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27 mayo 2012

DON VICENTE BLASCO IBAÑEZ

Vicente Blasco Ibañez - 1900_

Don Vicente Blasco Ibáñez, valenciano culto, meritísimo y apasionado por su tierra, por su Valencia.

Negar esto es como cuando al ver caminar un hombre por la calle pueda decirse que son los árboles los que se desplazan a lo largo de las aceras, mientras se asevera que el caminante es quien está quieto. Toda vez que recurrir al ejemplo de negar la existencia de la gravedad es tan manido, que por tozudo ya aburre.

El Blasco Ibáñez veinteañero y rebelde contra la sociedad de su tiempo nada tiene que ver con el que años más tarde diera la vuelta al mundo abriéndose a él, pero que en la mochila de su corazón portaba en todo momento su Valencia querida de la que nunca se desprendió.

Como amante de su tierra fue visor de la huerta valenciana y de sus barracas, de las “llisas” de la Albufera, de la Plaza del Mercado, de los naranjales y de su mar. Como escritor costumbrista escudriñó y amplió su mirada hacia la sociedad de su época llevándola a sus libros como Sorolla lo hiciera en sus grandes lienzos plasmando “sus visiones de España”.

Y así lo manifiesto porque recientemente han sido dados a conocer unas cartas inéditas de Vicente Blasco Ibáñez dirigidas a Emilio Gascó en las que deja bien claro qué es lo que era: valenciano, valencianista y por lo tanto y como no puede ser de otra manera, español.

Y ello, fruto de sentirse un hombre libre que si amaba a su tierra, su Valencia natal, su vasta cultura hizo que no se viera esclavizado por cuatro petimetres interesados en el logro de una tribu hija de la ignorancia, producto de la manipulación, incubada de rencor y odio hacia la nación española.

La que pasados los años se ha ido retroalimentando en su camino hacia ninguna parte, dejando el lastre de la mentira y con el único objetivo del enfrentamiento, de la insolidaridad en aras de una sociedad excluyente, cercenada por unas orejeras que al igual que limitan su mirada y les obceca a la insolidaridad, les hace caminar por el surco de la intolerancia y de su empobrecimiento cultural.

Don Vicente Blasco Ibáñez que sabiéndose español por los cuatro costados, explicó en sus cartas los motivos de su “huida de los estrechos márgenes provincianos” que intentaban oprimirle sin conseguirlo.

Fiel a su pensamiento, Blasco Ibáñez no se dejó amilanar por quienes pretendían silenciarle, al igual que tampoco lo consiguieron quienes optaban por la creación de un redil que recogiera a los hijos de su adoctrinamiento, y que por desgracia aún existen.

Foto: Rafael Solaz

22 mayo 2012

EL JORDI PUJOL

el jordi pujol
Nada más y nada menos que para una entrevista de prensa. Entrevistador y entrevistado; imagínenselos previamente al teléfono en la oreja; claro, porque siempre es en la oreja.
 
El entrevistado:
 
-A su disposición y a tumba abierta, pregunte lo que le plazca.
 
O bien:
 
-Mire Vd. Mándeme las preguntas y quedamos para dentro de unos días.
 
Dos formas frecuentes de pacto a las que se puede añadir alguna que otra variante, como por ejemplo:
 
-Bueno, si me lo permite, cuando yo lo considere conveniente no le contestaré, y Vd. lo olvida de inmediato ¡Eh! sin buscar otra alternativa al tema que yo evito ¿De acuerdo? Por cierto, algo muy importante: ¿Puedo preguntarle?
 
Marcadas las fronteras, empieza la entrevista preguntando el entrevistado quien sigue de la misma guisa con una pregunta tras otra hasta que el entrevistador le dice:
 
-¿Le parece que empecemos?
 
