Si das una vueltecita por mi Blog, espero sea de tu agrado.

29 diciembre 2008

DE AVELLANAS Y REYES

Sucedió un día no muy frio pero de fuerte viento, cuando una vieja ardilla brincando por los árboles olfateó la proximidad del fuego, y temiendo que se le acercará y le ardiera su cola, inició una veloz huida a través de las ramas del bosque, hasta encontrarse lejos, muy lejos del lugar donde pasaba la mayor parte del año.

Tuvo pues, que abandonar su árbol preferido: un pino de alto tronco en cuyo uno de los huecos guardaba sus cosas más queridas: desde la seca hoja de encina, recuerdo del abuelo ardilla que aficionado a la botánica quería que supiese de sus formas, como también y junto a ella, un par de nueces, los restos de algunas bellotas, también los de castañas, así como unos huevecillos de un nido olvidado a saber por qué motivo. Y hasta una piña pringada de resina en la que una vez manchó sus patas, y confiada en su torpeza, hizo que cayera sobre un arbusto de espinos. Piña que escondió en su despensa, tanto en su propio amparo, como en el de las demás vecinas ardillas del bosque, sus amigas queridas, para que no resbalaran ellas también.

En su huida, una piña piñonera estalló en mil pavesas y una de ellas fue a dar a la cola de la pobre ardilla, lo que la hizo correr aún más aprisa, ignorando el camino al que le dirigía su miedo, que por lo cierto, cada vez era más intenso. Ciega de espanto, cubrió un bosque tras otro en una fuga trepidante a la par que desorientada.
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Su única esperanza era una estrella en el cielo hasta entonces nunca vista, de la que se embelesó entusiasmada mientras alumbraba sus ojos brincando tras ella.

Se detuvo cuando no tuvo más remedio al fin del bosque que le transportaba rumbo a lo desconocido, cuando ya no tenía un camino. Fue cuando captó su atención una era llena de gente junto a una casita de la que emanaba una mortecina luz.
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Tras unos saltos ligeros con miradas de recelo, poco a poquito, fue acercándose a aquel lugar, tal era su estado hambriento.

-¿Qué daría por aquel par de nueces dejadas en su despensa? , se preguntaba una y otra vez mientras se relamía los labios tan secos como fatigosos.

Lentamente, llegó hasta el destartalado sitio, aliviándose por el calorcillo que de allí salía, sin que nadie de los allí presentes se percatara de su presencia: un hombre y la que parecía ser su mujer, que cruzaban dulces sus miradas acariciando con sus manos a la vez que con sus ojos a un recién nacido sobre un mullido haz de paja a sus pies.

Un buey tumbado y próximo a los tres, les daba su calor; al lado del dócil animal había un saco de paja que captó la atención de la ardilla, del que salían aromas de raíces tan exquisitas como conocidas, las que hicieron que de un salto en su interior se alojara. Tras el brinco, se perdió dentro de la paja, sin que nadie la viera, atentos como estaban a quien lloraba de forma insistente.

Saciado su apetito y sin una sola raíz dentro del saco ya vacio de alimento, la ardilla asomó su cabeza viendo el gemir del niño, lo que le llenó de tristeza y le encogió aún más su cuerpo pequeño.

Decidida la ardilla, salió de su escondite, acercándose a él, al tiempo que tres Reyes Magos se aproximaban. Quienes saludando al niño se inclinaron a sus pies, al que dejaron sus regalos. Aquello hizo que la ardilla, algo asustada, se girara en redondo, mientras que con su larga cola y de forma casual, acariciaba el rostro del niño tumbado entre heno, produciéndole ligeras cosquillas que le supieron a gozo, pues fue en aquel mismo instante cuando de los labios del recién nacido salieron sus primeras sonrisas ante la alegría de todos.

Por ello, y quizá por la presencia de los Reyes, la ardilla vaciló, asombrada por tan magna presencia, culposa por las risas de niño y ajena a las reverencias; por lo que regresó a su escondite, salvaguarda de su timidez.

Pasaron unos días, casi un par de semanas. Después de una noche de intenso trabajo para aquellos tres Reyes Magos de Oriente, al amanecer, fueron al portal a despedirse del niño. Allí permanecía risueño junto a sus padres y cerca de ellos, el saco donde la ardilla en su interior se despertaba en aquel instante.

Desperezándose estaba, cuando tuvo la sorpresa al observar que entre la paja se hallaba una seca hoja de encina, un par de nueces, restos de algunas bellotas, también de castañas y hasta unos huevecillos de un nido con el adorno de una piña pringada de resina que se le pegaba a la cola.

Con sumo cuidado el Rey Negro cogió el saco entre sus brazos dejándolo al cuidado de uno de sus pajes. Al poco, abandonaron el lugar tras decir adiós a todos los que allí se reunían, llevándose el saco.

Un pastorcillo, atento como estaba, escuchó asombrado una voz imperante de otro de los Reyes, el de cabellos rubios y largos bajo su corona brillante, quien rasgó el cielo con voz imperiosa, sabedor de que entre sus nubes, ella se encontraba:
Estrella! ¡Hazte ver! Condúcenos a nuestro regreso; pero antes llévanos al Bosque del Nunca Fuego Jamás.
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(De avellanas y Reyes ha participado en el Proyecto Antholgy "especial Navidad")

27 diciembre 2008

NUESTRO AMIGO EL CONTENEDOR

El volumen de la basura recogida en los contenedores de nuestras calles ha bajado, lo que en parte puede ser alentador. El conocimiento de este dato que bien pudiera atribuirse a la consecuencia de que cada vez cuidamos más nuestra línea, preocupados por mostrarla linda y estilizada ante nuestros amigos queridos comiendo menos, no creo que sea por el motivo fundamental de que los residuos mengüen y lo hediondo de sus perfumes se esparza menos por las calles. Por otra parte, nuestra preocupación por el medio ambiente no alcanza estos lares, y temo que sean otros vientos los que corren; por lo que creo que podemos presumir cual es la verdadera causa.

El dato, nada tiene que ver con estas fiestas navideñas en las que todos estiramos nuestras mangas produciendo algún que otro desgarro allí donde se junta con el hombro: antesala de la espalda sobre la que recae el órdago consumista de estos días al que todos recurrimos sin saber jugar al mus. Hay quienes dominan el juego y superarán la cuesta que se avecina, esa que llaman de enero, pero que será de todo el año.

El ya próximo 2009 dará vida a Murphy y sus verdades como puños, siempre en escena, pese a la abundancia de oxigeno que se ha insuflado a la economía, ciencia que por lo visto sólo se aplica a los más fuertes y a los que está a su servicio: Cualquier solución, entraña nuevos problemas. O esta otra: Sonriamos, porque mañana puede ser peor.

Pese a ello: Murphy y sus teorías con aderezos de verdades, no creo que se fijara en los contenedores, más atento a las expectativas, que como suele suceder, cuando se cumplen, únicamente benefician a los de siempre.

Sólo nos queda el recurso de creer en la Lotería, que cuando toca, lo hace sin mediar nadie por cierto; salvo la diosa fortuna, que por no ser católica, cada vez tiene más adeptos y más aún quienes la ven con buena cara. Abocados como estamos ahora a esa “alianza de civilizaciones” en la que la nuestra, seguro, se llevará la peor parte; aunque bueno, siempre los habrá quienes se conformen con la pedrea: esa especie de lapidación pero con tintes de modernidad y visos de asignatura hacia una ciudadanía que por lo visto hay que educar de forma cumplida y actitud adecuada.

En realidad, con menos basura por la calle, la posibilidad de que estén más limpias será gracias a todos, por lo que no hay motivo para tanta preocupación y recelo.

Solbes dice que nos espera un año terrorífico, pero Zapatero augura a corto plazo un mayor incremento del empleo.

En fin, que…”En cuanto se pongan a hacer algo, se darán cuenta de que hay otra cosa que deberían haber hecho antes”, nos recuerda Murphy.

Pero tanto, el uno como el otro, Zapatero y Solbes, estaban a otra cosa en su jornada electoral, preocupados por todos nosotros, pletóricos de bondad, enfundados en sus verdades, borrachos en sus alegrías.

24 diciembre 2008

PAZ Y VENTURA


El
bloc
de jotacob
os felicita a todos,
a los
que lo seguís
con cariño, a los que
entran a su encuentro de vez
en
cuando,
a los que sólo
asoman su mirada
un pequeño instante, a los que
pasan de largo hacia otro sitio más de
su agrado, a los que coinciden gozosos con
su pensamiento y disfrutan de ello, a los que
de
forma
diferente
eligen su camino, pero se
abren a un mundo que es de todos
sin encerrarse en sí mismos, huraños a otros.
A los que ven en la Navidad un lugar de encuentro
que nos una, siquiera un leve instante, disfrutando de ello.
El
bloc
de jota cob
os felicita a todos, y os
desea un año nuevo feliz lleno de paz,
en el que día a día se vayan cumpliendo todos vuestros
anhelos,
felices y contentos,
ansiosos de agradar a quienes a vuestro lado viven, mirándoos a los ojos.
Cuando los ojos hablan, los labios deben quedar sellados,
no hace falta explicación alguna.
F
E
L
I
C
I
D
A
D
=============

21 diciembre 2008

MI ADMIRACION A JOSÉ SANCHO


Admiro a José Sancho, a quien hace unas semanas vi pasear por la plaza del Ayuntamiento y me quedé con las ganas de cruzarle un saludo de amistad.
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Admiro a José Sancho por la profundidad de su mirada, por la limpieza que la envuelve.
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Admiro a José Sancho por su libertad, la única existente: la de su capacidad de pensar libre al viento: alejado de lo políticamente correcto que duerme las mentes y las esclaviza, dejando yermo a quien adoctrinado de falsas soflamas, no es más que un espécimen hábilmente conducido, cual títere dirigido por hilos invisibles a los que inconscientemente se conecta.

Y le admiro porque denuncia al opresor que conduce a las masas en su propio beneficio obligándolas a una conducta que no necesitaban: la reconducción de su memoria histórica por sendas de engaños. Le admiro porque denuncia a los progres con tarjetas de platino, siempre cercanos al poder. Y no sólo a la vera de quienes nos gobiernan actualmente, sino como lo hicieran antes, hace ya muchos años: aquellos del blanco y negro con trajes de frac y pajaritas de corbata.

Admiro a José Sancho por su valentía; lo admiro por su oposición manifiesta a una televisión de nuevo cuño, empeñada en alejar de nuestras mentes el mundo real en el que vivimos. Y no sólo en periódicas retransmisiones deportivas o taurinas en días de especial significancia, sino en todas las tardes noches del año adocenando a un público ya adiestrado y servilmente entregado, sea por la televisión, sea por el ancho dial radiofónico que penetra en nuestras mentes por las rendijas del éter.

Admiro a José Sancho por su oposición a la Academia del Cine, organización siniestra, más dispuesta a la catequesis doctrinal que a su defensa de la industria del cine, cada vez más en declive falta de películas de calidad, que nada tiene que ver con los dorados años del cine español, aquellos de los años sesenta.

Admiro a José Sancho por su valencianía, por ser conocedor de sus orígenes sin necesitar de falsos empadronamientos. Por su reconocimiento del verdadero progreso que está llevando a Valencia a un lugar donde nunca estuvo, salvo en su Siglo de Oro, esplendor que muchos niegan, a la par que desprecian el reconocimiento universal de nuestra ciudad, cada vez más visitada desde todos los puntos del globo.

Admiro a José Sancho, porque al ser de mi edad un año menos, puede denunciar y denuncia –por su balcón dorado fruto de su trabajo- tanta mezquindad, tanta mentira como nos envuelve, aceptada por los ojos cegados de quienes entregan sus oídos a los que en la manipulación ven su permanencia en el poder, o en sus aledaños: su única forma de lograrlo.

Admiro a José Sancho porque de seguro nunca se dejará llevar por soflamas incendiarias, por predicamentos miserables, por el velamen de la ignorancia. Por eso le admiro.

19 diciembre 2008

EL VIEJO INSTITUTO


En las paredes del viejo Instituto empezaron a surgir grietas cada vez de mayor tamaño. En su tejado destartalado, las tejas volaban en los días de fuerte viento, mientras que la humedad pasaba a sus aulas creando un ambiente frio, desangelado, lleno de peligros ante algún que otro desprendimiento sobre el patio interior del centro.

De forma inmediata se cerró el edificio, y llevaron las clases a un antiguo convento abandonado en los arrabales de la ciudad con la esperanza de solucionar lo antes posible los daños del viejo Instituto. En éste, quedaban desamparados su claustro de bellos mosaicos, su patio abierto repleto de bancos en torno a una fuente, una capilla situada en uno de sus lados, junto a una magnífica biblioteca en su ángulo, del que por una escalera a las dos plantas, se llegaba a las aulas. Aun quedaba la parte alta, con una torre cuadrangular a cuatro aguas: una especie de desván lleno de trastos viejos y desvencijados en el que se anidaba la humedad.

La restauración pensada para un solo curso escolar se hizo eterna, pues hicieron falta cinco largos años para que el viejo instituto pudiera reabrir sus puertas. Llegado el día, supuso una gran alegría para los alumnos, así como para el profesorado. Menos para el de Literatura, que cuando vio que la Biblioteca estaba vacía de libros, mentó a los diablos, a pesar del esplendor que mostraban las viejas estanterías, impecablemente restauradas.

Alguien alertó al profesor, y éste subió rápido a la torre en la que estaban hacinados, destrozados, humillados, todos los libros para él tan queridos. Quedó el maestro estupefacto viéndolos incrustadas unos a otros sus tapas, mientras se doblaban sus hojas manchadas de pintura, de yeso, así como dolorido al ver tantos lomos sueltos, perdidos por el suelo: tal follaje amarillento repleto de cuadernillos sueltos de los que salían hilillos: regueros de sangre seca, muestra de la indolencia. Era como un ingente calvario tan desmochado como ridiculizado.

En el techo, se dibujaba la señal de una gotera que había martilleado a un antiguo ejemplar del Quijote: una de las piezas más preciadas del Instituto, regalo de un viejo librero agradecido a sus años de alumno entre aquellas paredes, que al cogerla con sus manos el atónito profesor, vio como la pasta de las tapas se diluía entre sus dedos.

Pasaron los meses, y ya en su final el curso los libros de texto comprados por los alumnos estaban tan nuevos como el primer día de clase, sin que nadie hubiese abierto sus hojas, ni siquiera por una sola vez.

Hoy, aquel profesor, pasados más de treinta años y en su recuerdo, está orgulloso de aquel año en el que instó a sus alumnos al traslado de todos los libros a la biblioteca, alentándoles a que los tocaran con mimo, con suave cariño, así como motivándoles a su limpieza y cuidada restauración, para que debidamente ordenados después, quedaran en la biblioteca a disposición de todos. Con esta enseñanza completaron un curso en el que el amor a los libros fue el mejor de los logros, logrando nota alta todos sus alumnos con gran algarabía familiar.

Han pasado los años, y el profesor, aún en la docencia, recuerda con orgullo tan genial tarea, mientras se hace la pregunta de si hoy pudiera llevarla a cabo, seguro de tener en contra, no solo a los inspectores públicos o a la asociación escolar, sino también a los mismos padres molestos de cualquier abuso a sus hijos. Como también ajeno a las colaboraciones de estos, reacios a ello, quienes a eso de escaleras arriba y escaleras abajo se opondrían al esfuerzo, ausentes del amor a los libros, que como a tantas otras semblanzas que se les pregunta, cuando no saben las respuestas, siempre te contestan lo mismo: que… “eso no está en mi libro”.

(“El viejo Instituto” es un relato que ha participado en el 40º Proyecto Anthology. Tema: Libros)

08 diciembre 2008

JUAN TARDA, LA RAZÓN DE UN IMBÉCIL

Dentro de cualquier imbécil -alelado y falto de razón, según el DRAL- se puede esconder la más profunda de la ignorancia. Sin embargo, en ocasiones , sucede que por el destile de un más que cierto absceso propio de una mente enferma, cuya única razón se esgrime en el intento más bajuno de dar de comer a quienes acuden voz en grito al pesebre que les alimenta, la ignorancia surge y se presenta mostrando su lado más infame, su primate salvaje.

Juan Tarda, el Diputado español que cobra de nuestros impuestos - condición a la que voluntariamente se ha presentado- en su soflama incendiaria de ¡Muera el Borbón! no lo hace como fruto de un (des)conocimiento de la historia de la que se sirve después de adulterarla e inventarla a su modo. Ni siquiera llega a tal exabrupto, harto de vino, con un elevado índice de alcoholemia, después de la asistencia a un botellón de aguardiente rancio y peleón que le hubiera servido como gasolina en un acto reivindicativo de la propiedad ajena, cuyo delirio, en este caso, sería su mejor coartada.

Tampoco, el psicópata Diputado, llega al culmen de su paranoia como consecuencia de uno más de sus habituales desvaríos, de cuyas sensaciones orgásmicas goza con prontitud, por mucho que su eyaculación precoz producto de su promiscuidad insaciable no le de el goce de un acto sexual tranquilo, relajado y pleno de satisfacción.

Tampoco la arenga de Juan Tarda ha sido la propia del valeroso y noble líder que voz en alto y a pecho descubierto está dispuesto a la contienda, incluso a dar su vida si ello fuera necesario luchando contra la injusticia, o por la obtención de un noble ideal que pudiera llenarle de orgullo con la grandeza de la mano tendida y la ausencia de odio.

Quizá su pelo largo y acaracolado sea el culpable de la ausencia de una adecuada ventilación a su hipocampo, al que con seguridad sustituye el bosque de sus cabellos convertido en masa cerebral, en este caso al exterior y por lo tanto victima de la intemperie, lo que seguramente es la razón de osadía semejante, de la que, no obstante, algún fiscal tendría que salirle al paso.

Tanto su condición de aforado, o su pelo rizado, como germen de ensayos de pobre calado, puedan servirle como defensa a su desatino, pero su soflama incendiaria de ecos bélicos, ese tirar la piedra y esconder la mano, tan necesitada como la tiene para cobrar todos los meses de las Cortes Españolas, más parece el pozal lleno de salvado y algo de bellota de escasa calidad dispuesto a verterlo para los que a él acuden.

05 diciembre 2008

¿TE IMAGINAS?

La de cosas que podríamos hacer si estuviese al alcance de nuestras manos el poder mover el tiempo a nuestro albur, a nuestro deseo ahora inalcanzable. ¡Daríamos tanto por ello!

¿Te imaginas? Te imaginas que fuera posible que con nuestras yemas, final de los dedos, tan sonrosadas como envejecidas, pero jóvenes de ilusión, que fuera posible al accionar la rueca sobre nuestra muñeca (seguro que temblorosa) a que nos llevara a un viaje atrás en el tiempo?

Atrás en el tiempo tirando de su eje por un simple clic y que después, al rodar su corona cromada iniciáramos un viaje atrás gracias a nuestro reloj tornando lo andado. Unas sencillas vueltas hacía nosotros mismos y que lo hiciera factible, siquiera por un breve instante, revivir nuestros recuerdos: esas reminiscencias que pululan en nuestro ensimismamiento guardado entre azúcares, indeleble al tiempo.

¿Te imaginas? Indelebles al tiempo; por ejemplo: volver a vivir aquel primer instante del beso furtivo, el del cálido y tembloroso roce de labios desconocido hasta entonces, dejado por primera vez en quien te hacía vibrar solo por el cruce inocente de una mirada, almibarados los dos por una inocente pasión?

¿Te imaginas? O en aquel otro repentino, el del primerizo desnudo integral fijado en nuestras retinas que, cegadas por las cortinas de unos cándidos párpados, hacía abrir como cántaros nuestros ojos, tal grandes ventanales “gloria in excelsis” al altar mayor de la catedral que excitaba nuestro ánimo?

Instante turbador aquel, el de la alborada al deseo, en el que ahora nos gustaría recrearnos cuando las neblinas del tiempo difuminan un pasado del que pervive su huella. Huella de efímero canto lastrada por la nostalgia, pero que merced a un inquebrantable deseo sigue latente en nosotros.

¿Te imaginas?

03 diciembre 2008

LAS GÁRGOLAS DE LA LONJA

Si las gárgolas hablaran, ¿qué nos dirían? Por si acaso, voy a su encuentro y les pregunto por su mirada al tráfago desde lo alto de sus aleros.

Y voy a ellas interesado como estoy por sus cuitas en torno al mercado, al que con ojos escrutadores y bocas abiertas fijan su atención ante cualquier escena que bajo sus miradas se produce. Envueltas en halos de lujuria, a la par que de cuerpos demoníacos pletóricos de irreverencias. Allí permanecen, y que pese estar ajadas por la erosión del tiempo, siguen atentas merced a la expresividad que dejara el autor cincelada su obra; como la de su alma, símbolo pagano logrado por los años anidado en ellas. ¿Mira que si hablaran?: me pregunto.
De seguro que no se les ha escapado ninguno de los detalles bajo en la plaza, y en su fuero interno, duro como la piedra, los tienen memorizados desde el quattrocento de su construcción.

Hoy he querido saber de ellas. Ha sido un día de azul suave y ligeros algodones, algo frio, en el que su gélida sensación no ha hecho mella en mi cuerpo, embriagado al escuchar sus enredos de vecinas frenados por el murmullo del mercado y el azote desarraigado de los coches, los que instaban a concentrarme con la mayor atención. El sol, ya iniciada su huida, dejaba sus besos en la fachada de la Lonja, la única causa a mi favor que me permitía observar tranquilo y placentero, tanto el perfil de sus cuerpos, como la claridad en su bocas, tan groseramente abiertas.

Por sus figuras animalescas, algunas aladas, igual parecen bufones a pie de las almenas, cual guardianes del amplio salón, el columnario de la Lonja, lugar que fuera de saraos de la nobleza valenciana a la que mostraban sus irreverencias cuando pasaban bajo ellas; guisa en la que persisten impenitentes, tras reciente restauración.

He escuchado de sus bocas, llenas de desparpajo, y por ellas he sabido de su puesta al día ante la actual crisis, y en especial de las quejas en la subida de los ajos, que por su alto coste, priva su añadido a las ricas sopas de cebolla hechas al fuego lento de la vieja cocina, la que no sabe de prisas, éstas que tanto aumenta el estrés al sufrido ciudadano. Estado de excitación que agrada a las gárgolas, al tiempo que sonríen viendo sufrir a la gente, tal es su demonizada actitud.

-¡Qué queda del pudor- preguntaba sobre el arco ojival de la puerta principal, en cuyas arquivoltas pequeñas figuritas nos alertan de los pecados del mundo, un ángel custodio, atónito por las minifalderas de ombligos abiertos que pasean ante sus ojos, tan lejanas de aquellas mujeres que cruzaban hacia el mercado cubiertas de largos faldones manchados de barro las más de las veces.

Un diablo desde lo alto del Torreón, atento al párroco de San Juan, seguía sus pasos ligeros, mofándose voz en alto cuando vio que el cura sufría un pequeño traspiés al limosnear en el mercado.

Tan solo me percaté de estos ecos, más que suficientes que despejaran mis dudas. Mas en todo lo alto, torneando con mi mirada tal joya gótica valenciana, las sucesivas gárgolas, símbolos del lado más oscuro de la humanidad, soeces y paganas, se alertaron de mi presencia. Fue entonces cuando una de ellas me sonrió, mostrando sus genitales como diciéndome aquí me las des todas. Atento a su osadía, el zoom acercó su gesto a mi máquina: el que no he dudado en captar, por si el oprobio es merecedor de mi denuncia ante la guardia municipal.

A mis preguntas sin respuestas, alzándoles la voz, sonreían jocosamente con sus caras ladeadas y guiños en los ojos, dueñas de su fortaleza, refugiadas en sus dominios:

-¿Qué querrá este paseante- Se preguntaron todas a una voz- tan atrevido, tan indiscreto y tan preguntón?

29 noviembre 2008

A CUATRO MANOS

-si si, flotar... es lo mejor

- flotar o libar?

- ah!!! flotar libando es lo mejor !!!

-eso, eso

- de flor en flor

-sin que los chanchos también vuelen

- y con los zorondollos al viento

- y las feróbulas rondando

- inhiestos lo estropujos

- mientras ella le amelama el ectopusio

- y las eteiras entrando por las ventanas

- o ventea la clofinanda

- y los glocosomas rechinando en los perpoloreos de su plaxon

- mejor que las afanoidas ciclopeen por los argácnidos que polulan por los ciclomatos aventados de salipondios

- y que no se entremezcleptoreen los inconclupsios

- ni que se estropicien los pinaculandos estropiciados por unos aventroides que sucioniponan los polardos

- así es mi extrenco; cuenta la liperlúpula que los estropicicados encorjorean sus encractaciones

- y narra la paniforma que obserfando los misonfrotos de las asperigias olaginosas en una noctámbula luniforme de septrional hemispárico borealino

- concurretaban las inmisinsomres a estremular sus albaresures

- y tres mangorfos magiconiformes coleteando una estreniforme borealdina lueciendosa llegaron a un panal de rica miel

- mielosa y conjundente

- astreniente y cañondante capitanisonda o sargenmíndica o soldapinosa cuartelera, ¡qué más da!

- náculas de la nose, náculas... siencrecientes náculas

-sapiences de los alumbráculos que ilumicanean por las avernaculas cenaguitosas donde farfullan las mandragosirdas antes de dar a luz?

- no he invernaculado en ellos, pero sospechuzeadamente creo haberlos visto pasarundear

- a mi me alertarefaron de su presenfqando cuando una avellicanda me lamistrofo las orejerdasalinosas recien salido de la ducha?

- pero hubiese cerrado la ducha hermano!!!!

- afora estoy muy intrigando necesitanfondo acudir a un diccionarifondo para ver que me has dichipondo porque no me enterindo de nada ¡¡¡

- ni lo pretenduzcas con las incoluminadas altraletras

- osas faradudar de mis fardatitudes ?

- si de fardatitudes hablamos, sería correspondunten fraternizarum

- fraternicemos herminios que el caminisostro iluminicondio que no esperantiza puede ser interminitentemente fecurundoso

- fecurundosum ha de serum si las incompletruses y los irregulicularis son debericularmete resperecutados

- por misenda solo navetonda la más respetisonda y gratalisois de una agratabilis conversacinonda purafinte conceptual

- lo del purafinti es tan aconcorde, tan deleuzianararamenete

- tan deliciosavanda, tan frescolandia conversanda llena mi orguñindo de un sabor dulciplente y provocarador

- me ha de guelto a mis hemistraferios cortaZar y anos, cap 68,

- una reconclusa de los alboreales estreptores del lenguaje

- de rafuelas y magastondas arracimiladas en las ramastras de los laurefes perfumidos de sándalios y mitropos

- de imperatovius y de mielanzas, de la venusitaria conspicuritación de la cintaxias

- me enfanta este ensallo langeriginoso tuneados por uno dediformes artitrosicos que acarminian las teclas de mi meplado

- como le explicativa que piquitiñiteros arribarban a este plenipopsio del la lenglualungalarga

- ?

- sin tac tica, y táctil

- es muy pácil, estrojando los perillofordos alumbricados por un fanal de aceitosa malindre producto de una urdimbre impardible de entendio

- porque no dejas el hebreo y me hablas en hebreo?

- asi lo han recoluntado, y abrujo mi estiporea cabezera

- perdonicio en arameo

- permitisiome una gripe carcaja jajajaajaj

- pera

- manzana

- listópopulis

- encantando fues

- nujes, vecinepura, solidarialamos

- estubapes en sontactus perceptum de lengualaris

- no te farea tan desmermelada constriñacion producticia por una meslanconza de nefesuria mistración?

- jamaleres

- ecrucipta ud.?

- esperipondia pues a que me desletree de tanta melindrosa juriconstulsticia y discilente evocaxición llena de ternera y sarmiente dulzura

- perifélicamente comprensuro

- pura capacitanda de síntesis

- si seór

- Los faraones no saben lo que se perdieron

- a la sin tesis la pre vienen la observación y la a tesis

- la constipación

- no me preocupan tanto los faraones como los terraqueos operantes

- muy buena la de la constipación!!! brindo por usted !!!

- a mi más las ninfas virtuales adicta al medionet indescuberto

- ah! si de ninfas hablamos, traiga nenúfares... que son más míticos y bellos

- fracias por tu grandilocuencia y generosidanda que me ha pasibilitado unos de los fatos mas perifollados de mi larga vida conventual

- nada de fracias... que desmeyyo

- pero estaría guenaizo saber quién sois, no perder contacto letral

- ni demeyas ni minuslovaras dado tu masivondio grado de locuacidad y diáfana entendedura

- entendederas las que van en alpargatas

- haste un lado, vete... correte del teclatecla, y deja que el hombre diga si puede o no no perder contacto

-soy un vulgar tecleador de fistorias y imaginosos correletivos que no oferteniza la silfide vida que nos oblipondia a suprir

- chungo a la una, churri a las dos, chimcha a las 9

- chungo...churri...chimcha...

- ¿dicha o desdicha?

- desdich.net

24 noviembre 2008

CALLEJÓN SIN SALIDA

“Haberlos, haylos”, como las brujas. Situado en el túnel de mi vida, buscando una salida hacia alguna parte, parece que no la encuentro. El suelo es de asfalto -mi pasado- ¡para qué buscar sus raíces! Vano intento.

¿Sus paredes? Están húmedas, negruzcas, muertas de vida en la desazón de mi silencio. Camino, busco, pero ni una tenue brizna de aire -mi futuro- alivia de forma grata mi rostro. Los SOS son puntos rojos inservibles. No funcionan. Ando por un arcén y me paso al otro. En el zigzag, me doy cuenta del peligro de quienes hacia mí vienen ignorantes de mi presencia.

Insisto, busco la luz, pero no la encuentro, debe de estar lejos; es el momento en el que me acerco al final imaginario (eso al menos creo) el instante que desde la oscuridad percibo su sordidez, su orgullo. Ahí sigo, sin saber si continuar en mi desamparo, o luchar hasta el encuentro de una señal que me ayude: empeño al que me decido.

Añoro las noches cerradas de libertad que me permitían aspirar profundo, gozar de suaves aromas, extasiarme en sus placeres. Pero me doy cuenta de la ausencia de aquellas estrellas errantes, generosas en su dulce lluvia, que me daba vida y brío al humedecer la juventud de mis cabellos.

