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30 mayo 2013

EL LEVANTE-EMV: SU BAJEZA MORAL

EL LEVANTE-EMV_SU BAJEZA MORAL

Cualquier periódico que se precie si algo de respeto debe de tener es hacía sus lectores; salvo claro está, cuando de ellos se tenga la consideración de imbéciles y como tales se les trate.

El fútbol español de los últimos veinte años ha cosechado múltiples éxitos en los torneos internacionales. Raro ha sido el año en el que uno de sus equipos no haya intervenido en una final europea. Desde los de mayor reconocimiento universal, como los son el Real Madrid y el F.C. Barcelona, hasta los que a gran distancia les siguen a nivel económico, pero no por ello impedidos de lograr su sueño dorado de intervenir en una final.

Madrid, Barcelona, Sevilla, Bilbao, Vitoria, La Coruña son ciudades que han visto cómo sus equipos y en diferentes ocasiones, ha reunidos los suficientes méritos para optar al triunfo final en las distintas competiciones en las que han intervenido.

Y hacía el estadio designado para el añorado triunfo se han desplazado sus seguidores en jornadas festivas para alentar con sus cánticos la victoria.

Rara ha sido la ocasión que para tal efeméride no se hayan desplazado con el mismo fin sus alcaldes y presidentes autonómicos, al igual que la máxima representación de la nación española, personificada tanto en algún miembro de la Casa Real como del poder ejecutivo; incluso con sus principales valedores: el Jefe del Estado y el Presidente del Gobierno en más de una ocasión.

Asistencias que no sólo han agradecido los equipos españoles participantes, sino también sus fieles seguidores.

En Gotemburgo y en el año 2004, hace ahora nueve años, el Valencia CF participó en la final de la Copa de la UEFA y como no podía ser de otra manera, junto a la hinchada, se trasladaron en representación de la Casa Real la Infanta Cristina y su esposo; del Gobierno, uno de sus ministros; así como el Presidente de la Generalitat y la Alcaldesa de la ciudad.

Y como fue el Valencia CF quien alcanzó la dicha de lograr el trofeo, todas las citadas autoridades se fotografiaron tras recoger la copa al efecto al lado del Presidente del Club y de uno de sus jugadores.

¿A qué viene ahora después de casi un decenio reproducir esa foto en la portada de una diario del "Cap i Casal" en el día de hoy?

En el Levante-EMV por más señas.

¿Acaso no tiene el citado periódico otra prueba documental para lanzar insidias contra Rita Barbera y Francisco Camps?

¿Es éste su principal argumento?

Más parece lo que les decía al principio; que desde su mala fe, la consideración que tienen por sus lectores es la de imbéciles. Así de claro.

Y para muestras de la bajeza empresarial que se esconde en tan manipulador diario valenciano, con este botón queda demostrada.

el levante emv_su bajeza moral

Mejor dicho, con su portada.

29 mayo 2013

LA ÚLTIMA DE BALTASAR GARZÓN

la ultima de baltasar garzon

Existen frases hechas que de por sí solas no tienen importancia alguna. Dichos, que independientemente del contexto en el que se manifiestan no tienen ningún interés, porque en su generalización, su irrelevancia viene por sí sola.

Pese a ello, no es lo mismo que salgan de los labios de una persona de colmillo retorcido, o bien de quien acostumbra a actuar con mala fe, o bien de quien lo genere por la inercia que le depara la vida. Es decir, sin saber lo que dice.

Y me refiero a una frase que en los últimos años y por desgracia ha sido y es el “pan nuestro de cada día”: es decir de rabiosa actualidad. Frase producto de los juicios paralelos cuya único objetivo es condenar de antemano al “reo” imputándole mil y un agravios, hechos de boca en boca sin prueba alguna que los justifique.

La sentencia estaba puesta de antemano”.

Lo dicho, fase irrelevante a pesar de su enjundia.

Sin embargo, cuando quién la dice es ni más ni menos que el juez Baltasar Garzón, quien ha osado decir que su sentencia “parece que estaba puesta de antemano”, ahí, señores, es otro cantar.