El entrevistado, que no es otro que Jordi Pujol, le manifiesta en magnífica entrevista al entrevistador, Pablo Salazar, Jefe de Opinión del diario Las Provincias cuya principal obligación es la de respetar a quién por él está interesado y pese al sufrimiento que le suponga, que hace un tiempo escribió un artículo en un mal valenciano; y se lo dice con sorna, como quien pregona que yo te respeto al tiempo que le manda a freír cáscaras mientras asegura que quien niegue que no hay semejanzas entre Cataluña y Valencia es como no saber de Geografía; porque para hacer política se necesita saber de Geografía, le dice; y de demografía; y cómo no, también de historia. Pero sobre todo de Geografía.
 
Miramos pues el mapa y vemos que Valencia tiene mayor linde con Castilla y con Aragón, pues la línea fronteriza es como diez, o quince, quizás veinte veces mayor que las dos regiones que por el norte y sur la limitan, que no son otras que Cataluña y Murcia, unida con éstas por una pequeña franja de terreno. Nada que ver con Mallorca con la que nos separa el ancho mar. Y si buscamos las Canarias, pues ya no tiene color. Geografía, pura y sencilla Geografía.
 
Porque de Historia, nada que hablar; toda vez que Valencia y Cataluña, o lo que es lo mismo Cataluña y Valencia que para eso está el alfabético, nunca compartieron nada en común: ni en territorio, ni en fronteras, ni en Fueros, ni en Cortes, ni en Leyes, ni en ningún Rey que rabió; y no hablemos en lo económico, que si Cataluña optó siempre por el proteccionismo, Valencia, en cambio, siempre ha sido librecambista. Nada que ver; tan sólo que, ambas a dos, más algún que otro Reino, pertenecieron a la Corona de Aragón y no por ello tengamos que ser considerados como aragoneses.
 
Menudo es el Pujol para manipular y cambiar la Historia a lo que se ha dedicado con verdadera fruición los últimos cincuenta años, valiéndose de cifras en euros millonarias -que de seguro de su bolsillo no han salido- para conseguir que, haberlos haylos, se crean todas sus tergiversaciones elevándolas a la categoría de científicas valiéndose de la pela. Y algunos hasta considerarse catalanes pese haber nacido en Catarroja; que… haberlos, también haylos.
 
-Más bien -termina el Jordi- es lo mismo, pues hay países a los que España ayuda en temas lingüísticos- lo dice y se queda tan a gusto, como creyéndose aquello de la magnesia y la gimnasia.
 
En definitiva, mucho bla, bla, bla, para finalmente sacar a relucir la madriditis adherida a su alma y que se reduce sencillamente a un complejo de inferioridad cuyo único antivirus que encuentra es en el de superioridad, inmerso en un océano de mentiras y fascinado por la vacuidad de un oasis que a la sazón flota en las turbulencias de sus aguas.
 
Y por supuesto, cerrando sus párpados, como soñando, mientras mueve sus manos hasta entrecruzar los dedos uniendo sus falanges.
 
-Ve Vd. todo encaja.

20 mayo 2012

S E D A

Seda

En Seda nos dice Baricco que “existen personas que prefieran asistir a la vida antes que a vivirla. De forma parecida, aquellos que contemplan su destino igual que observan el ver caer la lluvia”.

Cumplidos consigo mismo los deseos e inquietudes trazados desde nuestros años juveniles; alcanzados nuestros anhelos y dispuestos a terminar nuestros días en el gran teatro de la vida, es entonces, cuando nos queda el deseo que estos sean duraderos y verlos envueltos con la mejor salud para que nos permitan el mayor disfrute. Sin embargo, el ser humano, no sólo fue dotado con aptitudes creativas para interpretar el personaje central de su propia representación teatral. Aquellas, no sólo le sirven para que una vez escenificado el personaje sean guardadas con máximo cariño en el estante de los recuerdos patrimoniales. Siguen vivas en el alma del actor y mantienen su evolución. Muchas veces, sin que ello sea exactamente así, en su deseo de seguir viviendo, las motivaciones se vuelven contra uno, alertándole que su misión no ha finiquitado, porque estas aptitudes no envejecen jamás.

De la observación del mágico mundo que vivimos, en el que existen hermosos parajes, cuya contemplación nos producen éxtasis alcanzando cumbres inimaginables, sólo éstas pueden ser superadas cuando nos llega el deleite de recibir sensaciones de amor de un ser humano.

Tener todo lo deseado no es garantía de estar preparados para superar las dificultades que continuamente se van incubando en nosotros. Los deseos vehementes de amor, no mueren, pese a que aceptemos envolverlos en cinta de seda, en nuestro estante de los recuerdos.

Al hacerlo así, surgen momentos melancólicos de tristeza profunda, nacidos por circunstancias complejas y al mismo tiempo de natural explicación. Facetas inherentes al ser humano que cohabitan en su interior, desde el primero a último momento de su vida. Ellas nos llevan a una situación de desgana sobre un escenario que no dominas, y en el que sólo los demás actores que te rodean pueden ayudarte a alcanzar la necesaria pasión para superar los orígenes de tu impaciencia.

Alexander Baricco se vale de un comerciante con capullos de seda. Busca los necesarios huevos en lejanas tierras. Llega hasta Japón, lugar donde existe la seda más bella del mudo. Tocarla era como tener la nada en las manos. Conoce una bella joven de ojos sin sesgo oriental y de una intensidad desconcertante. Tras tomar el té de la forma más sensual que imaginar se pueda, se enamora de ella.

A su regreso, el comerciante regaló a su mujer una túnica de seda que no se puso porque era como coger la nada. Su esposa que lo quería enormemente desde el primer momento, se dio cuenta de que algo había pasado y cuyo sucedido adivinó.

Repetidos viajes en búsqueda de su mercancía representaban también para él la contemplación de los ojos de la joven. Un innecesario último viaje fue emprendido por la sola razón de verla.

En esta obra maestra del cuento, el autor, nos reserva un bellísimo final cuyas motivaciones orientales vienen de paredes de papel con sombras que no emiten ruido. No parecen vida, sólo teatro. Son ideogramas, tinta negra.

15 mayo 2012

D. TORCUATO FERNÁNDEZ-MIRANDA

Torcuato Fernández Miranda
Es harto difícil tratar de encontrar la palabra que reúna en si misma las connotaciones de la razón, la verdad y el futuro. La razón, en su sentido más cercano a la realidad social de un momento dado; la verdad, en cuanto a los hechos objetivos que transcurren en torno a la reflexión que se plantea; y el futuro, tal y como el que se anhela en un momento dado por parte de aquella realidad social, a la sazón, en él ilusionada.
Pero si lo es complicado hallarlo en una palabra, en un verbo que reúna la fuerza de tales añoranzas en sus acepciones más positivas, no lo es cuando buscamos la persona que se sienta identificada con tan honrosos deseos.
Como es el caso de D. Torcuato Fernández-Miranda, la persona política más importante que ha tenido España en el momento de su transición democrática, tal y como lo demostró en aquellos años de la segunda mitad de los setenta a cuyo resultado había faenado en torno al Príncipe Juan Carlos, quien fuera llamado a ser el monarca que condujera los hilos hacia una España en la que su soberanía estuviera en manos de los ciudadanos.
Ni vencedores que se consideraran dueños de un futuro que sólo pertenece a la realidad social que envolvía al pueblo español, ni vencidos que optaran por la obtención del certificado de vencedores. Su virtud, el entierro de la guerra civil y la firme convicción de terminar con la vieja tradición de las dos Españas. Y el “terreno” estaba abonado para ello.
Como se demostró de manera irrefutable en los diferentes gobiernos de Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González y José María Aznar.
Todos ellos habían comprendido la decisión que en su día había tomada el futuro Rey, sabiamente conducido por una mano maestra cuya brújula marcaba de manera inequívoca la ruta de la Ley dentro de la Ley, sobre todo, en un camino aceptado de manera mayoritaria. Una mano, la del Presidente del Congreso, D. Torcuato Fernández Miranda, que diseñó magistralmente la misión a la que había sido encomendado, cuyo éxito fue, es y será, siempre de agradecer.
Todo ello saltó por los aires en el momento que accedió al poder un hombre, un político nefasto, cuya único objetivo fue el enfrentar a la sociedad civil, desnortarla en sus objetivos, tanto en cuanto en él y desde su más profunda ineptitud e incapacidad para el cargo, fuimos observando un deseo inescrutable por lo obstinado: el de la crispación, junto al deterioro de una reconciliación ampliamente sellada.
Por supuesto que la historia le juzgará y le dejará en el lugar merecido. Lugar que no será otro que el situado en las antípodas del gran estratega Fernández-Miranda, cuya obra, un día, un irresponsable Rodríguez Zapatero, ZP, para los amigos, trató de dinamitar alardeando de un falso talante que año en año supimos de su alcance.

