(Del 21 al 25 de Agosto)
La fortaleza del granito y su abundancia, da vida y sentido tanto a Ávila, la ciudad amurallada, como a gran parte de toda la zona. Surgido de sus tierras, su robustez imperecedera se extiende a través de sus campos, y su vestigio se muestra en múltiples representaciones a lo largo del paisaje. Muchas de ellas, forman caprichosas estampas como fruto de la imaginación del viajero, tanto en cuanto han vencido el paso del tiempo dando ocasión a singulares leyendas. En su fascinante diversidad, pincelan el horizonte por su continuo hacinamiento, pero sin menoscabo de la belleza; tanto en las suaves laderas, como en las más agrestes o en las más empinadas, que por todas partes se encuentran.
La Sierra de Gredos es una suma de valles cubiertos por una bóveda de aire limpio sobre una alfombra de verde bosque por el que se abren senderos de largo y apacible caminar, pero que cuando son abruptos hacia sus cumbres, maravillan con las vistosidad de un paisaje que la vista del caminante se pierde en el infinito. En su interior, se adivina su rica fauna en la que predomina la cabra montés, típica de Gredos en sus parajes más escabrosos, de elegantes cornamentas que para el curioso interesado visten las paredes de nuestro lugar de hospedaje.
El Parador de Gredos es de puro granito y su confortable estar, sito en el corazón de la sierra, contribuye a disfrutar del mejor provecho a quienes allí acuden en busca de la paz y sosiego necesarios para desconectar de la rutina acumulada.
Histórico Parador el de Gredos, el primero de la “Red de Paradores” desde 1928 y en el que en su “Sala de los Ponentes” se elaboró la actual Constitución Española de 1978. Y lo fue fruto de un consenso (al igual que la de 1876) que debiera perdurar con la fuerza del granito que la vio nacer para fortuna de todos los que en ella confían.
La fortaleza del granito pues, como en tantas otras monumentales representaciones fruto de la mano de hombre, se observa durante el ascenso del Puerto del Pico testimoniada en su calzada romana, intacta a través de los siglos y paralela a la carretera nacional en su recorrido. Se encuentra en el camino desde el Parador a Arenas de San Pedro, lugar donde disfrutar del Castillo de Don Álvaro de Luna, valido de Juan II de Castilla, con su Torre del Homenaje y el Adarve de la Muralla, o del peatonal puente romano; así como del Santuario de San Pedro de Alcántara, antiguo convento donde yacen los restos de quien fuera asceta y confesor de Santa Teresa de Jesús: la piadosa mujer cuya dedicación espiritual tuvo la fortaleza del granito cual fruto de su tierra que la vio nacer y que marcó la impronta en su vida mística, tanto en cuanto cinceló su fe inquebrantable.
La Sierra de Gredos es un lugar de descanso en el que hemos querido confiar durante unos pocos días, a lo que ha contribuido con gran eficacia la terraza del Parador, enfrentada bajo sus columnas de granito al bosque de altos pinos que arranca a escasos metros y cuyos esbeltos troncos crean auténticos obeliscos en imaginaria prolongación desde la galería de pórticos donde descansamos.
Su disfrute es asegurado; igual en las horas de radiante sol pero de suave clima, que cuando los nubarrones lo ocultan dispuestos a descargar por un instante copiosas cortinas de agua, al tiempo que nos invitan al deleite de un bucólico aroma expelido por la frondosidad del bosque y emparejado con la musicalidad de la lluvia, creando al mismo tiempo un melodioso espectáculo que sacia los sentidos de quienes lo observan.
Perderse unos días en el Parador de Gredos huyendo del bochorno agosteño en busca de un clima suave e invernal, fue nuestro propósito, cumplido con creces, y de donde hemos regresado con la satisfacción de que nuestra apuesta fue la acertada.
La fortaleza del granito y su abundancia, da vida y sentido tanto a Ávila, la ciudad amurallada, como a gran parte de toda la zona. Surgido de sus tierras, su robustez imperecedera se extiende a través de sus campos, y su vestigio se muestra en múltiples representaciones a lo largo del paisaje. Muchas de ellas, forman caprichosas estampas como fruto de la imaginación del viajero, tanto en cuanto han vencido el paso del tiempo dando ocasión a singulares leyendas. En su fascinante diversidad, pincelan el horizonte por su continuo hacinamiento, pero sin menoscabo de la belleza; tanto en las suaves laderas, como en las más agrestes o en las más empinadas, que por todas partes se encuentran.
La Sierra de Gredos es una suma de valles cubiertos por una bóveda de aire limpio sobre una alfombra de verde bosque por el que se abren senderos de largo y apacible caminar, pero que cuando son abruptos hacia sus cumbres, maravillan con las vistosidad de un paisaje que la vista del caminante se pierde en el infinito. En su interior, se adivina su rica fauna en la que predomina la cabra montés, típica de Gredos en sus parajes más escabrosos, de elegantes cornamentas que para el curioso interesado visten las paredes de nuestro lugar de hospedaje.
El Parador de Gredos es de puro granito y su confortable estar, sito en el corazón de la sierra, contribuye a disfrutar del mejor provecho a quienes allí acuden en busca de la paz y sosiego necesarios para desconectar de la rutina acumulada.
Histórico Parador el de Gredos, el primero de la “Red de Paradores” desde 1928 y en el que en su “Sala de los Ponentes” se elaboró la actual Constitución Española de 1978. Y lo fue fruto de un consenso (al igual que la de 1876) que debiera perdurar con la fuerza del granito que la vio nacer para fortuna de todos los que en ella confían.
La fortaleza del granito pues, como en tantas otras monumentales representaciones fruto de la mano de hombre, se observa durante el ascenso del Puerto del Pico testimoniada en su calzada romana, intacta a través de los siglos y paralela a la carretera nacional en su recorrido. Se encuentra en el camino desde el Parador a Arenas de San Pedro, lugar donde disfrutar del Castillo de Don Álvaro de Luna, valido de Juan II de Castilla, con su Torre del Homenaje y el Adarve de la Muralla, o del peatonal puente romano; así como del Santuario de San Pedro de Alcántara, antiguo convento donde yacen los restos de quien fuera asceta y confesor de Santa Teresa de Jesús: la piadosa mujer cuya dedicación espiritual tuvo la fortaleza del granito cual fruto de su tierra que la vio nacer y que marcó la impronta en su vida mística, tanto en cuanto cinceló su fe inquebrantable.
La Sierra de Gredos es un lugar de descanso en el que hemos querido confiar durante unos pocos días, a lo que ha contribuido con gran eficacia la terraza del Parador, enfrentada bajo sus columnas de granito al bosque de altos pinos que arranca a escasos metros y cuyos esbeltos troncos crean auténticos obeliscos en imaginaria prolongación desde la galería de pórticos donde descansamos.
Su disfrute es asegurado; igual en las horas de radiante sol pero de suave clima, que cuando los nubarrones lo ocultan dispuestos a descargar por un instante copiosas cortinas de agua, al tiempo que nos invitan al deleite de un bucólico aroma expelido por la frondosidad del bosque y emparejado con la musicalidad de la lluvia, creando al mismo tiempo un melodioso espectáculo que sacia los sentidos de quienes lo observan.
Perderse unos días en el Parador de Gredos huyendo del bochorno agosteño en busca de un clima suave e invernal, fue nuestro propósito, cumplido con creces, y de donde hemos regresado con la satisfacción de que nuestra apuesta fue la acertada.
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