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28 septiembre 2016

EL PEDRITO SANCHEZ


Jamás pactaré con un partido populista”: es un frase que cuelga en el éter de la noticia, clara, rotunda, sin matices, ni medias tintas.

Su único valor, el de la frase, viene dado por quién es su autor, quien en este caso es dueño y esclavo de su palabras, aunque a él, esto le importa un pito. Y aunque a los demás adversarios, en especial a los que considera enemigos, les exige la rigurosidad de sus expresiones, el se mea con la meticulosidad de las propias.

En el ejercicio de una profesión que por su escasa valía personal él mismo desprestigia, en sus derivas, incapaz de tomar el camino de villadiego que de ser hombre cabal lo haría y en alta velocidad, por supuesto en clase turista, así debiera, en cambio, cuando procede hacerlo, ancla sus posaderas asido a  un antro cutre y rancio, soez y tabernario, donde el palabro indecente recrea su halitosis.

"Un capitán no debe abandonar su barco cuando se hunde", igual es su reflexión, sin tener en cuenta que no sirve la leyenda cuando la grieta surge provocada por él mismo en su pertinaz tarea hacia el fondo de sus miserias.

Ausente de un curriculum vitae de especial relevancia, aunque como guaperas obtuvo sus rentas, se adhiere como una lapa al calor del partido que le asegure jornal y patrimonio.

Pedro Sánchez es así, el abominable hombre del no, el del vuelva Vd mañana de Larra, el del insolidario preocupado por los recortes, el que hace gala de un partido, que, es lo cierto, cuando ostentó el poder hace unos pocos años hizo aumentar el número de parados en la gruesa cifra de 3.5 millones más de personas, para quienes, dicho sea de paso, había que procurar un fondo económico,  que, dirigentes de su propio partido desviaron a los bolsillos.

Los de ellos, por supuesto.

06 septiembre 2016

NO HAY DOS SIN TRES

No entro, entre otras razones porque no me apetece, en la cuestión del perjuicio que pueda ocasionar a España estar con un gobierno en funciones desde hace ya diez meses, con el agravante, dicen, de que vamos a unas terceras elecciones.

Ni me preocupa, toda vez que la hipotética deriva que se denuncia por ello, no va a ser, con seguridad, peor que la ocasionada por el socialismo de Zapatero. Ni de lejos.

Y si superamos aquel trance, el que dicen se avecina ya no puede asustarnos, porque no será tan dañino. Imposible.

¿Terceras elecciones? Pero si ya hay quienes con cierta sorna vaticinan irónicamente: ¡¡ Y por qué no una cuarta!!

A estas alturas todo es posible.

Pero lo que ha quedado más que evidente, con prueba de nueve incluida, es el muy deficiente, escaso, hasta se puede decir nulo, sentido democrático de unos diputados que ante un doble resultado electoral, a la sazón ratificado en la segunda cita con mayor diferencia y en el mismo sentido, escuchen quienes me lean, con rotundidad más que evidente, han negado la mayor para enrocarse así mismos, sin importarles un bledo una situación que ellos mismos dicen negativa, supongo que así lo interpretan, para los “intereses generales” de la nación.

Nación a la postre en juego como si de una negra aceituna se tratara, cuya situación, encubierta por tres cuencos de pansida patata, hay que averiguar el lugar donde la esconden.