En toda casa de buena voluntad o dicho de otra forma, de buen gusto, existe un jarroncito en el preferencial del salón cuyo mejor decoro se basa en lo que representa. Igualmente en el cariño que encierra por parte de quien lo ha ornamentado que como sucede en estos casos no es otro que el de la madre. La madre y reina de la casa bajo cuya patria y potestad se ofrece como su mejor embajadora en cualquier día de domingo; o sea de un festivo cualquiera; o de cualquier evento a celebrar. Cuestión de buenas costumbres que vienen de una buena crianza.
Que para el día indicado se utilice uno u otro nombre es irrelevante, pero de bien nacidos es tener al menos un día al año para celebrar una realidad existente, como pudiera ser la de un cumpleaños, de un festivo de bronce, de oro o de platino, toda vez que recurrir a la de otro metal que represente más años, es imposible toda vez que la existencia de Matusalén queda en la leyenda.
Día de la Raza, Día de la Hispanidad, Día Nacional. ¡Qué más da!
Como bien pudiera ser el “Día de Todos”, menos claro que está, para quienes no desean asistir al calor del abrigo materno que unas manos de madre, a la que unos malos hijos desprecian, está decidida a celebrar.
Qué quienes se opongan a ello tengan que recurrir como único argumento al acto violento del descerebrado pirómano acomplejado, al rebuzno del asno que se siente acorralado y se resiste a avanzar hincando su pezuña en el suelo o al Polifemo ebrio que encuentra su salida con el engaño, son los más claros ejemplos del vacío mental en el que se acomodan quienes ignoran la fecha de su nacimiento, por lo que no tiene más remedio que recurrir a otra data inexistente, camuflada, cuyo invento, si lo comparamos con los del Dr. Frank de Copenhague, dan a estos el prestigio de un Cum Laude dejando al festejo inventado en el de la ridiculez.
Que sea España la única nación a cuyo festejo nacional no concurran todos sus ciudadanos, sólo indica la catadura de los ausentes, sin raíces a la que acogerse, salvo las que por tierras sin nutrientes se extienden hacía la nada. Ni humedad buscan de la que alimentarse, porque no hay manantial que las alimente.
Día 12 de Octubre, Día de la Hispanidad que todo el mundo hispano celebra y que, sin embargo, en la Madre Patria, enfermos del martillo, yunque y estribo, por acusarles sólo de sordera, ni se enteran. O no quieren hacerlo. Ignorantes de su historia, salvo la nacida de las páginas de un catecismo cuyo nombre todos sabemos: “FORMACIÓN DEL ESPÍRITU NACIONAL” y que algunos pardillos en su ingenuidad creen haber desaparecido.
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