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22 agosto 2008

EL COMIENZO DE UN NUEVO LIBRO

Tic, tac. Un segundo. El tiempo utilizado para abrir un libro de historias increíbles dispuestas al lector de sueños ansioso de vivirlos. Un viaje a un final desconocido desde una puerta que se nos ofrece en la fracción de un segundo, el tiempo necesario para cerrarlo ante cualquier descanso, o en el que se da el punto y final a una historia a la que sin embargo no deseamos abandonar.

Extraños a valorar la fracción de un segundo, nos fijamos más en las horas de asueto atentos a la gaviota bajo la calina que nos agobia, confortados por la brisa que nos besa suave, aliviándonos las horas viendo cómo transcurre el tiempo desde un amanecer incierto hasta las horas más tardías que luego saben a nada. Nos sentamos pues sobre la roca mojada observando cómo tranquila y confiada recrea su vuelo esperando el momento de lograr su presa.

Cercano, el andarín por la playa, unido a su sombra, fuerza el ritmo batiendo su corazón, veloz sobre la húmeda arena de la playa dejando sus pies marcados sobre el manto del agua que insaciable luego los borra de su camino. Como el libro de los sueños, que se abre y se cierra. Mientras tanto, ambos, escenifican la mañana atentos al tic, tac, el que escucha el andarín en los latidos de su corazón y el que la gaviota presta al agua blanca donde zambullir su pico robando al mar uno de sus hijos.

Un segundo y muchos de ellos seguidos completan la mañana en la que nunca sucede nada, en un marco pespunteado de brumas donde la paz copula con la arena caliente, reseca por los puntillazos del Sol.

Todo es así de sencillo, vivimos confiados en la rutina mientras hierven unidas la ambición, las ilusiones y la planificación de nuestro futuro, una argamasa de sueños y proyectos que en el almirez de los deseos vamos almacenando para un mañana, convencidos en que llegará el momento de saciar nuestros anhelos sin saber cuándo será el momento de su despertar.

Pero si algo hay realmente vital en nuestras vidas, es la realidad de que en un segundo un giro imprevisible tiene consecuencias irreparables sin estar en nuestras manos virar el timón hacia el muelle salvador. Algunos dicen que el destino ya está escrito desde el día en que nacimos, el que guía nuestros pasos, aunque algunos, por sus escasos años, ni siquiera han llegado a saber de su existencia.

Vidas desgarradas y familias que dejan de serlo son libros que se cierran en la fracción de un tic, tac. Ese segundo, esta vez horrible, que todo lo muda, al igual que el mar embravecido del que desaparecen la gaviota y el andarín queridos. Y junto a ellos, el sosiego en nuestros ojos.

Sólo la esperanza en un nuevo libro, servirá a quienes rotos por los jirones del dolor, encuentren en la fracción de un segundo una nueva historia en donde encajar a sus seres queridos, los ciento cincuenta y tres protagonistas de una nueva forma de vida a los que sus familiares nunca podrán renunciar.

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