El padre de Eluana Englaro no es un asesino como pregonan algunas voces, huecas de piedad, con la única intención de hacer daño. Pues más dolor y más fuerte del que sufre quién ha tomado la firme decisión de dar punto y final a la vida de su hija, seguro que no la encontraremos en el páramo mísero habitado por quienes le acusan de tal delito.
Nada más lejos que manifestar mi favor o mi contra a la eutanasia llena de dudas mi mente, aunque sí mi convencimiento de que el valor más preciado del ser humano, el de la vida, es patrimonio de su dueño y sólo a él le pertenece el derecho de marcar su camino, independientemente de que éste le lleve a mejor o peor puerto, sea o no acertada su decisión, cuyo juicio a los demás no nos corresponde.
La utilización de los muertos, práctica tan seguida en los últimos años con el propósito de la renta electoral dividiendo a la opinión pública, práctica diestramente dirigida por un conglomerado mediático que actúa con el único fin de eliminar la capacidad de discernir diseñando las consignas en cada momento y según mejor convengan, cobra actualidad en las calles italianas en las que una línea clara y sin matiz alguno ha dividido a la opinión pública en dos bandos, como suele suceder hartas veces.
Se podrá o no estar de acuerdo en la decisión de un padre angustiado ante un problema cuya solución seguro no le ha gustado, pero tratarle de asesino viéndose empujado quien las hace por ondas interesadas que como tantas veces hemos visto juegan con la voluntad de los doctrinalmente entregados y deseosos de la soflama, sólo se corresponde con la miserable actitud, tanto de quienes incitan desde los medios al procaz insulto, como a los que en su mezquina actitud se prestan a tan deleznable juego.
1 comentario:
Estoy de acuerdo con tu exposición, aunque no con la decisión del padre. A partir de mañana martes quizá Las Provicias publique mi comentario relacionado con este tema sobre el caso similar de la valenciana. Al tanto.
Iván
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