Algo se mueve entre los socialistas valencianos y sean bienvenidos esos nuevos vientos que tanto necesitan ellos mismos y que de ser ciertos y en su provecho, serían muy bien acogidos por el ciudadano valenciano, aunque los cuestionaran sus súbditos.
Pero temo que el “efecto mariposa” se quede en un pequeño intento y sus necesarias consecuencias se dilaten en el tiempo hasta que la cultura y la cordura se instale en Blanquerías, de lo que tan necesitados están, de espaldas a unos ciudadanos cuya confianza en ellos han perdido.
Que Joan Calabuig considere como más progresista la denominación de Comunidad en su comparación como País no deja de ser un ejercicio intelectual fundamentado en la realidad social, en contra de la manipulación histórica dirigida a unos súbditos tan ciegos como cerriles cuya única información es la de unos panfletos surgidos del ciclostil, aprovechándose de la semántica para distorsionar su significado.
País de paisanaje, lugar donde uno ha nacido que nada tiene que ver con la Patria o Nación a la que uno pertenece. Palabras éstas que la izquierda ha fustigado con toda clase de exabruptos, desde el más pueril, desde el más cerril de los cerriles hasta el más villano. Que de casta le viene al galgo.
De ser fallido el intento de Joan Calabuig, malos vientos significarán para un partido cuya matriz de PSOE se ve amenazada por sus propios dirigentes, inmersos en un vicioso bucle del que no saben salir. El si galgos o podencos; el si catalanes o españoles, el si españoles o valencianos, corresponde a la espiral en la que se encuentran cuyo tobogán les llevará a estrellarse contra su propia podredumbre.
No es de extrañar pues (ante tantos errores acumulados fruto de la ignorancia, pero presumiendo de una fraudulenta intelectualidad) que cada vez que han cogido el timón de España la historia nos dice hasta dónde nos llevaron.
De Felipe González ya se ha encargado José L. Balbín de calificarlo tras su decisión gubernamental de aniquilar un programa, “La Clave” que si por algo destacaba era por su pluralidad política siempre atacada por el socialismo, tal y como se demostró en su momento.
Qué no nos vengan ahora con gaitas en cuanto a Ana Pastor, hija de la SER y que volverá a su orígenes de la mano maestra de Mª Antonia Iglesias, la “vieja zorra” de las ondas, dicho esto en aras del más veraz de su estilo, tanto en su actitud, como en su aptitud. Y sin ningún otro tipo de acepción, por muy perversa que sea la mente que intente darle otro sentido.
Y de Zapatero mejor no hablar, sin haber dado un palo al agua, con su Alianza de Civilizaciones y su participación en la Champions League, anda en estos meses liado en la culminación de su propio patrimonio inmobiliario superior a los dos millones de euros, y que sin duda acrecentará, en idéntica cantidad a los puestos de trabajo que prometió hace escasos años.
Ahí está la realidad del socialismo español que Joan Calabuig intenta modificar mediante unos vientos que la furia de los más recalcitrantes lerdos se encargará de silenciar.
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