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22 febrero 2007

SALÓN UNISEX


Cuando se aproxima el inicio de la primavera el peluquero se da una vuelta por mi calle, sube al automático sillón de barbero, coge sus tijeras de brazos tan largos como sus ideas y comienza la faena. Muy cerca de él y dispuesta al uso, la eléctrica, que seccionará por un tiempo las gruesas trenzas que brotarán más tarde con nuevos bríos porque lo suyo es abrirse a los demás ofreciendo su belleza. Sin gomina ni espejos en los que mirarse.

La calle se ha quedado desnuda y parece otra. Sobre los alcorques muestran su frío esqueleto, tacaño de sombras, como seres extraños que de repente vienen a visitarnos sin saber con que intenciones. Aquel balcón, siempre tapado a las miradas, luce su palmito como un pavo real lleno de orgullo que ahueca su plumaje para ser más reconocido. Y desde lo alto, las mullidas alfombras, ahora ausentes, dan paso a unos ramos de arietes, segados y abiertos como púas en los que no se alojarán las avecillas con sus trinos, la mejor orquesta urbana del amanecer.

La calle parece otra y las fachadas enseñan tanto sus vergüenzas otrora tapadas, como también sus signos de belleza antes privados a la vecindad que sorprendida dice que este no es mi Juan porque me lo han cambiado. Pero pese a su apariencia diferente es la misma y en ella seguirán conviviendo sus miserias escondidas que sin mayor provecho, en ocasiones y a gritos, harán acto de presencia. Sólo la naturaleza sabe aprovechar los cuidados que mimosamente recibe y entrada la primavera, agradecida, se abrirá de nuevo a todos estirándose para mostrar presumida el nuevo peinado de sus hijos.

“-Lo sabía, no me lavaron la cabeza y me dejaron el pelo crespado; lo que falta es mucha profesionalidad- le dijo Tilia a Platanus que estaba en la otra parte del amplio salón. -¡La culpa es tuya!, qué no lo has pedido; qué fácil es echar las culpas a los demás- le contestó Platanus, contento y muy satisfecho al verse favorecido por el pelo corto en sus lados. -Te ves alto y por eso estás contento, sin embargo, no lo eres tanto. Las cosas no son como parecen, así que menos truenos, Platanus- le rebatió Tilia que echaba en falta la flor de azahar del Naranjo borde a su lado de cuyo perfume necesitaba la muy coqueta.

Arce y Liquidambo esperaban su turno y discutían acaloradamente de fútbol en lo que tenían de rivales. –Fue penalti y el árbitro, que lo teníais comprado, no lo pitó– decía el primero con energía amenazando con sus largos brazos incrustados en el comedor de un segundo piso.


Liquidambo, también furioso y sin embargo preocupado, se encontraba enfermo y temía lo peor, pues de su tronco desprendía como un serrín por pequeños túneles, señal de una enfermedad incurable. –Si no fuera porque estoy débil te diría cuatro cosas, pedazo de animal. ¡A ver si llega tú turno y dejas de intimidar a los vecinos! ¿Qué te crees, que estás en el estadio?

La joven Robinia no había tenido suerte con su alcorque y allí estaba llorosa dispuesta al divorcio, mientras en el gabinete la sometían a un proceso de lavado de cutis. –Verás como muy pronto encuentras a otro que te cuide mejor- le decía la esteticista acariciándola con suaves cuidados."

La calle de al lado no tiene árboles. Tampoco tiene salón. Es muy aburrida y los pájaros siempre pasan de largo. Parece una calle olvidada en la que los alcorques no sirven para nada. Hacemos tantas cosas inútiles y nos abandonamos con tanta frecuencia que a nuestro semblante llega el desaliño.

"-¡Lavado, corte de pelo y Ferrari negro, qué ya estamos en la primavera!"


13 febrero 2007

NUESTRO VIAJE A LA COSTA DEL SOL


3 de Febrero

Viajar sirve también para el encuentro con viejos compañeros y gozar con el recuerdo de unos momentos que los traemos al presente con el deseo imposible de su repetición. Al revivirlos afloran y es como volver a disfrutar de unos momentos inolvidables.

Los Almagros es una pedanía de Fuente Álamo (Murcia) donde mi amigo Jaime me ha ofrecido parada y fonda en mi viaje hacia la Costa del Sol. También la oportunidad de conocer a Avelina, su encantadora esposa. A su hospitalidad se suma su gracejo especial para los chistes, a los que convierte en arte. Aprovechamos la tarde para visitar a un viejo conocido de Fuente Álamo, tomar juntos un café y encargarle abrazos y buenos deseos para otros viejos conocidos.

4 de Febrero

A la hora de comer hemos llegado a Nerja, la mejor hora del día para presentarse en el Parador y pedir mesa y mantel. Allí nos esperaba el pescaíto frito junto a un Rueda frío que nos ha obligado a una siesta tan regeneradora como profunda. El cielo estaba cubierto pero no nos ha impedido gozar de un crepúsculo único desde un marco inolvidable, el Balcón de Europa: un lugar que tiene de grandioso todo lo que su nombre representa. Descubrirlo a mis ojos es la dulce espera de verlo en su grandiosidad a pleno Sol. Pero tendríamos que esperar al día siguiente.

Anochecía y el sabor de los boquerones, jureles, salmonetes, cazón en adobo, puntillas y otras especies marinas, junto a la brisa que nos acariciaba y la docilidad del mar que esculpía un lecho de plata, eran los regalos para nuestros sentidos que no podíamos desaprovechar.

5 de febrero

Visitamos las Cuevas de Nerja donde alguien puso la tierra y con seguridad fue el mismo quien puso el agua. Luego el tiempo puso el arte. Sólo Él pudo ser el artífice de tanta belleza donde la mente se desborda y la imaginación, sin limite alguno, se escabulle por doquier al tiempo que cualquier semblanza toma vida ante tus ojos. Las Cuevas fueron descubiertas apenas hace cincuenta años y allí estaban, a escasos palmos de nuestras vidas desde hacía miles de años cuando el hombre dibujaba en sus paredes con los colores de la tierra.

Nerja tiene una Cueva y un Balcón que no se puede aguantar. Si el Balcón te abre al infinito y piensas en todo los que detrás de ti queda, la Europa de las mil batallas, en su sima milenaria el avance de todo lo que se puede refugiar más al centro de la Tierra está fuera del alcance más sagaz. Sólo Julio Verne lo interpretó. Nerja es pasado de millones de incontables años hechos a golpe de gotas de agua con la artesanía de la constancia. Su Balcón es un lujo arrogante, es la afrenta al mar luchando contra su inmensidad como una fortaleza invencible diciéndole con insolencia: siempre seré tu mirador, tu Balcón de Europa. Y tú, mar silencioso o bravío, nunca podrás nada contra mi.

Luego nos fuimos a conocer Frigiliana, un pueblecito blanco cercano al mar, situado en la ladera de la Sierra de Almijara, precioso e histórico. Allí tuvo lugar la Batalla del Peñón Frigiliana, donde la rebelión de los moriscos de 1568 representó un fatal desenlace para los lugareños seguidores de Alá. Debido a su limpieza y embellecimiento Frigiliana ha sido distinguido en distintas ocasiones.

Muy cerquita del Balcón está el Puerta del Mar. Un restaurante con terraza cubierta y frente al mar, donde el pescaíto frito era de obligada degustación. Quién dijera que nunca segundas partes fueran buenas, no sabía lo que se decía.

6 de Febrero

Hemos entrado en la ciudad de Málaga por El Palo, una zona paralela a la costa donde la burguesía malagueña del siglo XIX construía sus lujosas residencias apartadas de la capital. Con aires de palacete dan un toque de distinción a una zona mezclada con viviendas de nueva planta que dan vida al sector de servicios por la proximidad de sus playas. Su paseo marítimo está repleto de pequeños restaurantes que ofrecen la joya gastronómica del típico pescaíto frito malagueño.

Situados en el centro de la ciudad hemos visitado la Catedral barroca cuya fachada principal es magnífica. Los Reyes Católicos ordenaron su construcción sobre el solar de una antigua mezquita aunque no se terminó hasta el siglo XVIII. La Catedral quedó inacabada al no construirse la segunda torre debido a la derogación de unas subvenciones. Por este motivo es popularmente conocida como La Manquita y representa la joya arquitectónica más valiosa de la ciudad de Málaga. Su interior renacentista y barroco es de gran belleza, destacando sus vidrieras, sus bóvedas y sus espectaculares columnas artesonadas.