Ya no estamos ante un personaje de colmillo retorcido, o de quien actúa de mala fe, o de quién no sabe lo que se dice.

Estamos ni más ni menos que ante Baltasar Garzón, un personaje apartado de su carrera por su actuación prevaricadora, lleno de rencor hacia un partido que quiso utilizar para medrar políticamente sin conseguirlo, al igual que lo mantiene ante quienes no comparten su ideología.

¡Menuda pieza el Garzón!

Y lo que es peor, que ha consentido durante un par de años que las portadas de un periódico a la deriva económica se sirviera de las cloacas judiciales por las que navegaba el juez estrella, en defensa de sus bastardos intereses que no son otros que los de aumentar sus tiradas.

¿Sentencia puesta de antemano?

¿Qué hizo Baltasar Garzón para evitarla?

¿Acaso cortó el cordón umbilical que unía su trabajo judicial con la redacción de un periódico de tirada nacional conocido como “El País?

¿Le importaba entonces la “sentencia de antemano”?

¿Procuró en todo momento que prevaleciera la presunción de inocencia, fundamento substancial en un estado de derecho y al que debiera de atenerse?

Son muchos los interrogantes que suscita una trayectoria profesional en la que su toga quedó desprestigiada tanto en cuanto su ejecutoria ha sido útil para condenar a pie de calle a quienes ni siquiera habían llegado a ser imputados.

Un juez, que si otros profesionales buscan su enriquecimiento mediante el famoseo, la telebasura y la portada de su desnudo, él lo ha procurado desde la tarima judicial: el civil “altar mayor” mancillado con su actitud y al que acuden sus aborregados fieles cuya única creencia les viene de la insidia; y para la ocasión, puestos de gala con el rencor.

Ahora lo intenta desde las Américas, como los indianos del XIX.

¡Cuánto cinismo, rediez!

24 mayo 2013

LA CORRUPCIÓN

la corrupcion

España está inmersa en un alto grado de corrupción que no tiene parangón en los últimos cien años de su historia.

Como simple chisme político nos queda de la II República el caso de la ruleta que involucró a Alejandro Lerroux, cuyo único beneficio fue el regalo de un par de relojes; aunque eso sí, lo fueron de oro.

Fenómeno aquel del “estraperlo” que tuvo su continuidad durante la postguerra como efecto de las “cartillas de racionamiento” en unos años de penuria.

Y qué decir de los caso SOFICO allá por los años sesenta, o el de Redondela de los años setenta, que comparándolos con las corruptelas de los últimos treinta años se podrían reducir a simples pecados veniales tan consustanciales al ser humano.

Habrán quienes digan que otros casos se silenciaban, tratando de resolver un problema personal cuyo único diagnostico es el del rencor.

Pero lo cierto es que en la actualidad la corrupción alcanza no sólo a la clase política sino también a la judicial. Su mayor grado, en la persona del juez estrella Baltasar Garzón, quien abandonó la higiene de la toga para intoxicarse con su ideología. Y en cuanto a los medios de comunicación, pues qué quieren que les diga: tampoco se quedan aparte.

Entre la clase política y en su mayor grado tenemos el caso de aquel jovencito de Suresnes, que con chaqueta de pana raída comprada en un mercadito de Triana entonces, Felipe González, en la actualidad se ha convertido en un magnate de alto standing debido al hechizo amable del vil metal. Su primera chispa fue la del caso RUMASA, decidido como estaba al logro de unas saneadas cuentas corrientes y activos inmobiliarios con ínsulas de palacetes, a la sazón convertido en el Sr. X conocido por todos menos por parte de unos jueces que llevaron a presidio a quienes ejecutaban sus órdenes.

Estamos pues ante tal grado de corrupción que si en España existe una zona húmeda y otra seca claramente definidas, determinados medios de comunicación y a su capricho se han encargado de distorsionar su presencia en perjuicio de "determinadas" regiones, silenciando o minusvalorando las corruptelas existentes en otras, con seguridad de mayor relieve.

Los medios de comunicación y en mayor medida los de la prensa escrita, están sufriendo los efectos de la crisis, por lo que se han visto obligados a una drástica reducción de sus plantillas de lo que no se libran los de mayor difusión nacional. Y por la misma razón, necesitados de transmutar su piel con el mayor de los descaros.

Tenemos el caso del diario el País, que si en sus primeros años era como un falso emblema pseudocultural del mundo progre, ilusionados como estaban en llevarlo bajo el brazo como distintivo de intelectualidad, en los últimos años se ha visto convertido en un diario sensacionalista tan del agrado de quienes buscan "una portada" que de forma mal intencionada se exprese. 

Una forma pues de aumentar las ventas que también otros medios de tirada nacional procuran, al igual que regional. Y han optado por esta guisa dispuestos a salir a flote aunque lo sea en detrimento de una información veraz, pulcramente presentada.

Una corrupción política, judicial y mediática de tal calibre, como la nunca vista en España en los últimos cien años.

Ahí están las hemerotecas.

19 mayo 2013

CUENCA: VEINTIDÓS ESTACIONES

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Veintidós estaciones, algunas de ellas en desuso, son las que separan las ciudades de Valencia y Cuenca en una línea de ferrocarril llamada a desaparecer absorbida por la alta tecnología que se ofrece en “AVE” veloz para acortar al camino entre ambas capitales de provincia.

Una línea, la de Valencia-Madrid por Cuenca, aprobada en 1910 que, sin embargo, no llegó a su fin hasta muchos años después. El viejo sueño se convirtió en realidad en 1947, cuando al acortar la distancia con la capital de la nación, también fue de utilidad para que en trayecto directo los valencianos pudiéramos llegar por bellos paisajes hasta la entrañable capital de las “casas colgadas”. La que con sus impresionantes vistas desde lo alto de la zona del Castillo, hace disfrutar a sus visitantes de una de las más fascinantes panorámicas que en España se ofrecen. Como igualmente al revés, acercar las tierras castellanas a nuestro "cap i casal" del viejo  reino valenciano.

Y para “celebrar” su inminente final, miembros de la Asociación Cultural VALANTIGA nos hemos desplazado a través de verdes campos en los que la dificultad de un trayecto en altiplanos se compensa con la satisfacción de los cambios de un paisaje en el que de forma sucesiva aparecen zonas de llanuras, otras de pintorescos riscos, también de sorprendentes túneles que se acercan hasta nuestros ojos y nos introducen en lo oscuro. Así como de pequeños y gratos valles que irrumpen veloces, sin desdeñar en sus viejas estaciones unos desahuciados artilugios convertidos en monumentos industriales que nos trae el recuerdo de la vieja actividad ferroviaria en su actual pretensión de museos etnológicos: al aire libre y en su lugar adecuado.

Sin embargo, no es desdeñar el interior del tren por la posibilidad de ejercer un ejercicio muy usual antaño, pero en la actualidad fenecido. El momento crucial de dar cumplida cuenta a las viandas, que si no en cesta de chorizos y albaceteña, de bota de vino peleón y hebra de tabaco cuales pasajeros más, sí lo ha sido al aflorar de las pequeñas mochilas el pan tierno y crujiente del día, las latas de un muy buen atún, el rioja conservado en frío y servido en el cristal de unos vasos que como tal se merece, así como algún que otro alimento sobre el mantel de tela sobre un asiento vacío convertido en el instante en una pequeña mesa que, aunque modesta, cumplía con su misión para tan importante lance: uno de los objetivos fundamentales del “viaje”, sin desdeñar otros que llegarían pocas horas después.

La coqueta estación de Cuenca, decorada de viejo café, fue la de su momento. Y frente a ella, el bús que nos condujo al punto más alto de la ciudad: al del Castillo, desde donde en amplio mirador se muestra todo el encanto de la ciudad que tomara Alfonso VIII allá por el siglo XII.