Es, sin embargo, la misma lluvia que ahora llega a mí, pero filtrada a través de la tierra dura, prensada, que forma el caparazón que me encierra. Son como gotas de barro que ensucian mis ojos. Es como si buscara sonidos que alivien mis sentidos, mas sólo me llega el eco de lo inútil. Más bien es, como un “zumba zumba” que me golpea, que me acosa, pero que nada deja, porque, en su inconsciencia, pasa de largo alejándose de mi piel.

Es cuando te encuentras solo, sin brazos a los que sujetarte. Es entonces cuando utilizas lo único de que dispones, la imaginación que, blandiéndola, vence a las tinieblas.

Ya estás fuera del túnel, enfilas el ribazo, ya todo es diferente, y gozas el instante. Sientes la brisa, el airecillo, y te dices: ahora sí, ahora es cuando sé de mi camino. Bajo mis pies sólo quedan las hojas muertas del otoño. Y sobre mi cabeza, fijándome en lo alto, un anhelo: el fogonazo de una ilusión, sendero arriba, que me regale aromas de sándalo, de hinojo, de menta y de laurel.

20 noviembre 2008

SUS DEMONIOS

La jovencita de pelos largos, labios apretados, ojos escrutadores y sonrisa fingida, de vuelta a su casa, descubrió sin el mínimo interés que su madre había olvidado el móvil en el banco de la cocina: la música de Greese y su ritmo pegadizo hizo que lo acercara a su oreja, no sin antes echarse atrás un mechón de sus cabellos, aunque igual hubiera preferido dejar aquellas cortinas cerradas.

-Hola, Joana, llamo porque tu madre ignora dónde ha dejado el móvil y tiene el temor de haberlo perdido; ya sabes, siempre con sus despistes. Cree que lo mismo se lo ha dejado en casa y para comprobarlo te estoy llamando. Bueno, creo que te ha dejado algo en la nevera, cena y no nos esperes, pues llegaremos tarde. Un beso y acuéstate pronto, y nada de portátil, que luego me entero.

Joana dejó el móvil sobre el banco, no sin antes desconectarlo pese a lo mucho que le gustaba el timbre de su llamada. Sólo eso.

Nada podía alegrarla más que el verse sola en casa, con varias horas por delante, sin importarle un pepino lo que le había dicho su padre. No era la primera vez de hechos semejantes. Cinco minutos después estaba delante de la pequeña pantalla, sentada en su cama a la busca de juegos online en el Google buscador. Al poco, y gracias a su pericia, estaba inmersa en un juego descubierto en ese instante cuyo único objeto era apoderarse de pequeños muñecos que salían por todas las partes de la pantalla, cada uno de color diferente, pero, casualmente, idénticos al que tantas noches le acompañara desde su más tierna infancia: uno con forma de estrella, sin cabellos de los que adornarse, pero de boca mimosa, ojos alegres y sonrisa abierta, que a pesar del cariño que por él siempre tuvo, lo tenía abandonado en el desván. Como si lo arrojara a un pozo profundo sin la intención de recuperarlo. Su lugar, lo habían reemplazado los diversos juegos, regalos de su madre, y que con el beneplácito de ésta se entretenía Joana sin la necesidad de hablar con nadie.

El contador del juego avanzaba a gran velocidad y los muñecos, tal y como salían de la pantalla eran devorados insistentemente por una boca hambrienta dirigida por las yemas de sus dedos, tan insaciables como hábiles. Dominada la situación en aquel foco de luz, aquella especie de caza moscas salía de su contorno, y como la ratita que se refleja desde un espejo, corría veloz por las paredes de la habitación buscando sus fiascos ocultos en los rincones de su alcoba, aquellos en donde tantas veces había alojado sus frustraciones. En su recorrido voraz, a la intención de acabar con ellos se le unía el deseo de que aumentaran su número, mientras que con su arma de la consciencia luchaba sobre su inconsciencia camino al triunfo final.

Más que victoria eran deseos, y más que deseos, demonios huérfanos de respuestas.

(“Sus demonios” es un relato que ha participado en el 39º Proyecto Anthology. Tema: Videojuegos)

16 noviembre 2008

DE ESPALDAS AL GUIÓN

Iñaqui Arteta, director de cine, con su película “El infierno vasco”, ha llevado a la pantalla el testimonio de unos personajes representativos de la sociedad en que viven; o en la que vivían: ese trozo entrañable de una parte de España y que hoy es considerado como el de un infierno para los que en él pasan sus días. Por razones de todos conocidas, muchos vascos han tenido que refugiarse fuera de su tierra, renunciado a un pasado del que se han visto obligados alejarse, acomodándolo en sus mochilas rumbo a otra parte.

Otros, aún peor; con la pena compungida de haber perdido seres queridos, unas vidas segadas por una pandilla de miserables que, a la postre, son vitoreados por el sector más detestable de un pueblo que tiene de vascos lo mismo que de españoles: nada. Por sus obras los conoceréis, dice la cita bíblica. Y de sobra son conocidas sus tropelías por todos aquellos que tienen algo de decoro.

Iñaqui Arteta, nos deja pues, el testimonio de unas vidas mutiladas que claman por su desamparo, como el de aquellos que denuncian las vejaciones a que son sometidos por sus vecinos, alentadas por un lendakari que, a lo suyo, mira hacia otra parte. Sólo los que alientan el tiro a la nuca y la extorsión campan por sus anchas, dueños de las calles de las que se creen amos y señores.

Mientras tanto, Iñaki Arteta se lamenta de la respuesta negativa que le han dado la treintena de actores de primera fila a la oferta de prestar su voz a la película; lo que retrata a este clan, no sólo como personas, sino que elimina también en ellos todo rasgo de buena voluntad, por decirlo suavemente.

Son los mismos que no dudan en lanzar soflamas incendiarias cuando se trata de denunciar hechos no probados, cuando ejercen su despreciable sectarismo, cuya interpretación alcanza el mayor grado de perfección, cuando con sus sonrisas y vítores perfumados de glamor, tratan de ocultar su mezquina actitud, la de ser portadores de sus estómagos agradecidos prestos a la subvención, y siempre al pie del cañón para las veces se les requiera en aras del enfrentamiento.

¿Dar ellos su voz en un largometraje que denuncia el terrorismo y muestra el dolor de los que sufren sus consecuencias? ¿Será porque no lo exige el “guión”?

Sin embargo, son los mismos que en los años del destape, los del despendolo, sí que lo hacían de forma generosa, y que por lo visto, aún siguen dispuestos a las exigencias del mismo. Pero en este caso, de la procedencia del guión, todos conocemos.

11 noviembre 2008

LA REINA, MUY DE CERCA

Al hablar en caliente se corre el peligro de convertir al hábito en un craso error. Es cuando hierve la sangre, sus brumos se expanden, se hinchan las arterias y el despropósito sale forzado al exterior, desde el fondo oscuro del atolondramiento, o de lo más hondo de la miseria humana. Corresponde pues, a cuando lo que se dice se hace a la ligera, o cuando se habla con la intención de hacer daño, sobre todo a las personas de las que nada se sabe, ignorando o silenciando sus méritos y buen hacer de gran dama, como es el caso.

Pasado el alboroto de los de siempre, el de los que ante cualquier circunstancia a la que puedan hincar su hediondo diente repleto de pus lo hacen sin demora, no sólo les queda la satisfacción biliosa escondida en su vientre, sino que están al acecho de una nueva dentellada que les haga engordar sus miserias.

De nada sirve que una persona respete toda orientación sexual sin que nadie pueda acusarla del más mínimo menosprecio hacia aquellos cuyo brazo de la balanza se ladea con mayor fuerza hacia uno de sus lados, cualquiera que sea, venciendo de forma clara esa doble inclinación que todos llevamos dentro, en mayor o en menor grado, y que será el que decida la condición sexual de cada persona. Sea desde su nacimiento o por las circunstancias de la vida, porque el derecho a escoger el camino de cada uno se inicia justo a partir del momento de poner los pies en la tierra, una vez se hace innecesario el bastón que nos protege de la gravedad. Camino que cada uno aprende a superar venciendo sus vallados, o eligiendo el de los atajos.

Y nada hace suponer que Doña Sofía, nuestra Reina, Reina de todos -porque ella así se ha ofrecido, sin que nadie pueda acusarla de lo contrario- sea irrespetuosa con el homosexual, sin que lo desdiga su opinión contraria de que el legitimo derecho a la unión de dos personas del mismo sexo, tenga que reconocerse como matrimonio, cuando, opiniones aparte, ello no lo es.

Es, no obstante, una unión legitima y puede y debe denominarse de cualquier forma menos de la que no le corresponde, sea aquella producida por lo civil o por la libre decisión de vivir juntos sin ningún tipo de lazo contractual. ¿Acaso la imaginación se ve anulada para encontrar la palabra adecuada? Algo de esto debe de ser.

Ser dueño de uno mismo, sin dejarse influir por los del recurso tan fácil como miserable, es la mejor receta para llamar al pan, pan, y al vino, vino. Sin embargo, la explosión manipuladora de lo políticamente correcto que nos atosiga, deja poco margen para ello.

Que una gran dama sea puesta en entredicho por una charanga de tamborileros del tres al cuarto, sólo lleva a estos al ridículo de sus bravatas, aliviados, eso sí, porque con su intención de hacer daño, incluso se convencen de haberlo logrado: tal es la simpleza que les inunda.

Nada de prisas pues en los exabruptos, que lo caliente escalda, a pesar del placer que les procura a los masoquistas que tanto abundan.

08 noviembre 2008

VOCACIÓN


Como lo habían sido su abuelo y su padre, Ismael es el sepulturero de Torrezno, un pueblo serrano cabeza de partido, situado en lo alto a pie de un peñasco, a cuya espalda y tras recorrer un angosto camino por muy pocos metros, se halla el Cementerio, lugar donde él y su familia residen.

Casado con Cesárea han tenido dos hijos varones que llegada su mayoría de edad han abandonado el pueblo. No iba en ellos seguir con la profesión de su padre y mucho menos vivir en aquella casa, vivienda en la que vinieron al mundo, pero que supuso para los dos una juventud llena de miedos.

