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20 agosto 2012

ROSA REGÁS, LA ÍNCLITA DAMA

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Va de caricaturas, que nadie se asuste. Eso sí, esperpéntica.

Adolf Hitler en su libro Mein Kampf (1925) anunció todo un programa de acción a corto, medio y largo plazo, encaminado a convertirse en dueño de Europa. También justificó el predominio de la raza aria y diseñó entre líneas “los argumentos” a utilizar para su objetivo. Posteriormente y en 1933, alcanzó el poder gracias a las urnas. Adolf Hitler no engañó a nadie, pues lo que llevó a cabo años después, lo había anunciado con anterioridad.

De no haber alcanzado el poder, con las urnas o sin ellas, su deseo, cual castillo de arena, se hubiese perdido por los arenales de su criminal esquizofrenia, angustiado por la prepotencia que deglutían sus arterias y todo ello previo a unos retortijones de estomago que le llevarían a la asfixia.

Ya sé que las comparaciones son odiosas y tantas veces exageradas, pero qué mejor que la caricatura para identificar al personaje.

Me viene todo al hilo por unas penosas declaraciones de Rosa Regás en un ataque personal a José Mª Ruiz Gallardón, Ministro de Justicia, a las que ha salido al paso Andrés Aberasturi, de profesión periodista, quién tiene la suficiente autoridad moral para expresarse tal cual.

Moral que le falta a tan absolutista mujer quien autorizada por su condición de escritora, ha dado a luz unas esperpénticas elucubraciones que mejor sería las hubiese abortado. Sin embargo, de tener la experiencia personal del Sr. Aberasturi, con seguridad o probablemente, no hubiese recurrido a los “monstruos” para defender su canallesco alegato. O quién sabe, igual lo hubiera hecho.

¿Puede tener el derecho a fijar el listón entre lo no permisible y lo necesario quien actúa con tanta ligereza motivada por su colérico desmadre?

Cierto es, que tan discapacitado es quien va a nacer sin un pie, o sin la mano de un brazo diagnosticado por la presencia de un muñón, o quien se presenta desde el claustro materno con una cabeza tres veces el tamaño de su cuerpo. Pero… ¿Quién, dónde y cuándo pone el listón en busca de un ser puro y perfecto como preconiza tan “excelsa dama”?

¿Tendría Rosa Regás la suficiente autoridad moral para ello? Apañados estaríamos.

Ya desde hace muchos años y por su edad, Rosa Regás sabe muy bien que se ha ejercitado el aborto cuando era de necesidad y en ausencia de leyes. Leyes que pueden y deben cuestionarse porque en mayor medida inducen al capricho o al “snob delicatessen” deseados para un bohemio paso en el tiempo.

Rosa Regás, para su ataque a Ruiz Gallardón, utiliza fusta en mano un totum revolutum, lógicamente desordenado, producto de su irascible y habitual línea de acción, visceral, semejante a la del alcalde de Marinaleda. De llegar la dama al poder, sería cómo la “tentación totalitaria” que denunciara en su día Jean-François Revel, anhelo latente en personajes de semejante actitud.

Antes de su pronunciamiento, mejor sería que la ínclita dama, hubiese escrito un libro programático. Al menos, nadie, se hubiese llamado a engaño.

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