, es que pasados casi cuarenta años, los grupos municipales de la izquierda valenciana insten a retirar del nomenclátor de la ciudad aquellas personas que durante el periodo franquista dieron su nombre a calles, incluso a grupos de viviendas por ellos promocionadas, por el simple hecho de tener la consideración de franquistas.
 
Como es el caso y entre otros, del General Urrutia, que desde su puesto en Capitanía puso todo su empeño para que el Convento de Santo Domingo, mutilado en gran parte cuando su nombramiento, adquiriera su actual esplendor.
 
Sin embargo, otros insignes ciudadanos que ocuparon puestos de relevancia y dedicaron todo su esfuerzo en beneficio de la ciudad, ni siquiera tienen su nombre en la esquina de una recoleta plaza o pequeña calle que nos lo recuerde en agradecimiento a sus desvelos por las ciudad.
 
Como es el caso de Don Miguel Ramón Izquierdo (victima de una ataque despiadado por parte del concejal socialista Roberto Cantos quien actuó desde su mala fe que no desde su ignorancia, acusándole de derribos efectuados con anterioridad a su mandato) quien entre sus muchos logros y por su alcance, bien se merece una calle de primer orden en nuestra ciudad, toda vez que entre sus méritos destacan la paralización del proyecto de convertir el viejo cauce en una autopista dentro de la ciudad; la suspensión del proyecto urbanístico del Saler; salvar de la piqueta el edificio esquinero en la calles de las Barcas, en la actualidad la Caixa; evitar los derribos de San Vicente de la Roqueta y de la Iglesia de San Carlos Berromeu, así como un sinfín de decisiones en beneficio de nuestro patrimonio histórico, fruto del amor que sentía por la ciudad de Valencia y que el concejal Cantos, en su ataque deliberado, silenció en su insidia.
 
Afortunadamente y como no tiene calle Don Miguel Ramón Izquierdo, no se la pueden quitar, en cuyo caso estaría en la lista de los propensos a defenestrar.
 
Son puras manualidades de la izquierda valenciana a cuya afición se dedica.

Cuadro 001
Por otra parte, nada nuevo bajo el Sol. Pues ya se ensañaron con el bueno de Don Miguel en 1985, cuando fue acusado por un periódico local, el Levante-EMV por más señas, de haberse llevado a casa el cuadro que le habían pintado para situarlo en “la galería de Alcaldes”.

Acusación vertida en las paginas impresas del diario por algún bastardo mensajero; o quién sabe, inventado por una redacción que recurre a las mentiras con exaltada fruición y hasta nuestros días.

Y de la vileza de aquella acusación, se demuestra tanto en cuanto el citado cuadro ni siquiera existía; como tampoco la orden de su encargo.

Cuadro 002 Tuvieron que pasar siete largos años, en octubre de 1992, para que una vez encargado, pintado y terminado se colgará junto a otros de su condición en el interior del Consistorio.

Así es como trata la izquierda valenciana a los hijos de la ciudad, cuando, sin embargo, no tiene ningún reparo en otorgar una plaza a quien seguramente ni nos había visitado. Como la de Salvador Allende, por ejemplo.

 
O a semejanza de Roberto Cantos, de quien tenemos el caso de Juan Soto, que cuando no tiene nada que criticar, se las inventa.

No hay comentarios: