De sobra es conocido el refrán que a río revuelto ganancia de pescadores, así como el aserto de que les ha venido como agua de mayo cuando ni una gota esperaban. Compromís ha venido reivindicando la bajada del listón establecido en el cinco por ciento que le abriera la posibilidad de permanecer en las Cortes Valencianas convencidos de que estaban predestinados a su exclusión.
El 15-M, un movimiento que pasado muy poco tiempo será sólo humo ausente de rescoldos y cuya única utilidad habrá servido para procurar sus momentos de gloria al mundo radical y que desaparecerá por sus desagües una vez asumida la frustración de la derrota tras una jornada electoral cuyas reglas de juego jamás pondrán en practica, ni antes ni después de su ejercicio.
Un movimiento, dicen casual, nacido a través de Internet salvo para los que no creemos en la generación espontánea pero con el aliento de Rubalcaba –incluso él mismo “anunció” que algo gordo iba a pasar- siempre experto en estas tramoyas de las que se ha ganado justa fama.
Un movimiento: el de la “indignación”, algo así como los de la ceja pero a lo basto. ¿Indignados? ¿De quién? ¿Del partido que nos Gobierna? ¿Acaso no han tenido años para expresar su descontento prefiriendo las vísperas de una jornada electoral?
En su pensamiento, el de Rubalcaba, albergaba que la esperada sangría de votos de su partido se viera compensada por un aluvión de papeletas escoradas hacia su izquierda que les posibilitara unidos mantener unas mayorías que daban por perdidas.
Sin embargo, su única consecuencia, tanto en cuanto lo que representa para nuestra Comunidad, ha sido la repesca de votos que va a posibilitar que Compromis mantenga su representación en las Cortes.
Mónica Oltra simboliza todo lo contrario que cualquier institución decide dignificar. Buena prueba de ello nos la ha dado en la última legislatura sin que en un sólo segundo haya mostrado en el hemiciclo valenciano la necesaria dignidad que tan ancestral institución merece.
Sus insultos y teatrales actuaciones más propias de un mal bufón sólo han contribuido a su mayor desprestigio personal, por mucha que sea la “cla” que le ría sus bufonadas, de las que para su contento podrá valerse durante los cuatro próximos años, pero que la conducirán al anonimato tal y como ha sucedido con otros esperpénticos personajes atrincherados en sus bravatas.
El 15-M, tal y como sucediera en el “mayo francés”, será flor de un día, que una vez marchitado, su desaparición de la vida política no marcará ni un antes ni un después, tal y como sucedió entonces, pero del que se ha beneficiado una componenda política condenada a desaparecer de la vida política a pesar de que lo intenten de nuevo cuando llegue el momento necesitados de pescar en ríos revueltos que no siempre aparecen.
Que se lo digan a Carod Rovira y sus bufonadas, que ha desaparecido merced a su propio desaliño y a las bravatas de sus miserias, de las que a la sazón sacó provecho un político nefasto para los intereses del pueblo español.
Enric Morera totalmente alejado de la realidad social de una Comunidad que se siente valenciana al igual que española, marca sus propias limitaciones y su participación residual es y será la búsqueda de su nómina mensual antes que beneficiar a una ciudadanía de la que quiere servirse.
Si el Conseller Rafael Blasco, anunció repetidas veces que el PSPV camina hacia su propia destrucción, los hechos demuestran la realidad de su vaticinio, del que se ha visto beneficiado un salpicón político llamado a estar al margen de la instituciones democráticas, pero que va a seguir en ellas por unos vientos a favor que ni ellos mismos esperaban.
Jamás un digno hemiciclo mereció tan esperpénticos huéspedes, que al tiempo que presumen de su supuesta dignidad nos advierten de sus carencias.
Tal es el caso de Alarte, de quien sus renuncios, sus promesas y sus intenciones abandonadas, hablan por si solos.
¿Dónde, si no, puede estar este personajillo cual “curita de Alacuás” cuyo peculiar sonsonete es más propio de un púlpito dominical pero con la homilía de la mentira y la persistencia del insulto?
¿Dignidad?
Si la tuvieras ya habrías dimitido.
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