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16 junio 2007

CASTILLA Y LEON, UN CRUCE EN LA HISTORIA.


El túnel del tiempo es un pasadizo angosto y los recuerdos son como ventanas que pasan rápidas en el trayecto hacía unas tierras, que siendo algo desconocidas, las consideras como parte de ti. Descubrí Burgos ya de mayor acompañando a mi padre a la tierra donde nació, quizá cuando él pensaba que sería su último viaje. Y con la intención de conocerlas mejor he querido pasar unos días por tierras leonesas y castellanas que, primero enfrentadas durante casi tres siglos, y luego unidas, fueron reinos y embrión de lo que siglos después se convirtiera en el imperio español, aquel donde nunca se puso el Sol.

Llegamos a Lerma a la hora de comer, la mejor para arribar a cualquier sitio. Y después de una breve siesta regeneradora nos fuimos a Aranda de Duero, el pueblo tantas veces escuchado de los labios de mi padre, donde residen, casi centenarias, dos de sus hermanas. Compartimos parte de la tarde con tan entrañable compañía que después aproveché para hacer unas fotos por sus calles, aquellas por donde mi padre vivió su infancia y juventud.

Lerma es una ciudad monumental por los deseos del valido de Felipe III, Don Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, el Duque de Lerma, que la convirtió en el siglo XVII en su centro de operaciones por su inmejorable situación geográfica, dotándola de bellos edificios para diferentes cometidos comunicados entre si, a través de túneles y pasadizos. En la actualidad, y en fecha reciente su palacio ducal se ha convertido en un confortable Parador de Turismo que está dando una gran vitalidad al pequeño pueblo burgalés, cuya Plaza Mayor se llena de coches en gran parte del año.

En nuestro segundo día nos fuimos a Burgos donde nos esperaba a las doce del mediodía el Papamoscas. Lo saludamos y gozamos de su Catedral donde yacen los restos del Cid, doña Jimena y los Condestables de Castilla. Un buena comida de cuchara, y a Santo Domingo de Silos, a disfrutar de su claustro románico con huellas visigóticas y mudéjares. Después dimos un paseo por sus calles medievales a la espera de la hora de la víspera, la del mejor relajo escuchando los cánticos de las bocas de sus monjes benedictinos.

El miércoles hicimos una visita guiada por Lerma descubriendo la tumba del Cura Merino, el laureado guerrillero contra el francés, de nombre Jerónimo Merino COB, casi nada. ¿Quién sabe? ¿Quizá? Muy cerca queda Palencia, y a conocerla fuimos. Habíamos reservados mesa y mantel, porque así nos lo habían aconsejado. Así que tranquilamente recorrimos su calle Mayor, magnífica, y su Catedral, la “bella desconocida”. El templo está sin restaurar pero tiene el sabor de lo antiguo. De estilo gótico se construyó sobre un templo visigótico cuyos sótanos existentes no pudimos visitar. De la comida sólo resaltar que el lechazo estaba exquisito.

Hasta el momento el viaje nos resultaba muy grato, sobre todo por el plácido descanso en el claustro del Parador, convertido en un amplio salón muy confortable y cumplidor a la perfección para aquello que está acondicionado.

Tal y como preveíamos, el jueves llegamos a León a la hora de comer, y el Parador de San Marcos era el mejor sitio para coger fuerzas y descansar. León gira alrededor de su Catedral, con sus vidrieras en las que los evangelios muestran su auténtica luz, San Isidoro con su panteón regio y San Marcos, más que Parador, Museo. Forman tres centros emblemáticos cuya visita obligada, además de enriquecedora, es de un placer inolvidable; sin dejar aparte la Casa Botines, de Antonio Gaudí y el Palacio de los Guzmanes. Su barrio húmedo –dónde comimos una carne a la piedra de gran sabor-, su río Bernesga con su esplendido paseo ribereño, su Reino escondido en la historia de España, y su empaque, son los mejores retos para una estancia plácida y entrañable a la que dedicamos dos días, porque para el tercero teníamos una KDD, gracias a las casualidades del destino, en Astorga, con comida en Castrillo de los Polvazares, un pequeño pueblo muy cercano a la capital de la comarca de Maragateria.

Internet, la gran revolución intercomunicacional a caballo entre dos siglos, nos facilita unas puertas increíbles como son las de hacer amigos. Gracias al genial invento, un grupo de internautas conocidos en la red, habían fijado como lugar de encuentro una casa rural bautizada con el mejor de los nombres a una afición que les es común: Cumbres Borrascosas. La proximidad y seducción de Castrillo, el bello pueblo de arquitectura popular, antigua calzada romana y cuna del cocido maragato no nos daba lugar a otra opción para una estupenda comida. Nos encontramos en Astorga, ante su Catedral, junto al Palacio Episcopal, obra de Antonio Gaudí y con la fantasía de un cuento de hadas. Después de un pequeño refrigerio, tal y como estaba previsto en el guión del día nos fuimos a comer.

De la comida sobró cantidad porque el cocido maragato es abundante y tiene su liturgia especial; primero las carnes: costillas, tocino, lacón, morcillo, gallina, morro, oreja, panceta y chorizo; a continuación los garbanzos, deliciosos, con su verdura; después la sopa y finalmente las natillas. El lugar es Camino de Santiago y aprovechamos un pequeño paseo por sus calles para bajar el cocido con resultado estéril porque ni siquiera llegando al Obradoiro lo hubiésemos conseguido. La KDD nos resultó muy grata y muy especial, y… ¡hasta la próxima!

El domingo abandonamos León, con dirección a Soria en un recorrido tranquilo y relajante a través de una zona boscosa con parada obligada en Hontaria del Pinar, donde nos habían recomendado una deliciosa carne. A media tarde llegamos al Parador de Soria, enclavado en un alto frente a la ciudad con unas vistas magníficas al río Duero con sus abundantes y deliciosas alamedas. Un buen paseo por la ciudad, cuesta abajo, cuesta arriba, dejó a mi cuerpo preparado para un merecido descanso.

El lunes, ya de regreso y en el punto final del viaje paramos en Teruel, mi ciudad entrañable por tantas cosas. Quería conocer los últimos cambios en la ciudad, en su Glorieta, donde han construido un moderno y eficaz aparcamiento que facilita la visita a su centro histórico. Después de la obligada comida y visita a unos buenos amigos pusimos rumbo a Valencia dando por finalizado un viaje en el que todo salió a la perfección y con la esperanza de que en el próximo nos suceda lo mismo y no sea muy tarde.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Veo por tu relato que te lo has pasado muy bien en este viaje.
Siempre resulta interesante visitar lugares nuevos, conocer personas interesantes y volver aquellos sitios que nos hacen recordar buenos tiempos.
Saludos

Anónimo dijo...

Ah Julio, fue un placer conoceros¡¡¡ Yo sabía que eras un tipo simpático y un buen amigo, pero no sabía que tanto :) Tenías un aspecto tan relajado y tan humano con tu ropa de viaje, toda llena de bolsillos, y una sonrisa pilla... Internet merece la pena por estas cosas, cuando compruebas que has conocido gente de bien.

Bueno, pues saludos y abrazos. Hasta pronto.

Blanca_L