Predominan a primera vista su parte antigua, situada a la derecha sobre un cerro rocoso de corte profundo, que sirve de cimiento a un friso de casas de porte palaciego, monumental y catedralicio. En el centro de la panorámica y a media altura, el viejo convento dominico en la actualidad Parador Nacional, unido con el alto cerro mediante el elevado puente de hierro de construcción modernista, el de San Pablo, siguiendo la moda imperante a principio del XX.

Una vez disfrutado del alto mirador, iniciamos el camino de bajada, estrecho, hacía su Plaza Mayor. Por él, disfrutamos de sus pequeñas portadas, de sus balcones de hierros y de las huellas del tiempo labradas en sus piedras.

Visitamos la Catedral de Santa María y San Julián con sus diferenciadas capillas, su amplia girola, su sorprendente sacristía y su aula capitular, en un templo gótico iniciado en el siglo XII y sus posteriores modificaciones.

La hora de la comida, ya algo tardía, era la de recuperar fuerzas. También la del necesario descanso para reiniciar después nuestro camino. En esta ocasión para adentrarnos por las callejuelas tras la Catedral con el fin de cruzar el puente para visitar el Parador con la ocasión de hacer trabajar las máquinas digitales dirigidas hacia las casas colgadas en amplio friso sobre el cerro, a cuya parte teníamos que retroceder.

De regreso, una vez cruzado y en suave pendiente, se llega hasta la base de una casa del siglo XIV ocupada por el Restaurante Casas Colgadas. En la roca se encuentra el pequeño pasadizo que da paso al centro de la vieja ciudad a quienes acceden desde el puente.

Vimos anclados y en las barandillas del mismo, modernos candados cuyas llaves lanzan al vacío los jóvenes enamorados jurándose amor eterno que ojalá cumplieran en su intento.

Era el momento de la marcha atrás, la del regreso, la de la vuelta a la estación que nos conduciría hasta un final de jornada gozosamente disfrutada.

Como el de un viejo recorrido que después de casi setenta años de vida y de gratos recuerdos ha cumplido con su misión.

Poco tiempo de vida le queda. Aprovechen la ocasión y disfruten de ella.

13 mayo 2013

PSPV: ¿Y QUIÉN PAGA LA CUENTA?

PSPV- y quien paga la cuenta

El Tribunal Supremo ha condenado al PSPV a sufragar las costas por su recurso a una causa por dos veces juzgada. En ambas ocasiones con sentencias absolutorias en contra de los deseos de los socialistas valencianos que no ha sido otro que el de dar carnaza a sus seguidores.

Ya con anterioridad, el Tribunal de la Audiencia valenciana dictó una sentencia contra “los de Blanquerias” resolviendo que actuaban de “mala fe” por sus denuncias improcedentes.

Así pues, les viene de antiguo su acostumbrada forma de entender la política navegando por los sumideros de su existencia.

¿Quién va a pagar las costas no sólo de este proceso sino de los muchos perdidos?

¿Los pagarán de sus bolsillos Ximo Puig, Ángel Luna, Cristina Moreno y Carmen Ninet que es lo que debieran, o los pagará el Partido Socialista del País Valenciano?

En cualquier caso es lo mismo, pues si lo pagan de sus sueldos, estos salen de nuestros impuestos, al igual que si es el partido quién hace frente a ellos.

Con seguridad, quien lo tiene crudo, es el picapleitos Virgilio Latorre que en su cuenta particular con el PSPV tiene un saldo acreedor de tal cuantía, que su deseado cobro está tan alejado como la realidad de unas denuncias planteadas desde la insidia.

La única satisfacción: la del propio partido, tanto en cuanto sus denuncias les brinda la ocasión del engaño a unos seguidores que se deleitan con escuchar tales sinfonías.

Mejor sería pues que las costas las pagaran de sus bolsillos unos diputados autonómicos de muy buena paga, dietas, ingresos complementarios por su asistencia a comisiones innecesarias, amén de kilometrajes e ingresos varios.

