Si das una vueltecita por mi Blog, espero sea de tu agrado.

02 octubre 2006

EL GRAN BAZAR DE ESTAMBUL

Es uno de los mercados más célebres del mundo, el Kapali Carsi o mercado cubierto y es conocido por todos como Gran Bazar. El Gran Bazar de Estambul es un laberinto; el Gran Bazar es un tornillo sin fin; el Gran Bazar es el cuento de nunca acabar. Alguien puede pensar que es como la cueva de Alibabá, pero el Gran Bazar de Estambul es cualquier cosa menos eso. La gente es muy amable y servicial y en su interminable túnel comercial es donde más se escucha el español en todo Estambul. Sus mercaderes son muy correctos aunque un poco pesados y recorriendo sus tres mil tiendas repletas de gente me sentía muy seguro.

Ellos se acercan a ti, te saludan cordiales, te dan una palmadita en el hombro y con una sonrisa te invitan a pasar a su tienda. Quizá los mejores vendedores del mundo están dentro del Gran Bazar y aunque no nacieron en sus pasadizos, muchos de ellos dieron sus primeros pasos por sus galerías cubiertas de adornos orientales, de alfombras, de pieles, de joyería, de miles de cosas y con el perfume del té de manzana que sirven como agasajo al futuro comprador.

Cuando estás dentro de sus bulliciosos subterráneos es muy fácil perderse pues después de un buen rato de caminar has perdido la orientación y ya no sabes donde te encuentras, pero al poco tiempo te das cuentas de que estás casi en el mismo sitio. Son tiendas, muchas tiendas, una tras otra, sin ningún hueco, y sin encontrar nunca el final. Los pasillos engalanados de luces y con el perfume de las prendas de piel, se cruzan unos con otros y cuando buscas tu norte, la estrella imaginaria del Gran Bazar destaca por todas partes y eliges un camino que no sabes hacia dónde va.

Hay una regla en el Gran Bazar y es la del regateo y como me dijo mi amigo Pedro, buen conocedor de Estambul, aunque no lo creas, al final de tu compra, siempre te han engañado. Pero yo no pienso así, pues “ese” es el precio que vale conocer y vivir el Gran Bazar. No comprar en el Gran Bazar es un imposible y la variedad de productos que se ofrecen ante tus ojos, su bajo precio porque allí nada es caro, y el exotismo que allí se encierra te incita a la compra. Luego viene el regateo que siempre existe. Y cuando llegas al precio medio después de que el vendedor haya bajado en su pretensión y tú hayas subido la tuya, es cuando cierras el trato y crees que has conseguido una buena compra. Y realmente así es. Pero luego, observando y viendo el mismo producto en otras tiendas te das cuenta que lo podías haber conseguido más barato. De ahí lo que dice mi amigo Pedro, pero como yo pienso, el precio que se paga por entrar en el Gran Bazar está en la compra. Nadie te engaña en el Gran Bazar, tú pagas su precio.

Hay zonas de Restaurantes dentro del Gran Bazar en un puro ambiente turco y vale la pena comer saciándote no por su comida que resulta agradable sino por el ambiente tan especial que allí se respira. Comer en el Gran Bazar y compararlo comiendo en la cafetería de un Corte Inglés cualquiera tiene la pena de un pecado mortal. Si hay cosas diferentes, pero que pueden tener algún parecido, este no es el caso. Nada que se le parezca. Comimos una deliciosa parrillada de carne con un entrante de yogurt exquisito. Siempre hay yogurt en todas las comidas turcas y nunca como postre. De postre, higos con nueces: pura delicia. A Mari, mi esposa, le encantó la comida y nos costó dieciocho euros con el té de manzana incluido.

Cuando sales del Gran Bazar colgando de tus manos las bolsas de tus compras siempre te queda el resquemor de una compra no efectuada. Aquel ábaco antiguo, gastado, sucio, que no compré y quizá nunca encuentre; debí comprarlo.

- Escucha, amigo, no encontrarás nada igual en todo el Gran Bazar.

Era mi último día en Estambul y pocas horas después subíamos al avión de regreso.

Octubre 2006-10-02

No hay comentarios: