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28 enero 2018

IUIDICIUMS INTERRUPTUS


Es lo que hay. El Alto Tribunal Constitucional necesita divagar durante más de seis horas para concluir que no se puede investir a un ausente. O sea, que si aparece, se inviste. 

Aunque sea un prófugo de la Justicia desde hace cuatro meses, toda vez que ha sido proclamado por un presidente de las Cortes Catalanas que previamente ha contactado con el sedicioso sin que la policía ni ningún juez le hayan solicitado al mencionado Torrent ayuda para su detención. Presidente autonómico cuya hoja de ruta es la misma que la de su antecesora en el cargo, en la actualidad en libertad bajo fianza y a la espera de un juicio que probablemente se llevará a cabo en 2028. Los diez años de rigor.

En la misma situación se encuentran otros sediciosos infractores de la Ley, cuyos juicios están en la cola, por lo que es presumible que en la década de los treinta tengamos noticias.

Lo del señor Trapero es otra cosa, en cuanto se encuentre un e-mail extraviado se buscará la fórmula para su archivo.

Mientras tanto el Gobierno de la República en el exilio se dedica a las cuestiones propias de su sexo con un presupuesto diario de unas cuantas decenas de miles de euros, cuyas transferencias son efectuadas de forma puntual desde Cataluña, que al no estar tipificadas en el código penal, ni ir a una cuenta de Bárcenas, no son impedidas. Por lo visto la malversación tiene dos caras, y en este caso detrás de la trama no está el PP.

Alcaldes, diputados, mesas autonómicas, Tv3 pública, mesnada y otras gaitas, laboran con absoluta impunidad al servicio de la República de Cataluña, mientras que jueces e instituciones trapichean para que las aguas naveguen por los recovecos que a los independentistas facciosos les favorece.

El juicio de los Pujoles  duerme en el baúl de los recuerdos, dispuesto para la afrenta ciudadana, mientras que el de Oriol Junqueras y sus secuaces es una mosca cojonera que los mismos jueces tratan de evitar.

La justicia española y el independentismo se temen, aunque más bien el segundo ama y necesita del primero, cuya ayuda éste le ofrece. Del amor al odio sólo hay un paso

El iuidicium interrupto encaja con el amor, como la vida misma.