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18 agosto 2015

MÓNICA OLTRA, - ¡POR QUÉ NO TE CALLAS!


En entrevista dominical, Mónica Oltra se ha despachado  a su gusto en las páginas de Las Provincias. Aprovechó la ocasión para mostrar hasta qué punto es capaz de llegar todo el entramado de su propia desfachatez. 

Tras ufanarse de haber vencido en la "unidad de la lengua", en su desvarío crónico, lamentaba haber perdido la batalla de los símbolos, lo que indica la razón de su ignominia.

Con su patente de corso, acreditada en los más bajos recovecos de su existencia, salió al paso de los quiméricos "países catalanes", alegando que eran muchas las razones para su existencia. Más, muchas más que la mención que en ocasiones se hace de la Corona de Aragón, decía la Mónica, para ella órganizacion insustancial.

Lamentable el desconocimiento histórico de nuestra singularidad que puede ser entendido en quienes les importa un bledo nuestro pasado, pero intolerable en quién con una presunta formación que no demuestra, aspira al ejercicio del poder político en nuestra Comunidad Valenciana.

Porque lo cierto es que, efectivamente, claro que hay razones que nos unen con Cataluña de forma impoluta. Básicamente tres: haber pertenecido ambas regiones a la Corona de Aragón durante seis siglos, una; la pertenecía al Reino de España, dos; y en su obviedad, una lengua en común: el castellano. Tres.

Por mucho que diga la ínclita (afamada más bien) dama y demás voceros del ancestral ruedo ibérico, sálvense los tres casos citados, no hay nada que nos una históricamente con Cataluña.

Jamás compartimos territorio en solitario, ambas las dos regiones; jamás tuvimos un Rey en común; jamás compartimos Cortes forales; jamás tuvimos leyes comunes.

Y por si fuera poco lo dicho, mientras que en lo social, primero en los condados catalanes y después en  Cataluña, imperaba el feudalismo, en Valencia lo que residía era el señorío.

Y en cuanto a lo económico, mientras Cataluña se ha venido beneficiando del proteccionismo (España nos roba, qué jeta), Valencia se ha visto sometida a los vaivenes del librecambismo.

En una palabra, no hay nada que nos una. Ni tan siquiera nuestras lenguas maternas, porque si el catalán ha ido evolucionando de la occitana lengua, influenciado por el francés, en cambio, el valenciano, se ha ido enriqueciendo del árabe; asentamiento morisco que se mantuvo hasta el siglo XVII. Digan lo que digan los apesebrados de ese virtual sustrato denominado con muy poca inteligencia "comunidad lingüística internacional", dicho sea de paso, creada por encargo.

Como diría Juan Carlos I y con más razón que un santo:

¡Mónica Oltra! - ¡Por qué no te callas!


13 agosto 2015

VICENT MARZÁ, CATEQUISTA CONVENCIDO.



El Siglo de las Luces significó un antes y un después en la historia del Universo. Fue el también llamado de la Ilustración, en el que se llegó al convencimiento que sólo desde la observancia de la naturaleza se podía  llegar a la razón, a su mejor conocimiento, y a través de este camino llegar al origen de aquellos efectos que desde el principio de los tiempos se venían produciendo.

Las creencias religiosas, sus doctrinas, quedaban aparcadas en su diversidad, al considerar la razón como fundamento único basado en la gravitación universal que de forma exacta se mostraba.

Fueron los Ilustrados quienes llegaron al convencimiento que a la razón sólo se podía llegar desde la  libertad de expresión y en su cauce parlamentario, apartando de la vida social el poder absolutista. Libertad de expresión que se iba a desarrollar a través del Enciclopedismo que vería su mejor fruto en la Revolución Francesa de finales del siglo. El camino a la razón quedaba expedito. La libertad para discernir parecía quedar asegurada, aunque... sería por el momento.

Pasó un siglo y en sus finales, aparecieron los nacionalismos. Giro copernicano que iba a significar en el futuro el intento de aparcar en el olvido los principios básicos de una Ilustración, sustituidos por unas nuevas creencias que ya no iban a ser fruto de la observancia sino del adoctrinamiento, cuyo mejor y más rentable cauce no iba a ser otro más que el escolar y desde la infancia.

Los Derechos del Niño reconocidos en su capacidad para desarrollarse mental, social y moralmente con libertad y dignidad, iban a quedar en entredicho, tal y como estamos viendo y de forma más próxima en la España de los últimos treinta y cinco años.

Este ataque a la dignidad de la juventud, por si no estaba claro, queda diáfano con las declaraciones del "maestrito de escuela", Vicent Marzá, Conseller de "Educación" y otros añadidos,  que de forma rotunda se expresa asegurando que todo es "cuestión de tiempo", al tiempo que "libera" a 150 profesores de los llamados piratas para llevar a buen término su objetivo: esclavizar a la juventud en perjuicio de su capacidad para discernir, mediante catequesis e imaginarias doctrinas.

Auténtico genocidio cultural al que los nacionalistas se dedican aprovechando el analfabetismo existente en una población desnortada y fácilmente utilizable.

Vicent Marzá y Compromís, partido al que se debe, no vienen de aquel movimiento ilustrado en beneficio de la razón y de individuo, sino del decimonónico que ha provocado enfrentamientos, guerras, asesinatos y terrorismo.

Lacras de las que todos hemos sido testigos, aunque sea en la hora de las urnas, cuando, haberlos haylos, que miran hacia otra parte dando su voto a tanta perversidad. Lamentable.

11 agosto 2015

COMPROMÍS, DE FACTO GOLPISTA.



Compromís tiene un problema cultural de gran calado que obedece a una de sus muchas contradicciones. Como partido constitucional forma parte de las propias instituciones que la Carta Magna establece, fruto de unas elecciones a las que libremente ha concurrido.

Leyes constitucionales que llegado el caso se pueden modificar de acuerdo a los procedimientos existentes. Pero no antes.

Sin embargo, instalado en las celdas del poder, se debe a sus normas y a su cumplimiento, aunque tengamos dudas que lo haga bien en la función de zánganos o en la acostumbrada y falsa oferta de abeja obrera.  

De esta guisa  y por lo visto en Compromís y por sus palabras y hechos, las leyes están hechas para no cumplirlas. Actúa como si de "un fuera de la ley" se tratase, y con la patente de corso que cualquier pirata o filibusteros se otorga.

Problema cultural de gran calado en su divorcio con la historia. 

Si las vías públicas están para tomarlas en la antesala del poder, en la acción de su cometido y ya en las alcaldías, su objetivo no es otro más que el incumplimiento del marco legal vigente.

Otrora amigo de las banderías y del enfrentamiento con las fuerzas del Orden Público, en la actualidad, Compromís, henchido de su poder absoluto, dueño de imaginarios dominios forales, arrambla contra la bandera española que las ordenanzas obligan a su lucimiento en los lugares obligados. Opta asi por su desalojo, y ubicación en el interior de su propia ruindad.

Compromís, un partido político acrisolado por Mónica Oltra  (no reñida consigo misma sino con la historia) que desde sus irresponsabilidad está llamado a convertirse en el fiel reflejo de su propio esperpento.