10 mayo 2012

EL TEMPS

el temps

El semanario “El Temps” desaparece de su venta en los quioscos en los que estaba desde el año 1984 pero, pese a ello, totalmente alejado de una realidad social valenciana que siempre le dio la espalda de forma inequívoca y generalizada.

 

Se mantenía gracias a la interesada subvención de la Generalitat Catalana que con los recortes y en su ausencia, a partir de estos momentos, el semanario, se ve obligado a difundir sus falsedades de forma directa a un consumidor adormecido por los efluvios tendenciosos que se desprenden de su tinta impresa.

 

Es decir, un producto de la granja a su mesa pero sin pasar por el tamiz de la veracidad, aunque edulcorado con la sacarina de la manipulación.

 

No creo que a Eliseu Climent le importe mucho todo ello, pues lleva tantos años viviendo de las subvenciones millonarias, que sus riñones deben estar bien cubiertos, alejados de la crisis y a buen recaudo, por lo que podrá seguir disfrutando de la vida entre agasajos, buen yantar y frecuentes viajes a su Barcelona querida que a pesar de cortarle el grifo de la subvención, le recibirá con los brazos abiertos.

 

¡Faltaría más! 

Como es lógico, ignoro las ensoñaciones que pueda tener el Eliseu, el antenista furtivo; si sueña con un país que nunca existió, si al mismo tiempo sueña con fantasías parabólicas de última generación que puedan servir a sus propósitos, pero ya en el tajo y en la faena no tengo duda alguna que entre sus objetivos buscará la fuente de sus finanzas en la que el Jordi Pujol no estará muy lejano.

 En resumen: el Temps, de la granja a su mesa y… a vivir del cuento.

 ¡Qué listo el Eliseu!

03 mayo 2012

¿REFUNDARSE LOS SOCIALISTAS?

mario soares

“Los partidos socialistas, hoy casi todos en la oposición, deben refundarse”.

Esta es una frase nacida en la boca del mismo Mario Soares, el ex presidente de la nación vecina de Portugal.

Acudamos al diccionario de la RALE y veamos su significado, no sea que su acepción sea diferente de la que el viejo líder socialista pretende comunicar.

¿Pero a santo de qué zarandaja es necesario recurrir al grueso volumen de tan preclara institución si viendo como actúa el socialismo español es más que suficiente para justificar, no sólo que necesita “refundarse” sino lo que sería más necesario: una auténtica regeneración?

Dejando aparcado el enriquecimiento personal de sus líderes en los últimos treinta años, que de mercado de baratillo han pasado al de la tarjeta oro, y del raso al chalet con ínsulas de palacete en urbanización de lujo de las mejores zonas residenciales allí donde habitan, fijemos nuestra atención en su forma de ejercer la política a la que procuran el mayor de los fundamentos, pero siempre con falta de rigor.

