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01 octubre 2012

MIS PRINCIPIOS

 groucho_marx1CARLOS MARX

 

 

 

 

 

 

 

No importa, “tengo mis principios y si no le gustan, tengo otros” Decía uno de los Marx, no el de la barba blanca y abundante. Je, je. Y no está nada mal, pues nada mejor que adaptarse a las circunstancias, que son las que mandan. “Soy yo y mis circunstancias”, decía Ortega y Gasset.

Hay que ver, en un mundo tan distante, y ambos venían a decir lo mismo. Luego no es para menospreciar tal aseveración, ni para tomarla en broma. De seguro que otros personajes, nacidos de la intelectualidad, venían a decir lo mismo.

Los principios son una especie de hoja de ruta a la que se acoplan todos aquellos que tienen algo en común, incluso de forma asociada y al amparo de las leyes vigentes de las que se benefician vía subvención; aunque la actualidad imperante y los recortes no ayuden a ello.

Existen quienes se asociación en torno a la defensa de la oruga en su feroz lucha que evite su extinción, pues casos más raros existen, al igual que haberlos por quienes presentan sus estatutos para loar la organización de las hormigas por lo que de útil puedan aportar a la sociedad de la que forman parten. Al menos el problema de la vivienda lo tienen asegurado, aunque sea bajo tierra. Nada mejor que volver a nuestros orígenes, por lo que algunos optan.

Son ejemplos claros de lo que es el asociacionismo, tan de modo, en el que nunca falta el Secretario General que resulta ser quien se lleva la pasta. O al menos la maneja.

Ya en pleno siglo XXI y como no puede ser de otra manera, llega el glamour al mundo del Internet, donde pese a la dificultad existente, más que nada por su universalidad y crecimiento acelerado, la cuestión se plantea con cierta y gran dificultad, pero no por ello insalvable.

Incluso en los foros, a donde acuden quienes portadores de una afición en común, optan por ello. Ahí es donde la institución asociada se presenta harto difícil, toda vez que si encierra su formación serias dificultades a cara vista, cuando se hace desde el anonimato, los principios, aquellos de quita y pon, ni siquiera son eficaces.

–Oiga amigo Nick, yo tengo mis principios; pues yo los míos, le contesta el otro.

Vendrá Vd a los míos -le responde el primero- si, por supuesto, le reitera el segundo, a lo que añade que los míos ahí están.

Pero si las palabras se las lleva el viento, que no será por la red.

¿Quién sabe? Igual un día y cuando la fibra óptica navegue bajo tierra, que sólo servirá entonces para ser más controlada. Orwell ya lo anunciaba.

El control, el control de calidad dice, que más resulta el del escrutador indomable.

¿Qué nos queda pues?: Nada.

Si acaso la lealtad en torno a una amistad que si lo es sincera, vence todas las barreras. La lealtad. Hay mucho que hablar del bacalao y como siempre, quién lo corta, es aquel que presumiendo de su eficacia, sólo se dedica a cercenarla sin distinguir el lomo sabroso, de la cola inútil o de la cabeza para caldo. El caldo de la intoxicación que tan eficazmente él mismo distribuye.

-Oiga Vd, ¿Sus principios son los míos? Pues adelante, pero como los abandone, no sale en la foto, que mis principios son los míos y a Vd me lo encontré en la calle.

¿Les suena quién fue el fotógrafo?

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