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02 abril 2009

NUESTRAS RAICES

Es curioso, cuando resulta que desde la transición democrática el hallazgo de nuestras raíces se convirtiera en un deporte nacional de sano y noble ejercicio, cuyo orgullo caló de lleno en todas las regiones de España, su empeño, se desvanece ahora y el abono fértil desaparece en sus cuidados.

Puesto en marcha el Estado de las Autonomías, florecieron como setas magníficos Museos a lo largo de toda nuestra piel de toro, sin escatimarse las partidas económicas necesarias para su logro. Dar con nuestras raíces fue como una enriquecedora obsesión, dedicados desde entonces al hallazgo de las más antiguas costumbres.

La Etnología empezó a tirar con fuerza de sus raíces carnosas y de rica savia, largas y jugosas, que infiltradas en la tierra y extirpándolas con mimo, íbamos a gozar de ellas para saber lo que fuimos y por ello lo que somos.

La raíz, en su constante deambular por ocultos estratos, a pesar de la dificultad ante la piedra tosca que impide el paso, gracias a la fuerza de su cofia, salva sus escollos y da con la tierra fértil dónde alimentarse.

Así funcionan las raíces, desde el primer soplo de vida que hubo en la tierra, divino o espontáneo, que no viene al caso.

Ya fueron los humanistas Erasmo y Moro junto a nuestro paisano Luis Vives, quienes sabían de nuestro origen. Así como el legado de nuestras más profundas raíces. Fueron ellos quienes se dedicaron al noble empeño de la construcción de Europa. Continente entonces lleno de luchas encarnizadas que lo asolaban, enfrentadas las distintas corrientes existentes, ninguna de ellas renegaba de su cristiandad. Fue el valenciano Vives, español y europeo como él mismo se definía, el mejor abanderado y el que más se dedicara a su fortaleza, asesorando a Reyes y a Príncipes, al igual que al Emperador y al papado de Roma.

¿Cuánta falta nos hacen en estos momentos cruciales hombres de la talla de aquellos mediadores humanistas del quinientos, conocedores de nuestras más auténticas raíces, de rica y buena savia, ante la necesaria unión de Europa?

Es curioso, decía, porque cuando más empeñados estamos en la tarea de dar con ellas y que tan a ras del suelo florecen en cualquier rincón de España en sus días de fiestas, hay quienes las reniegan, fomentan su ocultación, embutiéndolas bajo la tierra y desviándolas de su camino. Incluso para que fenezcan llegan a la simple extirpación de su cofia, como si ello fuera posible.

En su constante frustración dan un giro a nuestras raíces, esas que dicen que hay que buscar, pero que las adulteran a merced del pánfilo e ignorante de nuestra Historia, tantas veces falseada.

En su última ocurrencia, la alcaldía de Aldaya va a posibilitar el recurso a la suplantación del bautizo, sacramento cristiano de libre decisión, en un ceremonial extraño cual nuevo rito pagano, como antes lo hicieran en Igualada, en Vaciamadrid, en La Bañeza y en El Borge,

Si de lo que se trata es ignorar nuestras raíces, ¡qué lo digan!

Pero al menos que no las retuerzan: eso queda para los bonsáis.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

Acercate a la Ley del Aborto. A ver qué te parece el razonamiento.
Iván