Y el hecho puntual se manifiesta cuando la derecha gestiona, por supuesto con mayor eficacia, cualquier servicio sea éste sanitario o docente y para tal fin recurre al sector privado. Es entonces, cuando de inmediato, surge y de forma maliciosa la consabida frase del “sí, para los amiguetes“, tal y como estamos viendo estos día en una respuesta pueril, vieja, caduca, falsa la más de las veces y con el uso añadido del libelo, de la insidia tan a gusto de escuchar por parte de sus seguidores quienes por ello gozan de éxtasis.

Los socialistas son quienes se otorgan toda clase de medallas, como si fueran los dueños de un pódium olímpico sin tener en cuenta que lo primero en cualquier competición, lo primero, es ganarla.

Y la experiencia nos dice que en cualquier reto siempre nos ha ofrecido el mayor de sus fracasos; sea en carreras de fondo, sea en la de los cien metros sin vallas, pues sólo destacan en las de “lanzamiento de piedras” al tiempo que esconden las manos.

Pero temo que hagan oídos sordos al portugués Mario Soares, quien por mucho que pregone la refundación de los partidos socialistas, el uso de la calumnia les resultará más barato. Y en ello están.

01 mayo 2012

EL 25 DE ABRIL

25 de abril

Se dice que las mentiras tienen unas patas muy cortas por lo que mismamente debieran tener cierta dificultad en su propagación; pero lo cierto es que sus ideas arraigan como flechas y cual ventosas.

Se adhieren con mucha facilidad a las mentes más proclives a su aceptación, las que a falta de otros credos y necesitadas de algo en lo que creer, optan por aislarse de la realidad social en que se encuentran al tiempo que reducen su mente inhabilitándola para cualquier otro tipo de discernimiento, salvo el que en ellos se ha adherido cual lapa depredadora.

Goebbels sabía mucho de ello y las aplicó con eficacia. No obstante, son técnicas que vienen de antiguo y cual diente de sierra, tienen sus momentos de esplendor.

Cuando llega cada 25 de Abril surge en nuestra Comunidad Valenciana la necesidad de expresar una falsa creencia arraigada en una minoría para celebrar la derrota de una batalla que puso fin, según vocean, al nacimiento de un pueblo cuyo origen fijan con la Reconquista de Jaime I, quien, según ellos y en aquella fecha, dio origen al “pueblo valenciano” pasando a ser reconocido como el Reino de Valencia. Es decir, como Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como, pero ofreciendo al festín a quienes están dispuestos para acudir al reclamo.

Como si antes de aquella fecha y durante muchos siglos, no hubiera existido una sociedad civil fruto del crisol de la historia en el que se fueron fundiendo pueblos y razas, desde una cultura autóctona que fue reconocida por los sabios griegos con el nombre de ibérica, cuyo epicentro, al fin y a la postre, estuvo situado en el ámbito de nuestra actual Comunidad Valenciana, crisol, cuyos vapores y matices aún persisten en todas las aristas de nuestra sociedad.

Sorprende la importancia que se le da a una derrota, la de Almansa, cuando los vencidos fueron gentes extrañas llegadas de tierras extranjeras y en cuyo bando no participó ni un solo soldado valenciano.

Cierto es que Felipe V centralizó el Estado, pero igual lo hizo el pretendiente austracista en el Sacro Imperio Germánico cuando abandonó España, como a la sazón se fue haciendo en toda Europa en su histórico avance contemporáneo.

Mientras que el Reino de Valencia -aun perdiendo Fueros y Cortes y sin que ello representara convulsión alguna en el pueblo valenciano- tuvo sus representantes en el Estado hasta su fin como Reino con la partición provincial de Javier de Burgos en 1833.

Dicen, que “quan el mal ve d'Almansa, a tots alcanza”. Panfletaria frase a la que hay que añadir que “tan sólo hace falta que alguien lo demuestre”. Cuestión difícil, por muchos “expertos en épocas forales” que existan, medievalistas panfletarios, más dedicados a arraigar mentiras y a las que procuran ponerles largas piernas, tal es su manifiesta intención.