Sin embargo, Ismael, no sólo es feliz con su profesión, sino también con su casa, en la que todas las noches, antes de acostarse, sale a pasear por el interior del Campo Santo sabiendo de todos los que allí reposan sus cuerpos. Algunos por haberlos enterrado él mismo y otros, los más antiguos, porque sabe de sus historias, muchas veces oídas, tanto de las bocas de su padre como de la de su abuelo, quienes también allí juntos descansan.

Para Ismael todos los días del año significan lo mismo, menos el “el día de las almas”, el día del año que encuentra más especial, como también lo había sido para sus predecesores directos. Llegada la noche de ese día, como en todos los años, y justo cuando oye las doce campanadas que llegan de torre de la Iglesia, abre el nicho y durante un buen rato mira atento en su interior recomponiendo lo mejor que puede todos los despojos con el mayor de sus cuidados. Y tras sellar el mármol, vuelve a su casa, no sin antes lanzar saludos a lo largo de todo el trecho, a todos los conocidos que encuentra a su paso.

-Qué tal están- le dice Cesárea que le espera sentada y leyendo un libro.

-Bien, muy bien, me han dicho que hasta el año que viene, y que te mande recuerdos.


(“Vocación” es un relato que ha participado en el Proyecto Anthology especial. Tema: Halloween, el Día de los Difuntos)

05 noviembre 2008

¿CHURRAS O MERINAS?

Bueno, no es lo mismo, pero al menos, cuando nos referimos a ello, sí sabemos de lo que estamos hablando: bien en el caso de prestar nuestra atención al hombre público, o en los casos en que lo hacemos -ignórese la causa- sobre la mujer pública, que aunque el calificativo que se les aplica define lo mismo, ignoramos cual es la circunstancia que lleva a la semántica a jugar con los sintagmas con la misma ligereza que un niño chatea por internet.

Por eso no es de extrañar, que cuando nos referimos a que un hombre público se encuentra con una mujer pública, no nos viene a la mente ninguna reunión de trabajo tratando de llegar a algún acuerdo para que el deseado trasvase de un rio a otro sea una acción solidaria en beneficio de la zona seca, sino que pensamos, más bien, que el hombre político, aprovechando uno de sus desplazamientos a la capital de la corte (pongamos por ejemplo) no es que trate de llevársela al rio para ver su caudal, sino más bien dirigirse a la habitación de su hotel con la torda de turno, o sea, con la mujer pública.

Son la cosas de la política que en estos días nos interesa más que nunca por culpa de la dichosa desaceleración, que por los visto toda la culpa es de los americanos, mejor dicho de Busch, el hacedor de guerras, duelos y quebrantos y que por lo visto y por sus torpezas, nos arruina a todos. A ver quién es el guapo que ose opinar lo contrario y tenga la desfachatez de enfrentarse a los políticamente correctos, quienes verán aumentadas sus razones cuan vean que un posible Plan Marshall nos vuelva a pasar de largo.

Eso sí, la esperanza es lo último que se pierde y en esta noche electoral americana, y ya Busch fuera de la Casa Blanca, en la que dicen las encuestas habrá un nuevo inquilino, cuyas ideas, como todos sabemos, serán de otro color, la posibilidad de que la desaceleración toque fondo y nuevos “formulas uno” se hagan dueños de los circuitos económicos, hará que recuperemos los ánimos, bajen los parados, suban los sueldos, se acelere el consumo, se frenen las hipotecas, suba la bolsa, baje el IPC, se incrementen las pensiones, nos den otra vez 400 euros (bueno, a algunos) y que el cuerno de la abundancia lance su tururú con los sones deseados de cualquier marcha triunfal.

América que nos pilla tan lejos, con esto del Internet parece que sea nuestra vecina de al lado, de la que parece ser sabemos todo, aunque la verdad sea dicha, sólo lo que nos cuenta, que como es natural, será lo que le convenga.

A mí, particularmente, eso de que los demócratas y los republicanos estén enfrentados, no alcanzo a comprenderlo. O sea, si eres demócrata no eres republicano, o al revés, si eres republicano no eres demócrata. Che, un lio. Con tantos hombres públicos, mujeres públicas, republicanos y demócratas, cada uno por su lado y todos haciéndose la puñeta, cada vez lo entiendo menos.

Lo importante es que la suerte ya está echada y a altas horas de la noche se sabrá el resultado electoral. Yo ahora me voy a dormir, que mañana será otro día y habrá que empezar a engalanar las calles a la espera de la ayuda deseada. Buenas noches.


01 noviembre 2008

TENÍA QUE DEJARLE MARCHAR

Desde el punto en el que nace la creencia de que la vida puede ser maravillosa hasta el del temor de que nos puede representar en un breve instante el más dramático de los sucesos, existe un extraño trecho llenos de curvas de escasa visibilidad en cuyo punto medio, el de la virtud -como suele decirse en los casos enfrentados- presenta el aspecto de la carnavalesca máscara veneciana, la que se muestra gentil de cara pero de revés trágico: el de la maleza de sus cabellos, donde a veces se esconde la mayor de las tragedias.

Las carreteras, que en su utilidad sirven para unir a los pueblos, lo hacen a veces por terrenos sinuosos de secos barrancos utilizando torrenteras no aptas para su principal cometido. Como es el caso sucedido entre dos pueblos cercanos, un pequeño, muy pequeño, y el otro en continua expansión empujado por un turismo hambriento de playas famosas que lo hace crecer, donde la existencia de un trecho que les une hace que puedan estar unidos.

De corto recorrido, su tránsito no es importante, por lo que es un camino resuelto al olvido, salvo en los casos que suceda algo como en este caso terrible. Ese extremo que nos ofrece la vida que, aunque escondido, aparece hartas veces.

Y en él me la imagino aupando a sus dos hijos a un lugar seguro donde las aguas no segaran sus vidas, la que también ella necesitaba para salvarlos de la muerte.

Todo sucedió muy rápido, como siempre suelen suceder estas cosas. El agua, de repente, surgió y se hizo dueña del habitáculo donde iban la madre de veintiocho años con sus tres hijos, el pequeño de pocos meses, sentado en su sillita y los dos mayores de seis y ochos a los que a ambos sí pudo sacar del coche. Y tuvo que tomar una decisión cuando vio peligrar sus vidas fuera de la ratonera, las de los dos mayores que se los llevaban las aguas como también a ella. Todo sucedió fugazmente: cuando vio el coche inundado y sin nada que hacer por la vida del bebé que en su interior permanecía ignorante de lo que allí sucedía.

-Aún pude despedirme de él, y decirle que me sabía muy mal, pero que tenía que dejarle marchar entre las aguas. El agua nos quería llevar a los tres, aunque pudimos salvarnos –nos dice la madre cuando narra los hechos, llorosa y compungida.

Despedida a su niño que nunca olvidará, rota como roto ha quedado el camino por donde iban en su coche, lugar por el que cada vez que pase será el del recuerdo de una despedida a la que se vio obligada en aquel instante.

Sin embargo, el consuelo de haber salvado la vida de sus otros dos hijos, contribuirá a su fortaleza, la que por desgracia nunca será el punto medio donde reside la virtud, flanqueado éste por lo terrible que nos depara la vida a veces y lo maravillosa que nos resulta en otras. En este caso, el punto medio, que no el de la virtud pero sí el de la desventura, será el existente.

(“Tenía que dejarle marchar” es un relato que ha participado en el 38º Proyecto Anthology. Tema: Despedida)

25 octubre 2008

LA HABITACIÓN DEL PÁNICO

Recuerdo en una brillante interpretación a Jodie Foster en la que casada con un magnate neoyorkino goza de una lujosa vivienda en la que instala su dueño una habitación vestida de bunker donde protegerse de las amenazas de cualquier intruso que ose entrar en la morada con fines devastadores. Pero la que estaba llamada a ser “caja de seguridad”, auspiciada desde el convencimiento más interesado, se convirtió una vez iniciada la presumida trama del film, en “La habitación del pánico”. La película resultó espectacular, y al menos, con la satisfacción del aficionado al cine que salía entretenido de la sala, gracias especialmente, a la buena interpretación de su protagonista, lo que es habitual en toda su amplia cinematografía.

Y lo que estaba llamado a ser estado de buena salud, del glamor de la Champion League, de la posición privilegiada, del ejemplo donde mirarse y de la envidia internacional, sus ventanas se han abierto de par en par y el pánico se ha desparramado. Ha trascendido a la ciudad entera, brotando a borbotones e incapaz el Gobierno de recurrir al más eficaz torniquete que lo detenga, al menos por un instante. Solbes nos dice ahora, que nos vienen tiempos muy duros. Si quieres evitar el pánico: ¡toma dos tazas amigo! Mientras, sentados incómodamente en los últimos lugares de la sala continental, asistimos a la proyección del “Pánico nacional” instalado no a golpe de calcetín, sino desde la aceleración más acelerada, forma en la que Zapatero supo de Economía en un curso de quince días, a él ofrecido ante las orejas atentas de un micrófono abierto.

En plena campaña electoral nos mintió a todos con promesas de tiempos de bonanza. No afrontó la crisis, al tiempo que la negaba; no tomó ninguna medida, y sólo utilizó el recurso de promesas electorales con la intención de ganar el voto que le mantuviera en el poder. Y ahora, cuando empieza a tomarlas e instalados todos con el “pánico” a flor de calle, la inutilidad del torniquete que lo contenga es bien patente, y de su sangría: las líneas de su horizonte ya nadie las conoce.

Pero no es la primera vez que ha recurrido al beneficio de sus mentiras y de sus artimañas. En su anterior legislatura fomentó, sin aportar ni una sola prueba, la creencia de que el 11-M era consecuencia de la guerra de Irak, utilizando los Servicios Españoles de Radiodifusión en jornada maratoniana de setenta y dos horas a “la previa”, cuyo lacayo más servicial, al frente de ella, se inventó la existencia de un falso kamikaze. Dijo después Zapatero que no negociaría con ETA mientras no abandonase las armas. Y consiguió enfrentar a los españoles con el único interés de lograr el rio revuelto.

-“Dentro de un año estaremos mejor”- nos dijo el día antes, convencido de su “As en la manga”. Son las cosas de Zapatero: el hombre, que de la mentira, ha hecho su mejor forma de Gobierno.

Vendiendo humo, mostró su liderazgo al frente de una Alianza de Civilizaciones que sólo ha servido para el despilfarro económico de un amplio presupuesto justo en la última campaña lectoral, y sin conocimiento alguno de su utilidad. Y cuya siguiente convocatoria, como parte del guión y hoja de ruta establecidos, será días antes de las próximas elecciones.