Con el autobús turístico hemos conocido lo mejor de la ciudad en un trayecto de dos horas con un tiempo muy agradable y tomando el sol, el grato tesoro de la Costa que lleva su nombre. El pescaíto frito nos esperaba en esta ocasión en la playa de la Malagueta descubriendo una vez más la importancia que tiene conseguir el punto exacto en la fritura de unos pececillos, auténtica delicia para el paladar.

Hemos subido al cielo de Málaga: su castillo de Gibralfaro. Contemplar desde semejante atalaya la ciudad, su mar: lámina de estaño centelleante, La Manquita y las brumas que de forma suave cubre todo el hechizo sólo produce la promesa de volver. La vista del coso taurino bajo tus pies es un lamento a la ausencia de una corrida de toros de los días de la Feria malagueña. Sólo nos faltaba cerrar la tarde sentados en una terraza de la Plaza de la Merced donde Pablo Ruiz Picaso aparece y desaparece en cualquiera de sus esquinas. En el centro de la plaza un monolito representa el homenaje a los luchadores por un liberalismo decimonónico en el que creían, pero que fue vencido por los totalitarismos de uno u otro signo y cuyo resurgir de aquel tanto necesitamos.

7 de Febrero

El mayor atractivo de Puerto Banús, como no puede ser de otra manera, reside en su puerto deportivo. El barquito azul de vela blanca, ligero como el viento y perfumadito de brea está ausente, y su lugar lo ocupa el lujo. Las gaviotas pasan de largo, quizá buscando al pescador de caña que allí no encuentran. Puerto Banús es diseño de alto standing con aire de Quinta Avenida donde las firmas de prestigio tienen amarre propio y donde por dos cafetitos cortados, uno de ellos con sacarina, te cobran siete euros más uno de propina que suman ocho. Pese a ello, me ha encantado porque siempre sentí admiración por la limpieza y el buen gusto.

Luego nos metimos de lleno en la Marbella de calles peatonales, de placitas recoletas, de callejuelas repletas de flores y de restaurantes, siempre alrededor del Ayuntamiento marbellí tan de moda por sus asuntos sucios, opuestos al encanto de su casco antiguo y a la vez moderno.

Pasaban las dos de la tarde y cometí quizá mi único error en el viaje. Preguntar en el mismo Ayuntamiento de Marbella, el de las mentiras y los trapicheos, dónde comer carne, fue una temeridad por mi parte. Me mandaron a un restaurante que mejor es olvidar. Así que lo silencio.

Visitamos dos hoteles muy representativos de dos épocas diferentes en Marbella: el Don Pepe de siempre, el del visitante famoso que daba prestigio a una ciudad que deseaba ser universal. Su magnifico jardín es una delicia, descansar y tomar un café en sus instalaciones al aire libre es la mejor opción. Y el Gvdalpín, representativo de la rumorología actual del ladrillo corrupto y el devaneo amoroso.

8 de Febrero

El día se presentaba lluvioso e iba para largo. Nos quedamos en Nerja. Disfrutamos del Parador, de un paseíto por la ciudad y de una comida de tapeo donde el pescado frito y un vino frío de Huelva, que me aconsejó el maître, resultó un ejercicio degustativo de largo alcance. Fue el día de descanso, de las compras y el adecuado para conocer mejor las callejuelas comerciales de Nerja donde cruzarse con residentes extranjeros fue una constante. Algo debe de tener el Sol de Nerja aunque ese día estuviese ausente.

9 y 10 de Febrero

Nos despedimos de Nerja, comimos en el Parador de Puerto Lumbreras, y durante la tarde, después de la regeneradora siesta, visitamos el centro de Murcia con su Catedral gótica, sus calles comerciales y visitamos el Teatro Romea, uno de los mejores de España y también de Europa.

La mañana del sábado fue la de los días hermosos. Comimos en Alicante, en La Dársena, junto a su puerto deportivo: una entradita muy bien presentada y un arroz meloso, resultó el mejor colofón para un viaje que pernoctará en nuestro recuerdo. En nosotros ha quedado grabado lo que no ha sido una sorpresa: la limpieza, el blanco de sus casas, los colores de sus flores y la simpatía de sus gentes.

