Desde la pasada España del “Una, Grande y Libre” y la actual de “Taifas” asistimos estáticos a una desmembración que nadie quiere, salvo esos “cuatro” desvergonzados que por el devenir actual de los hechos, ésta página está dispuesta a denunciar de manera intermitente, tal y como cualquiera persona subraya un desliz o una mentira confeccionado de manera malintencionada.
La desazón actual la justifican algunos en base a una España corrupta que por lo visto es una novedad en el mundo mundial del universal universo en el que nos hallamos. Ciertamente “España es diferente” y en ello se sigue. Como si la corrupción no existiera allende nuestras fronteras.
“España es diferente”. Viejo eslogan tan utilizado en las páginas de aquellos cuarenta años de los que reiteradamente hablamos cuando son otros casi cuarenta años los que ya han pasado. Por lo visto, si Franco no hubiese existido, tendríamos que inventarlo. Mientras tanto, nuestra vieja nación sigue siendo distinta a las de su entorno.
Qué bueno sería poder dejar de lado el gran desamparo que nos asiste a todos los ciudadanos, toda vez que la tramoya sutilmente urdida, desde la manipulación a la mentira, obedece en algún modo a la vieja directriz “de que todo cambie para que todo siga igual”. Y en especial en la Justicia.
Si en paralelo y en la etapa franquista existía el TOP, en la actualidad existe más de lo mismo para desgracia del pueblo español, tal y como vemos en las absurdas sentencias de unos tribunales donde la justicia campa allá donde le place: el LPC, lo políticamente correcto, que si durante el franquismos era “orgánico”, ahora lo es “adocenado”.
¿Qué es eso de “Jueces para la Democracia” o “Ala Progresista” y un largo etcétera pertrechados de simplezas embutidos en un sistema judicial que debiera estar al margen de la vida política española?
La creación de tales sectas doctrinarias (pues esto es lo que son y como tales actúan) y que por eliminación define al resto como el “sector conservador”, contribuye a la creación de la gran “feria nacional” (el TOP de la democracia) en la que el ciudadano ya no confía por obra y gracia de unas sentencias que tanto contribuyen al desengaño de la pública institución, la del “Poder Judicial”, que más parece el sectario y viejo entramado de una mafia familiar.
Asesinos absueltos, instituciones terroristas en las Casas Consistoriales, Diputaciones en poder de la chulesca nacionalista, parlamentos autonómicos que desafían a la Carta Magna y un sinfín de desatinos cuyo único aval que poseen es el apoyo de un sector de los Jueces al servicio de toda esta camada de hedor insoportable.
Ahí están las últimas palabras del juez Santiago Pedraz que nos habla de la decadencia de la clase política, cuando lo que debiera justificar es la suya propia: su dignidad perdida. Presto a convertirse en otro juez estrella y al servicio de quienes desde la más miserable de sus actitudes traman por el derribo de nuestro orden constitucional; que a Rey muerto, Rey puesto.
Santiago Pedraz: al servicio de la camada.
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