Este fin de semana nos ha traído una muy buena noticia como lo es que José Luis Rodríguez Zapatero, popularmente conocido como ZP o lo que es lo mismo, el hombre de la ceja, dejará la Presidencia de Gobierno renunciando a su continuidad. Sin duda, una gran noticia en boca de quien desde su llegada al Gobierno mostrara su anunciado talante vislumbrado a través de las ondas de la SER y el Grupo Prisa que a su servicio y en jornadas maratonianas de 24 horas se dedicaron durante tres largos días a pergeñar la gran mentira que le sirvió para ganar unas elecciones tras el domingo electoral.
Atrás ha quedado un cúmulo de despropósitos cuyas consecuencias sufre la sociedad, mientras permanece olvidada en su baúl de falsedades una alianza de civilizaciones en la que no creía, pero que le era de utilidad cual mejor disfraz para todo su despotismo que pululaba por su mente y que con el tiempo íbamos a conocer.
Fulminó con la rapidez de la pólvora el espíritu de la transición y tramó el enfrentamiento nacional sin medir las consecuencias, convencido de que en ríos revueltos las ganancias están en quien los provoca. Su desvergonzada actitud ante las víctimas del terrorismo no tiene parangón en la historia de los últimos cincuenta años y de su vileza en tal encomienda supimos hasta donde puede llegar la degradación humana en una actitud de la que, sin embargo, se enorgulleció tanto de forma implícita como explícita.
La retahíla de mentiras tanto en lo económico como en lo social, no hace falta rememorarlas sabidas por todos, al tiempo que mostraba su dañino juego de cañitas con el nacionalismo radical necesitado de su apoyo, así como su desprecio contumaz a la sociedad más necesitada a la que ha fustigado con saña, pero mostrando su generosidad al mundo de la banca.
Desde la transición democrática el poder judicial jamás ha estado tan cuestionado como en estos últimos años, con la evidencia de una constante información de secretos sumariales, en la mayoría de los casos tendenciosamente manipulados, sin que en momento alguno pusiera freno a tales corruptelas en beneficio de su partido, cuando para las propias el envase light ha estado servido.
El conjunto de todo ello nos indica el perfil de un político tan nefasto como insolente, tanto en cuanto que de prometer el pleno empleo y un sinfín de bonanzas, nos está llevando por la senda hacia los cinco millones de parados con la complicidad, a la postre, de un sindicalismo adocenado y el silencio de los de la ceja de VISA ORO ocultos en las bambalinas de su indecoro.
En su periplo europeo y como solución a la crisis se presentó con su coche eléctrico para vergüenza y escarnio de la nación a la que representa, al tiempo que producía sopor e indiferencia en quienes le escuchaban allende los Pirineos.
Pero la buena noticia tiene también el peligro de su continuidad hasta las próximas elecciones generales de 2012 al frente de un Gobierno cuyos resultados hablan por si solos.
Un año que nos debe atemorizar por el peligro que supone hallarnos ante un personaje humillado y herido. Capaz en sus estertores de muerte de causar con sus zarpazos aún más daño a la sociedad española.
Qué peligro el de este hombre ante una sociedad necesitada de que no se le mienta, tal y como pregonó un día Rubalcaba, quien en su ejercicio de esta guisa, el cum laude se lo ha ganado con creces.
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