España está inmersa en un alto grado de corrupción que no tiene parangón en los últimos cien años de su historia.
Como simple chisme político nos queda de la II República el caso de la ruleta que involucró a Alejandro Lerroux, cuyo único beneficio fue el regalo de un par de relojes; aunque eso sí, lo fueron de oro.
Fenómeno aquel del “estraperlo” que tuvo su continuidad durante la postguerra como efecto de las “cartillas de racionamiento” en unos años de penuria.
Y qué decir de los caso SOFICO allá por los años sesenta, o el de Redondela de los años setenta, que comparándolos con las corruptelas de los últimos treinta años se podrían reducir a simples pecados veniales tan consustanciales al ser humano.
Habrán quienes digan que otros casos se silenciaban, tratando de resolver un problema personal cuyo único diagnostico es el del rencor.
Pero lo cierto es que en la actualidad la corrupción alcanza no sólo a la clase política sino también a la judicial. Su mayor grado, en la persona del juez estrella Baltasar Garzón, quien abandonó la higiene de la toga para intoxicarse con su ideología. Y en cuanto a los medios de comunicación, pues qué quieren que les diga: tampoco se quedan aparte.
Entre la clase política y en su mayor grado tenemos el caso de aquel jovencito de Suresnes, que con chaqueta de pana raída comprada en un mercadito de Triana entonces, Felipe González, en la actualidad se ha convertido en un magnate de alto standing debido al hechizo amable del vil metal. Su primera chispa fue la del caso RUMASA, decidido como estaba al logro de unas saneadas cuentas corrientes y activos inmobiliarios con ínsulas de palacetes, a la sazón convertido en el Sr. X conocido por todos menos por parte de unos jueces que llevaron a presidio a quienes ejecutaban sus órdenes.
Estamos pues ante tal grado de corrupción que si en España existe una zona húmeda y otra seca claramente definidas, determinados medios de comunicación y a su capricho se han encargado de distorsionar su presencia en perjuicio de "determinadas" regiones, silenciando o minusvalorando las corruptelas existentes en otras, con seguridad de mayor relieve.
Los medios de comunicación y en mayor medida los de la prensa escrita, están sufriendo los efectos de la crisis, por lo que se han visto obligados a una drástica reducción de sus plantillas de lo que no se libran los de mayor difusión nacional. Y por la misma razón, necesitados de transmutar su piel con el mayor de los descaros.
Tenemos el caso del diario el País, que si en sus primeros años era como un falso emblema pseudocultural del mundo progre, ilusionados como estaban en llevarlo bajo el brazo como distintivo de intelectualidad, en los últimos años se ha visto convertido en un diario sensacionalista tan del agrado de quienes buscan "una portada" que de forma mal intencionada se exprese.
Una forma pues de aumentar las ventas que también otros medios de tirada nacional procuran, al igual que regional. Y han optado por esta guisa dispuestos a salir a flote aunque lo sea en detrimento de una información veraz, pulcramente presentada.
Una corrupción política, judicial y mediática de tal calibre, como la nunca vista en España en los últimos cien años.
Ahí están las hemerotecas.
2 comentarios:
qué facha eres
Lo dijo W. Churchill
"Los fascistas del futuro, se llamarán a sí mismos antifascistas."
Lo que no dijo pero seguramente lo pensó, es que se les reconocería igualmente porque siempre se manifestarían con el embozo de su cobardía, siempre desde el anonimato.
Con sus expresiones y sin dar la cara se definen a sí mismos.
Nota: Podría eliminar la entrada, pero es mejor dejar constancia de su mezquindad.
Me viene al pelo.
Julio Cob
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