Y para su decidida y manifiesta vocación a tensionar a la sociedad, interesado como está en ello, Baltasar Garzón le hace el juego, como otrora lo hiciera uno de sus lacayos, el llamado Gabilondo. Un juez, que por lo visto, para su juicio y veredicto busca culpables, por lo que necesita tener conocimiento de la muerte de un presunto culpable que todos sabemos que está muerto, pero que, sin embargo, no se interesa por otro presunto culpable que todos sabemos está vivo: cínica marca de la casa y habitual forma de actuar en quienes presumen de aquello que más debieran callarse.

Zapatero se ha convertido pues en un auténtico peligro nacional, que seguramente no será el número uno, pero que sin embargo sonríe indecorosamente ante las cámaras en cualquier ocasión que se le presente, tal y como lo hiciera en su día sentado al paso de una bandera (no sonriendo pero sí indecoroso) con la única supuesta disculpa de ignorar –o la no tan supuesta de conseguir votos siendo capaz de buscarlos a cualquier precio- la diferencia existente entre la persona que la representa (con dignidad a veces y otras sin ella) y el propio símbolo siempre digno de una nación; y por cuyo desplante se ha visto repetidas veces ignorado. Concepto el de nación, por otra parte, y por lo que le atañe como Jefe de Gobierno, tampoco tiene nada claro en qué consiste.

Instalados pues en la incertidumbre, la habitación del pánico tiene forma de piel de toro. Cierto es que la crisis es internacional, pero también es cierto que el acorazado tantas veces prometido es puro humo electoral en el que ya nadie confía. Ni siquiera los económicamente débiles, en Zapatero esperanzados, interesados por saber dónde están los cuatrocientos euros prometidos, cuya cuantía no es que fuera una especie de “caja de seguridad”, pero que como un alivio se los ofreció y ha sido uno más de sus engaños.

21 octubre 2008

TAUTINA


Escribes como los ángeles, que de lo único que sé de ellos es de sus plumas, en las que quiero creer, al menos, en este instante.

Quizá perdieron una de ellas un día de viento, y suave, se fue arrastrando meciéndose entre brumas hasta que llegó a un fecundo calvero donde alguien la recogió. Sólo la sensibilidad de una mujer pudo darse cuenta de su utilidad. Y tras mojar su punta seca con sus labios ávidos de contar, y sentada sobre una piedra, alfombrada de seco musgo, se puso a escribir sobre la palma de su mano.

Eran tantas las cosas que necesitaba extraer de sí misma, que de bien poco iba a servirle su mano pequeña, por mucho que la extendiese para hacerlo sobre ella.

Y como no pudo lograrlo, dejó trotar su imaginación por el prado próximo, mientras escuchaba la música de las choperas cuyas notas surgían celestes, quizá nacidas de quien había perdido aquella blanca pluma. Lo que le daba mayores bríos a la niña de largos cabellos, que sentada sobre su piedra, sólo deseaba tener a quien contar.

Una nube, buscando la pluma, llegó al calvero. De él quiso hacerse dueño, cubriéndolo todo, y con la seguridad de encontrarla para llevársela consigo.

Pero fue entonces, cuando la vio en tan buenas manos al tiempo que adivinaba todo lo que en aquella mente se albergaba, por lo que se le ofreció generosa.

Escribe niña, y no te preocupes por no tener dónde, que mi poder es inmenso. Me ofrezco a ti, como prolongación tuya. Y almaceno en mi vientre, que potencial e infinito, será el mejor refugio donde puedas explayar tus fantasías sin límite alguno para la posteridad de tus días. Sólo te pido que no pierdas la pluma, que aunque no te hace falta, es la de un ángel al que no debes desairar. Te diré un secreto, niña de largo peinado: cuando el ángel soltó su pluma, sabía muy bien a qué manos llegaría, convencido como estaba que nunca le ibas a defraudar.

12 octubre 2008

TOLEDO, LA CIUDAD IMPERIAL

6 y 7/10/2008
Abandonamos Asturias con dirección a Toledo, la ciudad que durante tantos años fuera capital del imperio español, testimoniado en sus huellas que aún existen no sólo en sus muchos rincones dentro del casco antiguo, sino en todo su perímetro. Recorriéndolo, el viajero se recrea observando una ciudad inconfundible a través de sus múltiples miradores, desde los que dirige su mirada al epicentro urbano, lugar en el que se gestó la ciudad de las tres culturas y orgullo de todos.

Patrimonio universal constantemente visitado desde cualquier parte del mundo por quienes buscan en sus calles las huellas de sus orígenes, saben de sus antepasados, quienes convivieron pacíficamente durante la baja edad media, y en la que gozaron de un largo periodo de gran fecundidad, cuyos frutos permanecen para el deleite de quienes llegan ansiosos de visitar la ciudad imperial.

De camino hacía Toledo, comimos en la ciudad abulense de Arévalo, de espléndida arquitectura mudéjar y famosa por su gastronomía, en la que destaca su famoso cochinillo asado, popularmente conocido como “tostón; aunque nos decidimos por un sabroso chuletón que no le andaba a la zaga, regado por un buen vino de la zona y rematando la comida con un flan de queso, excelencia de “Casa Felipe”, uno de los varios famosos asadores de Arévalo.

Para rebajar la comida recorrimos la ciudad contemplando sus amplias plazas en proceso de una ambiciosa restauración. Nos recreamos en la explanada ante su Castillo, que aunque cerrado, su bella planta y alta torre es referencia de la ciudad a los pocos kilómetros que se divisa desde el camino.

Avanzada la tarde llegamos a Toledo y la amplia terraza del Parador Nacional se convirtió en una tentación irresistible ante la monumentalidad de una ciudad que nos animaba a su contemplación. Mientras tanto, la última luz de la tarde se iba reflejando tenuemente sobre sus tejados, entre los que resaltaban imperiosas sus torres indicando en sus apocadas siluetas la llegada de un suave anochecer.

La mañana siguiente y partiendo de la plaza Zocodover fuimos recorriendo sus calles estrechas hasta llegar a la Plaza del Ayuntamiento contemplando sus edificios más emblemáticos y lamentando no poder prestarles la atención merecida, pero sí pudimos visitar con todo detalle el Monasterio de San Juan de los Reyes mandando construir por los Reyes Católicos, una vez zanjada la guerra de sucesión al trono castellano; y que inicialmente fue pensado como lugar de reposo eterno para los monarcas años antes de la conquista de Granada, donde definitivamente reposan. Es digno de resaltar el rico claustro de dos pisos destacando en el superior los arcos de piedra con la divisa “tanto monta”, alusiva al legendario Alejandro Magno en su episodio de resolución del famoso “nudo gordiano”, al que cortó de un golpe con su espada durante sus conquistas por las tierras de Anatolia.

Sobre una de las fachadas del Monasterio, cuelgan las cadenas con las que fueron encadenados los prisioneros cristianos en manos del poder musulmán, liberados después de la conquista de Granada.

Visitamos la Sinagoga Santa María la Blanca, probablemente del siglo XII, en la que llama la atención la presencia de imágenes, lo que nos habla de la tolerancia y respeto hacia la cultura judía y que evitó su destrucción. Digno de resaltar el estilo mudéjar que en ella impera, por ser arquitectos árabes los que se encargaron de la construcción de la sinagoga. Toledo fue la ciudad de las tres culturas, y éste templo es la mejor prueba de ello.

Nos recomendaron un restaurante situado en el intrincado nudo de callejuelas del interior, El Hierbabuena, una casa palaciega elegantemente restaurada donde quisimos dar el mejor remate a la jornada toledana disfrutando de buena mesa en un marco con sabor medieval.

Un leve paseo cuesta abajo pasando por la Puerta de la Bisagra era la mejor despedida de la ciudad imperial. Un taxi nos llevó al Parador, desde donde emprendimos el camino de regreso a Valencia a donde llegamos al anochecer, después de haber recorrido lugares diferentes, pero cuya variedad enriquece más si cabe un bello viaje por la siempre repetida piel de toro, en la que tantas cosas nos quedan aún por conocer.



ASTURIAS COSTA DE ENCANTOS

05/10/2008
Nada mejor que para empezar el día que un pequeño paseo por el Parque de Isabel La Católica: el de mayor superficie en la ciudad y al que se accede desde el mismo Parador Nacional, un antiguo molino anexo al Parque, en el que al otro extremo está situado el Estadio del Molinón.

Espléndido Parque cubierto de una vegetación rica en especies arbóreas, luce un bello estanque habitado por una variada fauna que alcanza más de cien especies de aves diferentes, muchas de ellas llegadas en sus flujos migratorias desde los puntos más alejados de Europa. Para distracción del visitante destacan en “el estanque de los patos” una gran variedad de cisnes, gansos, ocas, patos, gaviotas, y muy próximo a él, un palomar junto a un aviario, albergan faisanes, pavos reales, gallos y gallinas, palomas y demás especies extrañas que también se pasean sueltas por el césped luciendo elegantes y coloridos plumajes, o esconden sus picos en el estanque donde calman su sed y chapotean sus aguas. A través de sus pasillos ajardinados, se llega a la playa de San Lorenzo, punto en el que arranca el paseo marítimo y que muere a los pies de la Iglesia de San Pedro en el otro extremo de la ciudad.

Quisimos conocer dos pequeños pueblos costeños elogiosamente recomendados: Lastres y Tazones. Pero con anterioridad y como nos cogía de camino, fuimos a conocer la Universidad Laboral de Gijón que construida a mediados del pasado siglo, se caracteriza por su monumentalidad. Referenciada por su creador con reminiscencias clásicas de Roma, Grecia y el Renacimiento, sorprende por lo inesperado. A su interior se accede desde una puerta de aspecto medieval pasando a través de un Patio Corintio voluminoso y de espléndidas columnas jónicas: punto de entrada a la magnífica plaza interior en la que se observa una lograda conjunción entre las clásicas plazas castellanas y el sabor veneciano de la famosa Plaza de San Marcos, cuya extensión es semejante. Más que una Universidad es un espacio abierto al siglo XXI donde la cultura y al arte mantendrán viva su mejor proyección creativa encaminada a los mejores logros, tanto artísticos como productivos.

