En este año se ha cumplido el 6º Centenario del Compromiso de Caspe cuyas bases democráticas fueron fijadas en “La Concordia de Alcañiz”. Para resultar vencedor de aquel acuerdo, además de obtener la mayoría, era necesario obtener un voto al menos de las tres partes que accedieron al nombramiento del futuro monarca de una Corona de la que no había sucesor: la del histórico Reino de Aragón, dicho sea de paso, de existencia contrastada, a diferencia de “otros inventados”.
¿Se imaginan en la actualidad que para acceder a la Jefatura del Gobierno, fuera necesario en la Cortes al menos un voto de todos los partidos contrincantes?
Inimaginable, y en especial cuando está en manos de los “paladines de la democracia”: los asociados a “progrelandia” quienes se han atribuido por sí mismos tal autoridad, la de repartir a diestro y siniestro la patente democrática, cuando por otra parte han sido sus principales usurpadores en razón a la historia.
En el Cabanyal ha tenido esta semana una reunión para salir de una situación que ha llevado a tal grado de deterioro sus calles urbanas, que la paz y tranquilidad de tan entrañable barrio ha desaparecido.
Y junto a la representación municipal, se han sentado en la misma mesa la representación empresarial, los asociados ansiosos de la vieja aspiración de la “prolongación de Valencia al Mar” y los del “Salvem el Cabanyal”. Las partes han dejado de lado el proyecto que repetidas veces ha triunfado en las urnas, como si por ello mismo careciese de valor alguno, centrándose especialmente en que sus calles dejen de estar en poder de los propensos a su deterioro, de los comerciantes de la droga y de los depredadores de lo ajeno. Loables fines, por cierto.
Bienvenido sea este Compromiso del Cabanyal, si lo que sus partes han aportado redundara en beneficio de la sinceridad.
Pero convendrán conmigo que quienes en los últimos doce años, los del “Salvem”, ¿Salvem?, se han dedicado a la extorsión, al escupitajo, al enfrentamiento con la policía, a embadurnar paredes y oficinas, al uso de la silicona, a las cartas anónimas y amenazantes, a la extorsión en suma, así como a recurrir a la justicia al mismo tiempo que dejaban de lado sus repetidos fallos a favor del Ayuntamiento, en definitiva, al recurso a la violencia y al uso de la pertinaz mentira, inventándose actuaciones inexistentes para su rentabilidad política con el ventilador del libelo a gran potencia, el que sobre la mesa participe un grupo ajeno a toda regla democrática, no deja de ser un peligro para quienes confían y confiamos en que ese objetivo deseado en el reciente Compromiso del Cabanyal sea cumplido y no se queda en una quimera.
Si en este año y en la Universidad Literaria se creó una mesa de debate, sectaria y uniforme en torno a Caspe, con el fin de que todos los ponentes “blasfemaran” contra la figura de San Vicente Ferrer, intentando maquillar el debate mediante una voz en su defensa, el único resultado que consiguieron fue que la quincena de ponentes ridiculizara a quien salió en su defensa, a última hora invitado. Valentía la de éste, cuya asistencia le honra.
De aquel Conde de Urgel, que tenía más de mula que de noble, quedan aún sus vestigios, por lo que la duda nos asalta: ni “concordia de Alcañiz, ni “compromiso” alguno. Sólo “Compromis”.
Un canto a la esperanza que por la participación de éste último, uno de los tenores, tememos que se diluirá en la arena de un fango tantas veces utilizado por él mismo con fines tan claros como precisos.
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