Lo confieso. Siento una profunda falta de respeto hacía los cínicos, aquellos quienes practican el cinismo definido éste por la RAEL como la práctica de la “Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”
Llegado a este punto creo que ni siquiera es necesario recurrir a sus páginas, pues resulta más fácil atender los comportamientos utilizados por quiénes representan el oficio del cinismo, en ocasiones en su más alto grado, dada su dedicación a influir en la sociedad a la que pertenecen con el oficio del cínico. Basta con observarlos para conocer su significado.
“Hay que españolizar Cataluña”: ha manifestado el Ministro de Cultura a cuyo eco y de inmediato han surgido como amenazantes gladiadores éste batallón de cínicos, habituales practicantes del cinismo, hábito éste que realizan con tal dedicación que de por si mismos nos muestran el lado más oscuro de una peligrosidad que incluso para ellos mismos encierra. En ocasiones sin ser conscientes de ello. Aunque sólo en ocasiones.
¿Cínicos y en ejercicio de su cinismo? Pues bien claro está.
Y lo prueba, que son los mismos que ven con muy buenos ojos la acción constante de catalanizar lo valenciano sin que en momento alguno lo hayan denunciado, sino todo lo contrario, la han abanderado. Y como prueba de ello, las hemerotecas y al completo, en las que podemos comprobar las diversas prácticas de su actitudes; que por la boca muere el pez.
Porque tratar españolizar a una juventud como la catalana (engañada y manipulada hasta la saciedad por parte de “cuatro desaprensivos” que han instado al desprecio a su propia españolidad ejercitando sobre las mentes el más cruel sentimiento) por parte de quien tiene esa responsabilidad, y que como respuesta critiquen tal actitud, no tiene otro nombre que el que se corresponde igualmente con quienes aceptan de buen grado inculcar en la sociedad valenciana unas raíces catalanistas qué de modo alguno se sustentan, ni por razones sociales, ni económicas, ni por su historia. Son los auténticos cínicos que practican un cinismo ufanamente aceptado por ellos.
Evitar el intento catalanista en Valencia que sufre la juventud en los últimos años, es necesario no sólo por razones de higiene cultural y “casa propia”, sino en el propio beneficio de erradicar tal alimaña. Al igual que lo es limpiar de gérmenes nocivos las mentes de la juventud catalana introducidos en los últimos años.
Si analizamos con entera libertad ambas posturas, la primera necesaria y la otra perversa, fácilmente llegaremos a la localización de quienes gustan y practican el cinismo; o sea, un grupo minoritario y sectario que de vez en cuando se adueña de las calles valencianas al grito de una catalanidad que optan por inculcar, pero que llegado el caso claman como iletrados porque el Ministro de Cultura de España trate de resucitar al conocimiento de una españolidad, corrompida en las aulas.
Cínicos: sólo el verles, escucharles y estar atento a sus acciones, basta para conocer un significado sin recurrir al diccionario, en este caso innecesario.
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