Visitamos Lastres, con su pequeño puerto y casas blancas de tejas rojas que se reflejaban en el mar cristalino que lamía su dársena. Subimos al mirador junto a la Capilla de San Roque, desde donde divisamos las cumbres nevadas de los Picos de Europa en un día espléndido de sol, mientras nos deleitábamos al mismo tiempo con el poblado a nuestros pies. Las brumas lejanas entre las montañas y la espuma del mar sobre los pequeños acantilados ribeteaban Lastres, que escalonada sobre un pedestal de arbustos y musgo, la observamos desde lo más alto.

Llegamos a Tazones a la hora de comer, según nos fijaba la ruta elegida, y lugar por donde Carlos I hizo su entrada en España. Nada más llegar una procesión de gaitas ascendía desde el puerto hacía una ermita precediendo a la Virgen del Carmen, cuyo recibimiento no podía ser más oportuno. Tazones es un pueblo muy pequeño apretado al mar donde la oferta gastronómica es abundante. La belleza de sus casas, a una y otra parte del camino de bajada al puerto, configuran unas callejuelas llenas de sabor asturiano perfumado por los ofrecimientos de sidra volteada desde unas manos tan generosas como diestras. En una de sus retorcidas callejuelas una casa cubierta de conchas junto a un hórreo recreaba un rincón pintoresco.

Y ya sentados frente al mar tomando una sidrina y esperando ver qué nos ofrecían para comer, los gaiteros ocuparon el centro de la calle y con su “Asturias patria querida” nos alegraron a todos los que nos disponíamos a gozar de aquel espacio asturiano; como lo hicimos poco después con un surtido y extenso marisco, el mejor de los frutos del mar.

De vuelta a Gijón y tras un rato de descanso completamos la tarde con un pequeño paseo viendo cómo las aguas abandonaban la playa para refugiarse otra vez en el mar, desde donde horas más tarde volverían a surgir suavemente para cubrir toda la playa de San Lorenzo de un espejo de plata y en el que volverían a reflejarse los destellos de Gijón en su vaivén interminable.




11 octubre 2008

GIJÓN, ISTMO DE ENCANTO, ELOGIO AL HORIZONTE

04/10/2008
El Parador Nacional de Gijón está situado en pleno parque de Isabel la Católica frente a la playa de San Lorenzo a la que da nombre una pequeña ermita cercana a la Plaza Mayor.

No madrugamos en la mañana dominical a la que dedicamos sus horas paseando por su centro urbano en torno al amplio paseo marítimo comunicado con el puerto deportivo a través de sus amplias calles, en las que su casco antiguo a pie de Cimavilla, origen de la ciudad, ofrece todo el sabor monumental de sus plazas palaciegas en las que destacan el entorno de la Iglesia de San Pedro, la plaza recoleta de Jovellanos con su casa natal y la capilla donde reposan sus restos, junto a Campo Valdés y el Palacio de Revillagigedo. Cercanas, las Termas romanas halladas hace pocos años y eficazmente restauradas entre otros muchos rincones selectos de la ciudad, dan testimonio a su belleza en la que el espíritu del erudito Jovellanos reina por todas sus calles. Como el de la Capilla de San Lorenzo del siglo XVII arriba citada.

En lo alto, reina el amplio mirador del Cerro de Santa Catalina con su monumental “Elogio del horizonte” frente al cantábrico: obra emblemática de Eduardo Chillida en cuyo refugio el clamor del mar inunda los sentidos.

Su porticada Plaza Mayor con el Hotel Asturias a un lado y la estatua de Don Pelayo frente al Puerto junto al Pozo de la Barquera, es un punto de solaz descanso y ocasión para un ligero aperitivo cuyo marco es el más adecuado.

Nos habían hablado de “La zamorana” donde el buen comer tiene sus encuadres más logrados. Decorado con muy buen gusto, disfrutamos de sus productos servidos con la mejor atención por los hermanos Méndez Fernández, quienes dan el mejor servicio a los que acuden a su cita cualquier día del año. Dimos cuenta de su buen marisco y de su selecto pescado, productos de un mar embravecido que seleccionan con especial cariño.

Tras un descanso en el Parador, la visita obligada a la “Casa natal de Jovellanos” resultaba ineludible. Más dedicada a exposición cultural de lienzos y pinturas, destaca en una de sus salas “El retablo del Mar”, obra cumbre de Sebastián Miranda destruida en la guerra civil, pero recuperada después y tallada en madera donde se representa la rula para la venta de pescado enriquecida con toda clase de personajes populares, desde el más desnudo infantil gozoso ante la lonja, al más anciano pescador disfrutando ante la pesca de una afortunada jornada enfrentada a la mar, y de cuya abundancia gozan sus ojos.

En otra de las salas queda patente los atributos literarios, poéticos, jurisconsultos, filósofos y economistas del más preclaro de los hijos que dio la ciudad: don Melchor Gaspar de Jovellanos, el gran promotor de la cultura española del “siglo de las luces”.

Terminado el día, no sin recorrer sus callejuelas repletas de sidrerías y ricos montados, un paseo por todo su arco marítimo procuró un mayor conocimiento de la ciudad, mostrando todo el esplendor de su noche iluminada en la que su rico porte le daba el mayor de los realces.

ASTURIAS, COSTA DE INDIANOS - II

03/10/2008
Rumbo a Gijón iniciamos el día con el deseo de visitar Luarca y Cudillero, dos bellos pueblos de la costa asturiana que bien vale la pena saber de ellos.

De mayor población el primero, pasear por sus calles contemplando sus edificios modernistas de principios del pasado siglo tiene el aliciente de que permanecen intactos gracias a sus gustosas restauraciones que mantienen en sus calles todo el sabor de antaño. Su amplio puerto sirve de punto de mirada a los cuatro puntos cardinales con la seguridad de que al contemplar sus vistas, entraña la dificultad de mostrar alguna preferencia por una u otra parte de las que se muestran ante nuestros ojos. El azul del día daba aún mayor belleza al blanco predominante en toda la ciudad, destacando la Plaza del Ayuntamiento junto al rio Negro, debido a su lecho de pizarra, surcado por una fina lamina de agua donde se recreaban aves palmípedas alegrando la vista del viajero.

El friso vegetal que circunda la ciudad alfombra las laderas que rodean a Luarca, de cuyo centro sale un camino ascendente a uno de sus miradores desde el que se observa toda la ciudad metida dentro de una cazuela de la que rompe uno de sus lados bocana a la mar.

Vista la ciudad desde lo alto, es un anfiteatro en cuyo centro su puerto deportivo alinea multitud de pequeñas embarcaciones que pespunteando su espejo de plata ofrece la mejor marina urbana para deleite del plácido observador.

Desde lo alto de su mirador abandonamos Luarca pasando por una zona cumplida de edificios indianos: aquellos que haciendo fortuna en tierras de América regresaron a sus orígenes homenajeando sus triunfos con ricos edificios, auténticos palacios situados en el mejor de su emplazamiento visto al Cantábrico. La mayoría de ellos lucen su perfecto estado y muestran todo el esplendor de aquellos dorados años como testimonio de un éxito por el que los ansiosos de gloria lucharon. Los hubo que no alcanzaron fortuna y de ellos sólo queda su recuerdo, como el ya reseñado en nuestra visita a Navia en su amplio mirador frente a la playa, permanente punto de inicio al dorado tan deseado como ignorado.

Llegamos a Cudillero, pequeño pueblo marinero metido entre dos montañas de frondosa vegetación, cuyas casas escalonadas forman un anfiteatro de tonos rojizos que contrastan graciosamente con el verdor de las laderas que lo comprimen. Era un mediodía nublado, pero a poco de nuestra llegada, un diluvio descargó su fuerza implacable sobre el poblado, privándonos de una plácida comida en una de sus terrazas frente al mar, flanqueados por sus casas que contornean el pequeño puerto marinero declarado Conjunto Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural. Con seguridad, el fuerte chubasco que se cernió sobre nosotros en un breve instante colaboró a una desafortunada elección, con el resultado de una comida para olvidar: imprevisto con el que siempre hay que contar y que por fortuna fue una mancha extraña durante todo el viaje, felizmente olvidada pocas horas más tarde.

Cuando cesó la lluvia, las nubes se despidieron de Cudillero y un cielo límpido dio el mayor esplendor a sus casas arracimadas, brindándonos la ocasión de las mejores fotos.

Avanzada la tarde llegamos a Gijón, donde nos dedicamos a un necesario descanso agravado por fuertes turbulencias que aconsejaban no salir de la habitación, pese al entorno ajardinado del Parque de Isabel La Católica, del que íbamos a disfrutar al día siguiente.


10 octubre 2008

ASTURIAS, COSTA DE INDIANOS - I

02/10/2008
Hasta éste momento el buen tiempo nos iba acompañando generoso durante todo el viaje y nada hacía presagiar que nos iba a abandonar, por lo que de su fidelidad quedamos muy agradecidos. Así pues, pusimos rumbo a la costa asturiana para conocer algunos de sus pueblos cantábricos, todos ellos con el especial encanto de sus pequeños puertos, situados a lo largo de una costa llena de acantilados y de pequeñas playas en una paisaje de abundante vegetación verdosa salpicada por un florido, que pese a no alcanzar su punto más vivo, daba alegría a un paisaje en el que las nubes viajeras adornaban el cielo mientras paseaban ligeras de equipaje como contemplando el horizonte al igual que lo hacían nuestros ojos. Algún leve chaparrón perfumaba más si cabe los prados cercanos a la carretera, y las vacas tumbadas en la hierba mostraban sus ubres llenas, quizá necesitadas de alivio esperando llegara la hora de ofrecer su blanco cuajo.

Visitamos Tapia de Casadiego, en el que el legado del Marqués que da su nombre al pueblo permanece con el mejor de sus usos. Las construcciones que donó para el disfrute de sus vecinos en el siglo XIX dan vida y esplendor al poblado, destacando entre otras, su puerto pesquero, su Ayuntamiento y su Centro Escolar, edificios ambos enfrentados en la plaza principal y de estructura y construcción semejantes.

Recorrimos la dársena del puerto, mientras divisabamos sobre los acantilados cercanos las casas de indianos que tanto proliferan por las costas cantábricas.

