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14 octubre 2012

AQUEL 14 DE OCTUBRE DE 1957

la riada de 1957

Habían pasado unas cuantas semanas en aquel ya lejano noviembre de 1957 desde la fatídica jornada en la que hoy se cumplen cincuenta y cinco años. No recuerdo exactamente los días debido al tiempo transcurrido, pero fueron aquellos en los que las aguas inundaban el sótano de mi domicilio. Otras urgencias habían impedido que el servicio de bomberos se prestara a sacar el agua embalsada de la que se desprendía la pestilencia propia de una humedad que aún se mantiene en mi olfato, al igual de quienes conocieron el efecto destructor de una riada que de forma despiadada iba buscando los más bajos niveles, avanzando por la calles de Valencia hasta calmar sus ánimos allí donde pudieron recogerse.
La primera de las dos riadas de aquella noche del 14 de Octubre, sirvió al menos de estado de alerta a una población ignorante de la que tal y como iban avanzando las horas y en avenida creciente se iba a producir. Mediado el lunes, sus aguas se adueñaron de un cauce amurallado saltando sus fuerzas sobre los pretiles e invadiendo la ciudad para alcanzar cotas superiores a los cinco metros en diversos puntos de Valencia.
Riada, desolación y ayuda. Auxilio que fue llegando de toda España y allende nuestras fronteras a una ciudad, que si bien ya conocía por años anteriores de los efectos devastadores de un río tranquilo en la mayor parte del año, nunca hasta aquella fecha lo había hecho de tal magnitud. Se hizo bueno el refrán de que “si el río suena, agua lleva”. Pero en aquella ocasión el refranero se quedó corto y más que sonar sus aguas, lo que hicieron fue arrasar la ciudad en su casi totalidad. En especial en su centro histórico y en los poblados marítimos.
Riada, desolación y la conocida como “la batalla del barro” que desde los Cuerpos del Ejército y voluntariados, tanto locales como foráneos, se dedicaron con denuedo y sin fatiga a su triunfo para recuperar el pulso de una ciudad en la que pasados los años aún quedan huellas de aquel poder de unas aguas ignorantes de su daño potencial, pero que convulsionaron a toda España y a la sazón la hermanó en su generosa ayuda hacia el damnificado valenciano.
Gozo del que por desgracia jamás supieron el casi centenar de muertos, victimas de aquella riada de un 14 de Octubre de 1957, cuyo recuerdo y significado pervivirá para siempre.
De aquel barro y del hedor de sus aguas, ya les he hablado; pero el recuerdo tan penetrante del putrefacto humedal que emanaban aquellas aguas estancadas, se mantendrá inconfundible.
Y quiérase sea por última vez, gracias y en especial a la conversión en un magnifico, largo y extenso jardín urbano cual testigo de aquel río Turia, seco de aguas siempre, pero que cuando rugían, lo hacía embravecido.

2 comentarios:

Marcos dijo...

Confío que otra avenida no se vuelva a repetir, pero ya viste, el río volvió a su antiguo cauce por la calle del mar.
Recuerda que el río nuevo quedó con un lecho de rocas vivas y ahora ya esta cubierto en parte. Ya no tiene la capacidad con que fue proyectado.

Julio Cob dijo...

Hola Marcos, también confio en que no vuelva a suceder y que la desviación sea útil en el supuesto de una nueva riada.
Saludos