01 febrero 2007

EN EL PUNTO MEDIO RESIDE LA VIRTUD



Mis compañeros de clase me llaman Demóstenes porque soy de los pocos que superan el aprobado. Sin embargo, ante mis padres lo hacen por mi apellido Galipienzo. Ellos, mis padres, siempre me riñen por mi nombre de pila, Ángel, en cuya elección creo que se equivocaron.

Confieso que donde mejor me lo he pasado es en las clases de Don Remigio, el afable profesor de Ciencias Naturales quien era un auténtico inocentón. ¡En el punto medio reside la virtud!: así repetía su frase favorita para toda clase de circunstancias; incluso en la hora de sus preceptos. Él era barbilampiño, oblongo y tenía próxima su jubilación. Su presencia en la tarima siempre estaba recibida con risas y bromas entre los alumnos que asistíamos a su clase, la prolongación del recreo. Era bastante cegato, por no decir del todo y las lentes de su gafa eran cómo el culo de una botella por lo que era impensable la afición desmedida que aún tenía por la botánica. Sin embargo, siempre presumía de ello y de su afán por encontrar un trébol de cuatro hojas o un ciempiés. Eran estos sus objetivos inmediatos a los que dedicaba gran parte de las horas libres siempre con la ayuda de su cazamariposas y de una lupa muy potente también utilizada para observar su colección de sellos africanos repletos de flora y fauna. Lo de la caza del insecto podía ser verdad, pero si nos hubiese contado su interés por uno de sólo cuatro patas nadie le hubiese creído, pues debido a su casi ceguera no podía tratarse de otra cosa más que de un farol.

Don Remigio era todo un dechado de bondad y nosotros unos auténticos gamberros. ¡En el punto medio reside la virtud!, nos decía cada vez que nos pasábamos en algunas de nuestras bromas. Como aquella vez que le dejamos en el bolsillo de su chaqueta una docena de escarabajos vivos. Cuando terminó la clase fue al armario, se quitó su guardapolvo y lo reemplazó con su chaqueta. Al meter la mano derecha en el bolsillo y notar un cosquilleo inesperado apretó de inmediato los dedos. Sacó la mano mugrienta acompañada de algunas vidas que se le introducían por la bocamanga quizá buscando el calor de su axila. Todo aquello, además del asco que debió sentir por los crujidos de aquellos bichos estrujados entre sus dedos, sólo hizo que se escondiera en su despacho.

Al día siguiente, arriba de la tarima y sentado en su mesa se dispuso a comenzar la clase. Abrió el cajón central pegado a su cuerpo y salió de él, como un resorte, un gato negro con más barbas y bigotes que las que él añoraba. Su costillar, el de Don Remigio, se fue contra la pizarra de piedra natural; su silla saltó por los aires hacia el lateral de la clase; y sus gafas no se rompieron porque los culos de las botellas son muy duros. Tras recomponer su figura y no sabiendo a donde mirar nos dijo lo de siempre: ¡En el punto medio reside la virtud!

Y es que la habíamos tomado sin compasión con el bueno de Don Remigio convertido para nosotros en el blanco de toda clase de gamberradas, alimentado en nosotros porque al final terminaba diciendo que aquellas bromas tenían algo de gracia. Aunque eso sí, siempre nos salía con su eterno consejo del punto medio que si de algo servía era para no hacerle caso.

Don Remigio se jubiló un veinte de Marzo, el del inicio de la primavera. Ese mismo día teníamos en la tarima, sustituyéndole, a Don Bendito, hombre cincuentón, alto, grueso, barrigudo en el que vimos todo un indicio de bondad.

Aquella mañana, tras su propia presentación como hombre de Ciencias, quiso hacer un canto a las excelencias de la asignatura:

- De todas las Ciencias existentes, las Naturales son las más bellas y hermosas, porque están hechas con las manos directas de Dios. De Él, surgió la perfección presente en toda su Creación. Y de su mejor hacer, vosotros, mis queridos niños, sois su obra maestra.

Juanito, mi compañero de pupitre sacudió mi codo con el suyo. Ladeé mi rostro y vi en sus ojos abiertos bajo las cejas arqueadas y con la sonrisa en sus labios, el esbozo de la más siniestra de las intenciones. Mi mirada cómplice se cruzó con la suya y en su punto medio no había un ápice de virtud.

(“En el punto medio reside la virtud” es un relato que ha participado en el 14º Proyecto Anthology. Tema: El abuso)