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04 enero 2013

UN SEÑOR, DON JOSÉ ORTEGA Y GASSET

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Del “Delenda est Monarchia” al “no es eso, no es eso”, ambos manifiestos de Ortega y Gasset, apenas transcurrieron diez meses. Los suficientes para darse cuenta que el nuevo e inesperado rumbo que había tomado la República no se correspondía con sus deseos, que no eran otros más que los de un entusiasta republicano convencido al tiempo como el mejor sistema para salir del marasmo de la España de entonces, tanto en cuanto su implantación supondría una puerta abierta a los cauces democráticos y la vuelta al sistema de los partidos políticos ausentes de la vida social española desde hacia siete largos años.

El gran filósofo español del siglo XX no se confundió en su decidida vocación para terminar con la monarquía de un Rey, Alfonso XIII, que en su inoperancia y error tras error, superado por un radicalismo que irrumpía en la vida española, no supo conducirla por los caminos de prosperidad que, sin embargo, el Monarca sí deseaba.

Tampoco se equivocó Ortega y Gasset en alertar del gran peligro que suponía para la convivencia española el tufo que se iba filtrando entre las instituciones, así como su acierto pleno en su posterior descalabro a viva voz anunciado.

Ello, tanto en cuanto el sistema republicano se iba transformando en “otra cosa” que nada tenía que ver con la razón de ser de una auténtica República. La que él deseaba. Y no la de unos iluminados que lentamente iban tomando sus posiciones hacia una “república popular” más bien decidida a terminar con el sistema del que se servían, al mismo tiempo que iba defenestrándose por la propia acción de quienes de ella se habían adueñado, valiéndose del analfabetismo imperante y a la sazón con la falsa argucia de inculcar la necesidad de unas vitaminas culturales, que en realidad no eran otras que las dormideras de un interesado adoctrinamiento. Y así les fue.

Han pasado ochenta años y la gran analogía entre aquellos años treinta y los actuales tiene sus coincidencias. Aquellos mismos perros y con los mismos collares. Y quienes engañaron al pueblo español guiándoles al desastre, son sus correligionarios actuales quienes optan por una república, hija “de aquella república” que fue derrotada por sus propios errores y horrores, y ahora quieren elevarla a un rango que por “hechos y costumbres” no le corresponde.

Comienza el año 2013 lleno de incertidumbre y con los ánimos encendidos por calentar la calle, tal y como hemos visto a lo largo del año fenecido, que, no por una, sino por razones de sobra conocidas que lo motivaron y que huelga repetir, ha sido horroroso.

¿Qué les pedimos al Nuevo Año y de paso y por la fecha a los Reyes Magos de Oriente?

Bastaría y sería suficiente que quienes optan por nuevos vientos dispuestos “a lo que venga” y en un salto al vacío, recordarán los presagios de Ortega y Gasset, que desgraciadamente se cumplieron tal y cómo el erudito republicano había vaticinado.

Que piensen en ello al menos, pero me temo que sea demasiado el pedir. Pero no a los Magos de Oriente, sino a un sector minoritario en la sociedad actual española, diestra en aumentar el volumen del vocerío girando el dial hacia unos cantos de sirena que sólo pueden conducirnos al campo de la confrontación, anhelosos de una victoria que en su tiempo no merecieron, enfrentados entonces entre sí y como los más claros enemigos de una República que ellos mismos desahuciaron por obra de un nacionalismo paleto y de unos federalistas que ni sabían entonces ni saben ahora su por qué.

Un totum revolutum que nada tiene que ver por lo que el gran filosofo español del siglo XX había luchado y que ahora mismo les diría: “no es esto, no es esto”.

2 comentarios:

Francisco Arsis dijo...

Ortega y Gasset, presente en la novela, Jota. Curioso tu post, como todos los que sueles colgar, tan... mordientes...

Julio Cob dijo...

Hola Francisco, por pedir que no quede. Pero temo que en los tiempos que vivimos de intoxicación, los del vocerío y la algarabía campan a sus anchas y se aprovechan del momento en busca de unos fines que ni ellos mismos saben.
Un abrazo