Abandonamos Tapia y nos dirigimos a Puerto de Vega, un puerto ballenero que cumplía esta actividad durante los siglos XVI y XVII con decoraciones alusivas por sus calles empinadas y de cuyo testimonio sólo queda un frontal almenado en el centro del puerto.

Recorriendo su casco antiguo, nos encontramos con la casa donde murió D. Melchor Gaspar de Jovellanos, el personaje más representativo de la Ilustración española y cruelmente tratado en los últimos años de su vida en su encierro en el Castillo de Bellver.

Visitamos Navia, la ciudad más importante de la zona en la que desde un mirador, un monumento dedicado al peregrino homenajea “a los que dedicados a la gran aventura de las Américas marcharon y volvieron, como también a los que nunca más retornaron”

Llegada la hora de comer, nos aguardaban unas “andaricas” (nécoras) y “unes faves con almejas” de espeso y sabroso condimento, razón más que sobrada para caminar de un punto a otro de España.

Retornamos a Ribadeo, tras una corta visita a Vía Velez: un bellísimo pueblo costero de gran sencillez, sacudido por un leve oleaje que alzaba sus olas sobre su pequeño malecón lustrándolo de espumas.

Aprovechamos la tarde para visitar los miradores aún no conocidos, como el Mirador de Santa Cruz, el más alto de la ciudad con su monumento homenaje al Gaitero Gallego y el Mirador de la Atalaia dentro de la misma ciudad sobre el puerto, donde está ubicada la capilla de Nuestra Señora de la Trinidad, la más antigua de Ribadeo y junto a ella, en un pequeño jardín, dos cañones orientados al cantábrico representan la función defensiva del lugar en tiempos ya muy lejanos.

Por último, recorrimos una de las calles más céntrica de Ribadeo, la más representativa y rica por la sucesión de casa indianas que rivalizan en belleza a lo largo de todo su recorrido.

Ya sólo nos quedaba llegar al hotel para preparar las maletas camino a Gijón al día siguiente, gozosos de haber conocido una parte de las tierras gallegas repletas de una exuberante belleza natural.

PLAYA DE LAS CATEDRALES, CULTO A LA MAR

01/10/2008
Nos habían hablado de la “Playa de las Catedrales”, perteneciente al Concejo de Ribadeo y de visita obligada en las horas de marea baja. Dicen los lugareños que después de la Catedral de Santiago, es el sitio más visitado de Galicia y su aspecto único e inconfundible invita a dedicarle unas horas: las necesarias para disfrutar de una de las playas más singulares, dicen algunos del mundo.

Nos informaron que fue Lepoldo Calvo Sotelo quien rebautizó a la playa de Augasantas como la de las Catedrales y contemplando el paraje, su sabia aportación no deja resquicio a la duda. Cuando el hombre culto se une con el hombre político, surge un extraño maridaje cuya fecundación más sorprendente se expresa en el bautismo osado, nada pagano, de nominar como Catedral a lo que es una simple playa sometida al influjo lunar enriquecida con unos soportales dejados caer por la gracia natural de su Creador.

Costa de altos acantilados tiene en su mejor mirador un punto de encuentro desde el que se accede a la playa cuando baja la marea, a través de una escalera de piedra y barandilla de recias cadenas que llegan a estar cubiertas en parte por las aguas en las horas de su pleamar.

Nada más pisar la arena firme tal mullida alfombra, junto a la escalera que ya has abandonado, brota de una roca un hilo de agua que se remansa como si de una pila de agua bendita se tratase: es el punto de entrada a la gran Catedral, la que abierta al mar y rodeada de altos acantilados ofrecen el aspecto de sus continuas capillas que contemplándolas en caminar lento, una tras otras, se llega al espacio de los pórticos, el de los grandes arcos y largos pasadizos, donde sus bóvedas hasta entonces escondidas aparecen a cielo abierto gracias a los rayos de luz que recorren su girola tras el retablo frontal a la inmensa planta circular de un mar en calma, del que sus rítmicos murmullos semeja a un coro cuyo eco de música sacra recorre toda la playa catedralicia.

Escuchándolo, entra en tu espíritu, te relaja y te llega al alma. Playa con el fondo de sus capillas mojadas de salitre, es la Capilla Sixtina frente al mar, mientras que las gaviotas en su caminar por la arena dejan la huella de la cruz como señal de su presencia, y tributo al sosiego celestial que envuelve la mítica playa de Ribadeo. Llegada la hora del plenamar, la playa desaparece a los ojos del visitante y las aguas cantábricas sacuden sus rocas y las cubren con un manto morado que horas más tarde, en su recogimiento hacia el mar, volverán a mostrar toda la belleza que sólo la naturaleza sabe cincelar.

Comimos en Rinlo, un pequeño puerto cercano donde los productos de la mar cubrieron la mesa como horas antes lo hicieran las aguas sobre la “playa de las catedrales.”

Aprovechamos el día contemplando parte de los varios miradores sobre la ría de Ribadeo, como el de la Isla Pancha frente al mar abierto: la del Faro; el del Cargadeiro: antiguo cargadero del mineral de hierro rumbo a los Altos Hornos vizcaínos y hoy moderno mirador frente al Puente do Santos que comunica Galicia con Asturias, justo al lado del Fuerte de San Damián de carácter defensivo. Aún quedaban algunos miradores más por visitar, pero los dejamos para el día siguiente. El descanso era nuestro próximo objetivo, no sin antes aprovechar lo que quedaba de tarde tomando un café en la amplia plaza donde la chiquillería revoltosa la llenaba con bríos de fiesta.

TARAMUNDI, REGRESO AL PASADO

30/09/2008
Aunque nuestro objetivo fundamental era conocer la costa asturiana, no podíamos desaprovechar la ocasión de visitar parte del interior y por ello nos dirigimos hacia Taramundi, lugar de visita obligada en su parte occidental, como pudiera ser el de los Picos de Europa en la parte oriental del Principado.

Taramundi está a unos 30 kms de la costa, pero sus curvas constantes, su paisaje, sus bosques de encinas, castaños, robles, eucaliptus, pinares y sus vacas y pastos, contribuyen a que el viaje resulte muy placentero, aunque necesitado de más tiempo para llegar a su núcleo urbano a pesar de su corta distancia. La Oficina de Turismo informa al visitante de las amplias ofertas, todas muy interesantes, siendo la más importante y única en su género la del pequeño poblado de Os Teixois donde en la actualidad sólo existe una familia, con Luis, enamorado del lugar, como alma insustituible de tan peculiar hábitat natural. Hasta hace unos años vivían allí diez familias, pero en la actualidad sólo Luis, su esposa y sus dos hijos son los residentes de Os Teixois.

Un pequeño caserío convertido en un conjunto de ingenios hidráulicos en el que Luis es el que gracias a su amor por todo lo que aquello representa, y lugar donde sus ojos vieron la luz por vez primera, consigue con su pericia y conocimiento el perfecto funcionamiento de toda aquella maquinaria cuya única fuerza motriz es el agua del rio Mesta, aguas que cruzan los bajos del caserío y sabiamente aprovechada tal como ya se hacía hace muchos siglos con documentación de su existencia allá por el siglo XII.

Los mazos, el molino, la rueda de afilar, un batán y una pequeña central eléctrica accionan y dan vida a tan singular centro etnográfico, cuyo movimiento deja en la memoria del visitante un recuerdo imperecedero. Saber cómo vivían sus antiguos pobladores y la gran posibilidad que brinda el agua es una experiencia de un valor incalculable, sobre todo para los centros docentes que visitan con frecuencia tan peculiar centro de ingeniería.

Desde la obtención del alumbrado para su consumo propio, el molido de los cereales, la singular forja cuyo fuelle es accionado gracias al efecto venturi producido por la acción del agua, el abatanado de los paños por la persistencia machacona de los mazos, completan todo un proceso industrial útil para subsistir en cualquier lugar donde mane el agua, ancestrales maquinarias movidas a base de trampillas que dan paso al agua donde el intelecto de Luis no tiene límite alguno. El conocimiento y la obtención de la altura necesaria para poner en marcha todo el conglomerado allí existente es la contribución del hombre al aprovechamiento que brinda la naturaleza y que generosa, nos ofrece la energía de sus aguas.

También vimos en el caserío cercano de Esquíos una colección privada de enseres recogidos por todo el Principado por un lugareño que ha hecho de su afición coleccionista su modo de vida, reuniendo en el interior de su casa utensilios diversos, desde los más variados de labranza, pasando por los domésticos, máquinas de escribir, de coser, de liar cigarrillos, aparatos de radio, de medida, incluso los más insospechados y cuya reseña necesitaría de varios folios, como una pequeña cuna de madera en la que sus padres le mecieron desde sus primeros días de vida. La casa situada en lo alto de una ladera de rico pasto utiliza el recurso de un “guincho” para elevar las cosechas y que si antes funcionaba a base de poleas, un pequeño motor eléctrico sigue funcionando con gran eficacia venciendo la dificultad de su pendiente.

Comimos en El Rectoral, restaurante emplazado en la parte más alta de Taramundi rodeado de verdes pastos y con un jardín embellecido con hórreos asturianos sobre pedestales de hortensias que invitaban al sosiego. Lo que hicimos después de disfrutar de un sabroso solomillo de ciervo y otras delicias gastronómicas ofrecidas por Diana: la simpática gallega que regenta tan bello establecimiento situado en una zona inolvidable, cuya mejor recomendación para abrir boca consistió en unas croquetas de compango: un manifiesto escrito sobre la sartén con la grafía de todos los componentes que habitan en una fabada asturiana que se precie.

De regreso a Ribadeo dimos la vuelta a la ría, recorriendo los pequeños pueblos marineros de Castropol y de Figueras, ya conocidos por las bellas vistas que desde el Parador situado justo enfrente se nos ofrecía. Quisimos conocer el Palacete Penalba, un hotel muy recomendado donde tomar un café, pero cerrado a quienes no están allí hospedados, tuvimos que contentarnos visitando su propia Marisquería situada junto al puerto donde disfrutamos de una amable conversación con la dueña en torno al pescado y a las excelencias gastronómicas de toda la zona.

El Parador y el balcón a la ría del que disfrutábamos nos adentró en la noche, gozando de su tranquilidad y entregándonos a un sueño profundo y reparador después de un día que nos había ofrecido recuerdos imborrables.