Es del Real Madrid y quiere que le llamen Alfredo. Tocayo de quien se hiciera famoso y conocido como la "saeta rubia" que metiendo goles logró ser Pichichi en diferentes ocasiones, su cualidad de forofo le hace añorar a su ídolo.
Un humilde jugador de Vall de Uxo, José Mangriñán, alcanzó renombre por un marcaje al que sometió al divo anulándole por completo sin darle una sola patada; pero de su boca, de la del divo y para provocarle, surgieron toda clase de insultos e improperios a los que el bueno de Mangrinán hizo oídos sordos. También los divos tienen sus tabernarias tretas en ocasiones propias de los bajos fondos.
Son facetas fruto de quien al estar en lo más alto del pedestal y con licencia para lo que se le antoje, recurre al juego sucio de las cloacas para superar a quienes a cara descubierta le salen al paso.
Pérez Rubalcaba quiere ahora que le llamen Alfredo, cual cambio de look. Quizás desee una mutación que deje atrás sus actividades en un pasado lleno de justificadas sospechas. Quizás busque el olvido a su afición al juego sucio con disfraz de Maquiavelo, su pertinaz desprecio a Robespierre diseñando cacerías, sus recursos a las más estrafalarias y rentables jornadas de reflexión ante cualquier cita electoral cuando le ha venido en gana… y sus rúbricas con plumas de faisán.
Por designio de un “dedazo” -tantas veces criticado al Partido Popular- aspira tan siniestro personaje a ser Presidente de Gobierno y quiere que le llame Alfredo, aparcando sus apellidos asociados a un pasado en entredicho. Carod Rovira también despreció sus verdaderos apellidos: le producían sarpullidos y se escudó en un falso pedigrí que, como suele ocurrir en los que escondiendo su pasado tratan de borrarlo, tienen sus días contados.
Difícil tiene el lograrlo aunque sea el más brillante -en especial debido al éxito de sus maquinaciones de las que no puede ufanarse- de los ministros que siguen la estela de un esperpéntico ZP entre los que no es difícil constatar que en la patria de los ciegos, el tuerto es el rey.
Ante tanto ministro inútil -lo que hace que no nos extrañe la actual situación social y económica a que nos han llevado- y a la sazón siendo ZP el hazmerreír de Europa mientras que el pueblo español le pide a gritos que se vaya, sólo nos queda el recurso de resistir asidos a la mejor argolla que nos procure mayor seguridad.
Puede que consiga que se le reconozca como Alfredo, tal es su deseo, pero la estela de intrigas de Pérez Rubalcaba la llevará consigo por más que le pese.
Nota: Sugiero que en lugar de Alfredo mejor le iría el nombre carolingio de “Pipino el Breve”, a lo que no ha dedicado ni un segundo de su tiempo.
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