Seguro que aún les queda lo necesario para llegar a fin de mes, así como alguna escapadita de relax con spam incluido.

Ángel Luna lo tiene más fácil, le basta con escaquearse unos días a su doble apartamento en la playa que un empresario alicantino se encargó de mejorar en agradecimiento a unos servicios prestados causantes de un delito.

Eso sí, prescrito.

11 mayo 2013

UNA JUSTICIA DE CAPA CAÍDA

una justicia de capa caida

De la fachada de la Ciudad de la Justicia se han desprendido unas placas que al reventar sobre el suelo y a modo de metralla, han causado heridas a unas pocas personas, al tiempo que por escasos centímetros otro paseante ha salvado su vida.

¿Se desmorona pues la Justicia? ¿Accidente? ¿Metáfora? Tómenlo como deseen. Pero lo cierto es que la Justicia en nuestros días no satisface a nadie, tanto en cuanto sus pasos son lentos, lentísimos las más de la veces, o por la vía rápida cuando interesa, o por el de la ocultación.

Y la causa principal de este desvarío que tanto da que hablar, no está en su Código Penal cuya aplicación corresponde por igual a todos los jueces, independientemente de su ideología que por cierto la tienen y que debieran obviar. Ellos, los jueces, más que nadie.

¿Qué es eso de “Jueces para la Democracia”, o “Jueces Conservadores” o “Jueces Progresistas? ¿No sé les cae la caras de vergüenza a unos y a otros?

Pero la cuestión está clara: El Código Penal debe proteger a todos por igual. Sin embargo,  de la misma forma que las placas de la fachada judicial ponen en peligro a quienes acuden a su recinto, vemos, que por parte de los Jueces, el cumplimiento de su exigencia les importa un pepino, dicho sea en “roman paladino”.

Como cuando el Constitucional tardó cuatro largos años enmarañados en la consideración de Cataluña como nación, cuando lo cierto es que menos de lo que canta un gallo podían haber fallado su sentencia. La única conclusión razonable a este desvarío es la de que sobra el Constitucional con la presencia del ave.

Por la vía rápida y contando los días con los dedos de dos manos desde el día del registro de su denuncia, fue absuelto por la Justicia valenciana el diputado autonómico Ángel Luna por un delito prescrito, mientras que hemos visto dilatar en el tiempo a otro diputado (merced a las cloacas por las que se mueven los jueces) que siendo finalmente absuelto, aún han seguido machacando sobre su persona en un proceso inquisitorial que para nada ha necesitado del fallo final de la Justicia. Estaba sentenciado de antemano.

Y de casos en uno u otro sentido están las hemerotecas llenas. Cuando ha interesado, con multitud de portadas, mientras que en otras ocasiones han sido alojados las corruptelas en pequeñas columnas sitas en el interior de sus páginas escondidas.

Una Justicia que se desmorona, sí; porque está y en especial al servicio de quienes la utilizan para lograr sus más perversos propósitos, dejando estos de lado el cumplimiento de sus obligaciones para las que fueron elegidos, a sabiendas de que independientemente del fallo final, su pretensión no es otra más que la de manipular a la opinión pública como un logro cantado.

El intento de reabrir un caso juzgado y sentenciado después de seis años al empuje de un programa televisivo, Salvados, más cercano a la telebasura que a cualquier otro cultural, que dicho se de paso escasean, es el más claro reflejo del marasmo en el que vive una parte de nuestra sociedad, que como la Justicia, se olvida de la existencia de un Código Penal y actúa de acuerdo a sus intereses partidistas.

Y por supuesto, con el finiquito de una independencia judicial, rota y desquebrajada, que como las losas de la Ciudad de la Justicia irrumpen a pie de calle ante una ciudadanía que ha dejado de creer en un Poder Judicial por sus propios errores.

04 mayo 2013

ABRAZO DE OSO TELEVISIVO

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Aceptar el “abrazo del oso” tiene muchos riesgos colaterales; y más cuando se sabe de antemano de su inminente presencia. Es inútil recurrir en ocasiones a pactos de buena vecindad porque su fiabilidad es escasa. Qué digo, nula.
 
Nace el pacto en quien acude con buena voluntad, pero adquiere su verdadero significado cuando existen en terreno ajeno unas manos prestas al diseño de la falsedad mediante urdimbres que por sí solas apestan, al menos a quienes son conscientes de lo que han dado de sí en mil y una ocasiones, reiteradamente expresadas.
 
Puede, y de seguro así es, que la escenificación regodee a los interesados en el logro de una patraña que van tejiendo, inasequibles al desaliento, sin prisas, pero tomando aquellos puntos estratégicos por donde avanzar hasta su fin deseado. Algo así, como aquellos “Cien mil hijos de San Luis” que sin obstáculo alguno, impusieron sus criterios en contra del pueblo español, perdido por su ignorancia.
 
Alberto Fabra, el Presidente de la Generalitat, se ofreció en su día para un pacto con otro presidente autonómico, de nombre Arturo, pero que quiere que le llamen Artur.
Y ahí está el quid de la cuestión. No es lo mismo el uno que el otro. El primero es el de cuna, y con el segundo firma pactos de artificio.

Alberto, sabedor del peligro de su empresa (porque no lo creo tan ignorante) se ofreció como un hombre de buena voluntad ante quien exigiendo respeto, nunca lo mostró con los valencianos.

El pacto entre ambos entes autonómicos al logro de una mutua correspondencia en los respectivos entes televisivos es el del papel mojado.

Fabra, como todos los valencianos, todos, tanto quienes desean el respeto a nuestra peculiaridad de siglos, como los necesitados de un mimetismo fabricado desde la mentira en los últimos cien años, saben, que Arturo, será Artur. Todos lo saben.

Un pacto condenado al fracaso que únicamente va a servir para crispar los ánimos en la sociedad valenciana si sigue adelante, con la excepción de la satisfacción que va a producir en quienes estarían muy a gusto en unos “paisos” por los que con mayor o menor intensidad sueñan. Pero que si fracasa, igualmente serán felices.

Satisfechos porque si el pacto cruza el Ebro escucharan “canticos celestiales”, pero si se anula por su incumplimiento unilateral, estarán igualmente gozosos porque ya se encargaran de aumentar el volumen de un gallinero ajeno a nuestra historia.

El “abrazo de oso” tiene estas cosas, y a Alberto Fabra se la meten por todas partes.
 
Malament.

01 mayo 2013

LA BIBLIOTECA EMBRUJADA

 

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clip_image006rase una vez una biblioteca que la iban a inaugurar, pero el día de antes los libros cobraron vida.

La biblioteca había quedado preciosa pintada de colorines como los del arcoíris, y las estanterías eran de madera pintadas en blanco brillante.

Las lámparas eran de cristal, y los rayos de sol que entraban por el día hacían que brillara el arcoíris que hacia juego con las paredes.  

Los libros estaban puestos por secciones y también ordenados por colores.

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Pero cuando llegaba la noche todo esto cambiaba.

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Los libros cobraban vida. Estaban muy nerviosos por la inauguración y de que los niños y mayores  leyeran sus historias.

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Los libros de música no paraban de cantar y  bailar, los libros de magia enseñaban sus trucos, los de   aventuras presumían  de ellas  y los de  comedia  no paraban de contar chistes.

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Los más graciosillos eran los libros de terror, porque se escondían y asustaban a los demás libros. Se ponían tras las luces que entraban de las farolas de la calle para hacer sombras y hacían ruiditos tenebrosos.  

- Uhhhhhh             

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Pero cuando amanecía y salía el sol, los libros volvían a sus  estanterías como si nada hubiese ocurrido y brillaba de nuevo el arcoíris en los cristales de las lámparas.

La inauguración fue un éxito. y por la noche los libros hicieron una gran fiesta, orgullosos de su trabajo. 

Autor: Marina Pérez Cob, mi nieta.